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Cultura

Luis Antonio de Villena firma una declaración de amor a Italia

El poeta publica su nuevo libro, ‘La dolce vita. Breve diccionario sentimental de Italia’, en el que habla de la grandeza cultural y artística del país transalpino

Luis Antonio de Villena firma una declaración de amor a Italia

Venecia. Italia | Pixabay

La cultura italiana es una amalgama de miles de años de patrimonio y tradición, que se remontan al antiguo Imperio Romano y más allá. Está impregnada de arte, familia, arquitectura, música y gastronomía. Cuna del Imperio Romano y de figuras legendarias como Julio César y Nerón, fue también un importante centro del Renacimiento y la cuna del fascismo bajo Benito Mussolini.

Sin Petrarca –escribe Luis Antonio de Villena en su nueva obra literaria, una carta de amor a la tierra italiana, La dolce vita. Breve diccionario sentimental de Italia (Fórcola Ediciones, 2023)– «no se entiende ni la poesía ni el humanismo renaciente, es la columna, el pilar de todo. Desde Garcilaso de la Vega a Ronsard o Shakespeare, siempre está Petrarca. El petrarquismo es un rico mundo de palabras e ideas del que ningún buen lector podrá soslayarse». El precursor del humanismo, Bernardo Bertolucci, Dante Alighieri, Carlo Goldoni, Guiseppe Tomasi di Lampedusa, Miguel Ángel Buonarroti, Pier Paolo Pasolini y Cesare Pavese son solo algunos de los nombres que brotan de este íntimo glosario. «He hecho un libro que, bajo la forma de diccionario, se debe de leer continuado. Un nombre detrás de otro, porque va uniendo temas que tienen que ver siempre con Italia, con su cultura: la música, la poesía, la novela. La pintura también, por supuesto, que es una de las grandes artes de Italia. Todo se va uniendo durante las páginas, pero naturalmente es mi gusto personal lo que hay detrás. Al mismo tiempo la lectura es más ágil y deja una especie de apetito por leer más, por saber más de un tema», explica el poeta a THE OBJECTIVE.

Portada del llibro

Vaghe stelle dell’Orsa, io non credea/ Tornare ancor per uso a contemplarvi («Fugaces estrellas de la Osa Mayor no creí/ Volver otra vez a diario a contemplarlas»). Así comienza «Le ricordanze» de los Canti del poeta Giacomo Leopardi. Verso que, en 1965, inspiraría al gran director cinematográfico Visconti en su Sandra (Vaghe stelle dell’Orsa). Tanto el poeta romántico como el director contemporáneo forman parte de este diccionario sentimental.  «Para mí Visconti fue un referente. Es un cineasta que ha sabido hacer algo dificilísimo como lo es una película como El gatopardo. Normalmente las novelas que se llevan al cine no siempre quedan bien. Pierde la película o la novela. Ninguna queda por igual. Sin embargo, El gatopardo, novela de Tomasi di Lampedusa, es excelente, y la película de Visconti es maravillosa. Ni pierde el libro, ni pierde la película».

Es extraño que Luis Antonio de Villena haya escrito un diccionario sobre el país italiano pues siempre se ha sentido más afrancesado y más afín a la cultura vecina. «Podría haber escrito un diccionario sobre Francia. He tenido más contacto con la cultura francesa. He vivido en París. Sin embargo, nunca me he encontrado tan a gusto, tan inmediatamente conectado, como con los italianos. La gente de Italia siempre me ha sido familiar. Nunca he notado la misma conexión y el mismo calor. Siento una cercanía enorme con Italia, con sus personas –el mundo que rodea a los italianos–, pero, por supuesto, también con su cultura», cuenta.

Italia siempre ha levantado pasiones. El país mediterráneo ha resurgido como protagonista de variopintas obras. Luis Antonio de Villena lo avisó: «si hubiera hecho un diccionario no personal, sino un diccionario de cultura italiana, hubiera necesitado ocho tomos o más». Como él, unos cuantos. Diarios, poemas, crónicas de viajes, ensayos…El arte, la arquitectura, el cine y literatura se han convertido en terreno de cultivo para la sensibilidad. La lista es larga. Cartas de Italia de Josep Pla, Peregrinos de la belleza: viajeros por Italia y Grecia de María Belmonte, Suite Italiana. Un viaje a Venecia, Trieste y Sicilia de Javier Reverte y el recién editado Roma Desordenada: La ciudad y lo demás de Juan Claudio de Ramón son solo algunos de los libros que describen –cada cual desde su panorama personal– esa gran belleza que atrae la mirada humana. Pero en el caso de Luis Antonio de Villena no se trata de un diario ni de unas andanzas ocurridas en Italia. Es más bien una declaración de amor al país, que desde tan jovencito le atrajo. El amor por su idioma y por su cultura.

