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Polémicas, despidos y antisemitismo: ¿son los Brooklyn Nets el mayor fracaso de la NBA?

Un mal comienzo de temporada provoca que Steve Nash deje una franquicia neoyorquina en el ojo del huracán por las propuestas antisemitas de Kyrie Irving

Polémicas, despidos y antisemitismo: ¿son los Brooklyn Nets el mayor fracaso de la NBA?

El base de los Brooklyn Nets Kyrie Irving. | Wendell Cruz (Reuters)

Cuando, hace tres temporadas, los Brooklyn Nets se hicieron en la agencia libre con los servicios de Kevin Durant y Kyrie Irving, la NBA tembló. Al fin y al cabo, hablamos de dos superestrellas que en esos momentos estaban en el mejor momento de sus carreras y se juntaban en la franquicia neoyorquina con el único objetivo de ganar el título. Aunque el experimento no comenzó bien -Durant se perdió su primera temporada por lesión- el dúo pronto se convertiría en trío con el fichaje de otra estrella, James Harden, y las expectativas crecieron aún más si cabe. Algunos llegaron a hablar de una de las mejores plantillas de la historia de la liga, y la pregunta que flotaba en el aire no era si los Brooklyn Nets se alzarían campeones, sino cuántas veces lo harían.

Dos años después, en este barrio de Nueva York casi nadie piensa en las finales de la NBA. De hecho, el título ni siquiera es la prioridad. Lo importante es arreglar la situación de una franquicia que todos señalan como el hazmerreír de la liga. ¿Qué ha pasado para que una de las franquicias con mayores expectativas se haya convertido en un fracaso absoluto?

Uno de los motivos principales es, precisamente, uno de esos fichajes: Kyrie Irving. Desde hace años el base es, además de un jugador con un talento enorme que posee quizás el mejor uno-contra-uno de toda la NBA, un auténtico verso suelto. Dejó los Cleveland Cavaliers, su primer equipo, porque no le gustaba estar bajo la alargada sombra de Lebron James. Tampoco encontró un hogar en Boston, una de las franquicias con mayor historia. Pero, para cuando recaló en Brooklyn, los problemas de Irving iban mucho más allá de sus dificultades para seguir una disciplina de equipo o aceptar cualquier liderazgo que no fuera el suyo. 

Y es que Irving empezó a ser más conocido por sus declaraciones en rueda de prensa y sus publicaciones en redes sociales que por sus canastas o pases. Sus ideas terraplanistas, proclamadas a los cuatro vientos y luego retractadas a medias, fueron uno de los primeros indicios de que Irving tenía un gusto especial por las conspiraciones. Luego llegaría su negativa a vacunarse contra el coronavirus, que le impidió jugar durante casi una temporada entera por los diferentes normativas estadounidenses, que eran especialmente estrictas en el caso de Nueva York. Pero lo de esta pasada semana ha sobrepasado todo lo anterior y ha puesto seriamente en riesgo la carrera del jugador.

Una película antisemita

El pasado jueves, el base compartió en su cuenta de Twitter, con 4,5 millones de seguidores, un enlace de Amazon a la película Hebrews to Negroes: Wake Up Black America (2018). Un filme que se las trae: en él, según han reportado múltiples medios estadounidenses, se incide en teorías que en el pasado promovía la controvertida Nación del Islam sobre las conexiones entre judíos y afroamericanos, incluyendo multitud de afirmaciones antisemitas como que «muchos judíos famosos» han «admitido» que rezan a «Satán o Lucifer», además de proclamar que las cifras del Holocausto están «exageradas».

Aunque Irving solo se limitó a compartir el enlace, la película era un producto casi desconocido que en esta semana, según Google Analytics, ha tenido una explosión de popularidad. Una publicidad gratuita de un producto cultural altamente polémico que hizo que Irving se enfrentara a un escrutinio cada vez mayor en los días siguientes, teniendo, incluso, un intercambio verbal con varios periodistas el sábado. Tras ello, Irving eliminó la publicación y los Nets tuvieron que empezar a tomar medidas. 

