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Brittney Griner, de superestrella de la WNBA a rehén de Putin

La jugadora de baloncesto norteamericana vive su particular infierno en Rusia, donde acaba de ser trasladada a una «colonia penal» en paradero desconocido

Brittney Griner, de superestrella de la WNBA a rehén de Putin

Brittney Griner jugando un partido con la Selección norteamericana y en su juicio en Rusia. | Reuters

Las noticias que llegan desde Rusia sobre Brittney Griner no son nada halagüeñas. Las autoridades rusas han trasladado a una colonia penal a la jugadora de baloncesto estadounidense, condenada a nueve años de cárcel por posesión de drogas y que lleva desde el pasado mes de febrero retenida en el país. Fue arrestada después de que supuestamente se encontrara aceite de cannabis en su equipaje cuando entraba en Rusia.

El pasado miércoles, los abogados de la baloncestista confirmaban su traslado en un comunicado: «Nuestra clienta, Brittney Griner, fue enviada el 4 de noviembre de un centro de detención para personas a la espera de juicio, en el que estuvo desde su arresto, a una colonia penal para cumplir su sentencia». Preocupante, pero todavía más lo que añadieron a continuación: «En estos momentos, no hay información sobre su actual paradero».

La mejor de todos los tiempos

Antes de su infierno ruso, Brittney Griner era una deportista de garantías, con una trayectoria envidiable, considerada por muchos la mejor jugadora de baloncesto de todos los tiempos.

Fue la primera jugadora de baloncesto de la Asociación Nacional Deportiva Universitaria (NCAA, por sus siglas en inglés) en anotar 2000 puntos y taponar 500 tiros. Originaria de Houston, Texas, obtuvo una beca de baloncesto en la Universidad de Baylor, donde llevó al equipo a un campeonato nacional. Es una de las jugadoras más dominantes de la historia de la Asociación Nacional de Baloncesto Femenino (WNBA, por sus siglas en inglés), considerada la mejor jugadora ofensiva de la liga.

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Brittney Griner en un partido de los pasados Juegos Olímpicos de Tokio. | Foto: Europa Press

Pocos jugadores, ya sean hombres o mujeres, han logrado lo que ha logrado ella en su carrera: ganar un campeonato universitario, títulos de la WNBA y la Euroliga, y dos medallas de oro olímpicas. La primera de ellas, en la final de Río en 2016, partido en el que las norteamericanas vencieron ante la Selección española por 101-72. Aquella fue una derrota agridulce, ya que aunque fue vapuleada, España consiguió la primera medalla olímpica de su historia, cerrando un ciclo de cuatro años fantástico.

Volviendo a Brittney Griner y su juego, su desbordante físico la convierte en imparable en las canchas. Quienes la conocen bien destacan su extraordinaria coordinación, algo muy relevante teniendo en cuenta sus 2,03 metros de altura. Una envergadura nada común en el baloncesto femenino y que le ha valido el apodo de ‘Big Foot’ Griner. Sus cualidades la llevaron a conquistar su primera batalla apenas se incorporó a la WNBA, después de su histórico paso por la liga universitaria.

Además de su notable carrera deportiva, cabe destacar que fue la primera jugadora de la liga estadounidense en revelar públicamente que era lesbiana, sin importarle las consecuencias que aquella salida del armario podía acarrear. Lo hizo en un momento, el año 2013, en el que todavía no era nada habitual ver salidas del armario, ni siquiera en el deporte femenino. Casi una década después, es rehén de un Gobierno abiertamente homófobo.

Moneda de cambio

Desde su detención, Moscú la ha utilizado como moneda de cambio en mitad del conflicto entre Rusia y Ucrania. Griner fue arrestada el 17 de febrero, justo una semana después el Gobierno de Putin ordenaba la invasión de Ucrania. ¿La causa? Que portaba –algo que ella ha admitido–0,70 gramos de aceite de cannabis para vapeo en el momento en el que entraba en el país para incorporarse a la concentración con su equipo en Rusia, el UMMC Ekaterinburg. Una circunstancia por la que fue acusada de «tráfico de drogas a gran escala» –sí, por 0,70 gramos de aceite de cannabis– y que tensionó aún más la relación entre Washington y Moscú.

En medio del conflicto en Ucrania, todo lo que ha rodeado la detención, el juicio y la situación humanitaria de la jugadora ha adquirido una dimensión geopolítica con conversaciones entre Moscú y Washington sobre un posible intercambio de prisioneros del que Griner podría formar parte. El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, informó a la prensa de que Washington había hecho una «oferta consecuente» en Moscú para obtener la liberación de Griner y de otro estadounidense detenido en Rusia, Paul Whelan.

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Mural de Brittney Griner y otros rehenes de todo el mundo creado por la campaña Trae a nuestras familias a casa, una campaña dirigida por familiares de estadounidenses detenidos injustamente o tomados como rehenes en el extranjero, en el vecindario de Georgetown en Washington. | Foto: Reuters

Dicha oferta consistió en que el Gobierno estadounidense hizo una propuesta al de Vladimir Putin para lograr la liberación de Griner y Whelan en lo que, según la CNN, sería un intercambio de prisioneros con el traficante de armas ruso Viktor Bout, preso en Estados Unidos y cuya liberación reclama el Kremlin. La negociación no sirvió de nada y Griner fue condenada en agosto a nueve años de prisión. La sentencia que recibió muestra, a juicio del presidente Joe Biden, lo que el mundo «ya sabe», es decir, que está detenida de manera errónea en Rusia. Biden llegó a exigir a Rusia que liberara «inmediatamente» a Brittney Griner. «Esto es inaceptable, y pido a Rusia que la libere inmediatamente para que ella pueda estar con su esposa, sus seres queridos, sus amigos y sus compañeras de equipo», dijo el mandatario en un comunicado distribuido por la Casa Blanca tras la sentencia.

Meses más tarde, poco sabemos sobre la situación de la deportista. Sabemos que acaba de ser trasladada a una colonia penal –algo que, muchos denuncian, implicaría trabajos forzados–, no sabemos dónde. Sabemos que Estados Unidos ha fracasado a la hora de rescatar a su ciudadana de las garras de Putin, o tal vez es que Rusia nunca haya querido negociar en serio. No sabemos cuánto tiempo seguirá en Rusia, ni si cumplirá la totalidad de su condena. Su pareja, sus amigas y compañeras de profesión, así como deportistas de medio mundo, siguen exigiendo, incansables, su liberación.

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