Roma. Italia | Pixabay

«Visitar a las ciudades italianas es encontrarse con el pasado, es descubrir un pasado maravilloso, magnífico y un poco abrumador». Hay en todo el libro como una fuerza de nostalgia hacia un pasado lejano en el país italiano, nostalgia que educa nuestra sensibilidad a través de su historia y cultura. Una melancolía, olor a añejo. «La realidad es que Italia ha sido una fuente enorme de riqueza cultural. Ya sabemos que el país no era un estado, se gobernaba por una pluralidad de pequeños estados. Había la idea de esa Italia dividida, pero que funcionaba culturalmente bien. Desde el Renacimiento, incluso desde la Edad Media, desde el Barroco, lo ha llenado todo en la cultura». Lo malo –según el escritor– es que los propios italianos perciben esa nostalgia como un peso. «Si ves películas italianas modernas, notas mucho que intentan romper con ese esquema clásico. A veces lo muy moderno puede ser algo excesivo. Pero creo que están intentando frenar la fuerza enorme que tiene el pasado en Italia». Pero no es el pasado del del siglo XX que permanece, ni tampoco el del XIX. «Por lo menos del siglo XVIII para atrás. Son muchísimos nombres universales, que no hay en otro país: Dante, Petrarca, Leonardo da Vinci, Boccaccio, Michelangelo Buonarotti, entre muchos otros».

Florencia. Italia | Pixabay

«La cultura funciona hoy de otra manera». Ha habido un desinterés constante hacia lo italiano actual. Además, dice Luis Antonio de Villena, que la cultura europea sufre un fuerte imperialismo de la anglosajona, «en parte de Inglaterra, pero mucho más de Estados Unidos». La invasión del inglés a través de la información y de las nuevas tecnologías ha marcado su territorio. «Se utilizan palabras que no hacen falta por una moda ridícula. Entonces, todo lo norteamericano, que a veces es muy vulgar, nos llega como impuesto. Rechazo mucho lo norteamericano porque me parece un acto de imperialismo, que ha destruido Europa desde el año 1945.  Precisamente los norteamericanos llegan, ayudan a ganar la guerra, pero no se van y se quedan en la cultura. Desde ese momento la cultura europea no tiene el auge que podía haber tenido antes. Después de la Segunda Guerra Mundial ya suena el rock & roll y ponen teatro norteamericano. Por supuesto, ha aportado también cosas buenas, pero esa influencia ha sido muy dañina y en parte ese desinterés actual se debe a esto».

Por supuesto también se habla de ópera y de canciones italianas en este personal diccionario. ¿Qué sería del género lírico sin Italia, sin el bel canto de Rossini, Bellini y Donizetti, sin Puccini? «El italiano no es un idioma que se hable porque se necesite para entenderte con el mundo. Es un idioma cultural. Pero si no tienes cultura, no lo vas a estudiar. También eso es una crisis y también en eso esta una de las ideas de esto libro: que surja el interés por lo italiano porque es de primerísima fila en nuestra cultura». La ópera, cuenta Luis Antonio de Villena, tiene algunos grandes detractores, no de la música, sino de la letra, del libreto. «Por ejemplo, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, el autor de El gatopardo, que era un hombre muy refinado, decía que el mal gusto del pueblo italiano se debía a que se sabía de memoria las letras de las óperas. Y es verdad que algunos libretos de las óperas, como La Traviata, están llenos de versos malos, con soniquete facilón».

Florencia. Italia | Pixabay

¿Por qué de ese título felliniano si Fellini no aparece en el diccionario villenesco? «Era una contradicción. Por eso la expliqué en el prólogo. El libro se llama La dolce vita, pero en la letra F no está Fellini. Él fue un extraordinario director, pero muchas de sus películas no me llegan. Algunos de sus filmes, como Satiricón, me parecieron estupendas, pero Fellini no me atrae», explica. El término «la dolce vita» fue popularizado por la famosa película del director italiano, de 1959. «’La dolce vita’ tiene una traducción muy fácil: ‘la vida dulce’, pero eso no significa exactamente lo mismo. Sería más bien ‘la vida de juerga, despreocupada y divertida’. ‘La vida placentera’. Fellini, quizás sin darse cuenta, convirtió este concepto en una fórmula de vida».

Si pudiese vivir en el país de su corazón, Luis Antonio de Villena elegiría el sur, la zona de Calabria o Capri. «Es una isla pequeña, pero es una preciosidad y tiene sitios maravillosos. Y estás a 20 minutos de Nápoles, en una embarcación, en una de esas rápidas, aliscafi lo llaman en Italia. Sería un sitio estupendo». Nuestra conversación termina con la fantasía de vidas placenteras, eso que llaman, la dolce vita.

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