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SINECURA

'Blue Lights': la serie policiaca de la década

«Seis capítulos y un desenlace emocional que le deja a uno lamentando que algunas miniseries no puedan ser eternas»

‘Blue Lights’: la serie policiaca de la década

Cartel de la serie 'Blue Lights'. | Wikimedia Commons

En realidad no sé si Blue Lights (Movistar) es la mejor serie policiaca de la década porque no he visto todas las series policiacas de la década. Siendo sincero, ni siquiera he visto muchas, pero en cuestiones estéticas los juicios lapidarios no hay que tomarlos como un signo de radicalidad, sino de entusiasmo. Y lo primero que me entusiasmó de Blue Lights fue su duración: 6 episodios. Las miniseries son las letras del tesoro del ocio televisivo: inversiones de bajo riesgo para perfiles timoratos. Las miniseries se inventaron para poner paz. Cuántas parejas, incapaces de ponerse de acuerdo entre abonarse a un serial eterno o ver una película de 90 minutos, se han reencontrado en este virtuoso punto medio (seguro que hay parejas que le deben más a las miniseries que a su terapeuta). Pues Blue Lights es una miniserie, y por si fuera poco, toca dos de mis debilidades: el género buddy cop e Irlanda del Norte.  

Esta producción original de la BBC está ambientada en el Belfast contemporáneo y cuenta los lances de tres policías en prácticas del Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI). La serie muestra la fragilidad y dureza de los novatos, y su acelerada relación con sus tutores. Juntos patrullan la calles de una ciudad que, 25 años después de los Acuerdos de Viernes Santo, sigue sumida en su bruma postraumática. Yo siento familiar ese celaje. No le he vivido, claro, pero en su día hice una inmersión a través del ensayo No digas nada (Reservoir Books), de Patrick Radden Keefe. Si antes de sintonizar Blue Lights les sobra algo de tiempo -si tienen previsto un largo vuelo, están en prisión, en casa escayolados o esperando un cercanías- les recomiendo que lo ojeen. 

El ensayo de Keefe penetra como ningún otro en El conflicto (The Troubles) siguiendo las pistas de una desaparición sin resolver e indagando en los costes humanos y morales de alcanzar la paz. 4.000 personas murieron en Irlanda del Norte entre 1968 y el Acuerdo de Viernes Santo de 1998. Esta violencia radical entre republicanos (partidarios de la unificación de Irlanda del Norte con la República de Irlanda, y mayoritariamente católicos) y lealistas: paramilitares protestantes, fuerzas del ejército británico y…. policía (PSNI), es el telón de fondo de Blue Lights. Pero no esperen menciones explícitas: lo que verán es una ficción policiaca clásica, con sus narcotramas, persecuciones, negociaciones tensas y tiroteos. 

Pero esta no es una historia de detectives duros y mujeres fatales, sino de polis novatos en uniformes absurdos y sus veteranas y cínicas contrapartes. Su riqueza está en la finura de los personajes, delineados con compasión, pero sin asomo de cursilería o solemnidad. Y en Belfast, claro. Esta historia no encajaría en una ciudad sin un historial policial tan doloroso y complejo, con barrios en los que los agentes siguen sin poder entrar en uniforme. Seis capítulos y un desenlace emocional que le deja a uno lamentando que algunas miniseries no puedan ser eternas. 

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