Primero, lo excluyeron de las ruedas de prensa celebradas el lunes y el martes. Luego, tras ver que la indignación iba en aumento y que incluso el comisionado de la NBA Adam Silver -que es judío- decidía involucrarse en el asunto, la respuesta ha sido más dura. Irving ha sido suspendido por un periodo de al menos cinco partidos, y, tras varios días barriendo la basura bajo la alfombra, la franquicia de Brooklyn ha sido muy dura con él, asegurando que «Kyrie se ha negado a decir que no tiene creencias antisemitas y a señalar específicamente el contenido de odio de la película».

El base, ante la amenaza de verse incluso suspendido de empleo y sueldo si no se retracta, ha reculado algo. En un post publicado este viernes en Instagram, Irving pide «perdón a todas las familias y comunidades judías que se han visto afectadas por la publicación» y  asegura «no tener ninguna intención de faltar el respeto a la cultura judía ni perpetuar el odio», además de afirmar que se hace responsable de sus actos. No obstante, el recibimiento de la publicación tampoco ha sido especialmente positivo, pues muchos consideran que son disculpas forzadas, ofrecidas de forma demasiado vaga y demasiado tarde.

Polémica sin entrenador

Pero, más allá del ‘asunto Irving’, lo cierto es que es los problemas de los Nets van más allá de un solo jugador, por mucho que las boutades del base tengan gran parte de la culpa de todas las dificultades que vamos a enumerar a continuación. Antes comentábamos que Brooklyn formó un auténtico big three con la incorporación de Harden, pero cualquiera que compruebe ahora la plantilla del equipo verá que el escolta californiano no sigue en Nueva York. Y es que, harto entre otras cosas de los problemas que causaba el base, La Barba se fue con cajas destempladas rumbo a Philadelphia.

Además, en el traspaso de Harden, los Nets recibieron a otro jugador polarizante, aunque por motivos mucho menos peliagudos que los de Irving. Ben Simmons, un todoterreno australiano que ha pasado de ser uno de los jugadores con mayor proyección de la liga a una de las mayores incógnitas de las misma, después de que se enfrentara a su anterior equipo por haber recibido críticas a su juego en público y se pasara casi un año sin jugar por «problemas psicológicos».

También Durant, el gran valedor de Irving y amigo personal de éste, ha intentado echar tierra de por medio. Este verano, el jugador solicitó de forma pública su traspaso a cualquier otro equipo de la NBA, en un movimiento que normalmente suele finalizar con la venta de la superestrella pero que en este caso no acabó por concretarse debido al alto sueldo del jugador y las enormes pretensiones de los Nets, que pedían el mundo a cambio de uno de los mejores tiradores que jamás ha visto la liga.

Durant
Kevin Durant, en un partido con los Nets. | AFP

Durant fue sin embargo claro: o el entrenador o yo. Y, aunque en un principio Brooklyn no accedió a sus demandas, tras un comienzo de temporada que les sitúa entre los peores equipos de la liga, la guillotina ha acabado cayendo sobre la cabeza de Steve Nash, que fue despedido a comienzos de esta semana. Ahora, el equipo se encuentra negociando con el exentrenador de los Celtics, Ime Udoka, en un movimiento que también tiene su dosis de drama: Udoka se encuentra actualmente suspendido por tener relaciones sexuales con una subordinada suya en la franquicia de Boston. Es cierto que el entrenador de origen nigeriano fue uno de los máximos responsables de que su equipo llegara las finales del año pasado y que además conoce a su nueva plantilla por años anteriores, pero la de los Nets es en cualquier caso una apuesta arriesgada que desvela la desesperación de la franquicia.

Todavía queda mucha temporada por delante y los Nets siguen contando con muy buenos jugadores que hacen imposible decir hasta dónde llegarán. Pero, ahora mismo, nadie da un duro por una franquicia que ha pasado de los cielos a los infiernos de la NBA en apenas tres años, sin ganar siquiera un título por el camino que justifique tantas complicaciones.

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