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Los vaivenes de la economía mundial vuelven locas a las escuderías de Fórmula 1

Los equipos sufren en silencio y algunos lo llevan mejor que otros. En Alpine, por ejemplo, previsores ante lo venidero, ahorraron un dineral

Los vaivenes de la economía mundial vuelven locas a las escuderías de Fórmula 1

Guanyu Zhou de Alfa Romeo se estrella al comienzo de la carrera. | Reuters

El último terremoto que sufre la Fórmula 1 no se está detectando en los más bacheados circuitos, sino en los despachos de sus administrativos. Lo que empezó siendo tormenta con la pandemia se está convirtiendo en tsunami, y todo lo está provocando el tiovivo de emociones de la economía global. 

El incremento de costes, la depreciación del valor de las diversas monedas, y los vaivenes de los cambios se están convirtiendo el verdadero enemigo del avance de algunos equipos. Los que lo sufren con especial intensidad son los ingleses, y por diversos motivos. El banco norteamericano Citi (antes Citibank) indica que la inflación del Reino Unido podría llegar este año a tocar el 18 % o incluso el 20, muy lejos del 13% que al inicio del verano pronosticó el Banco de Inglaterra, o lejísimos del 2% augurado para 2022 tras firmar el Brexit. Siete formaciones de las diez que conforman la parrilla tienen sus sedes operativas en Inglaterra, una en Suiza, y dos en Italia. Desde que el Gobierno de Boris Johnson dictaminó que su país saldría del concierto económico europeo, el tema ha ido de mal en peor para sus connacionales. 

Crisis energética

Cuenta la leyenda que cuando McLaren arrancó por primera vez su túnel de viento dejaron sin luz al pueblo de al lado. Es tal el consumo de este tipo de instalaciones que devoró toda la energía disponible en el área. Todos los equipos británicos tienen uno, e incluso los que construyen sus motores tienen al menos dos; el segundo más fagocitador aun de energía. Se trata de una suerte de túnel de viento diseñado de forma específica para suplir de aire inyectado a toda velocidad a cientos de grados —rondando los 1.000— a turboalimentadores en desarrollo diseñados para nutrir de caballería a sus motores. 

El sistema no solo ha de soplar aire, sino calentarlo y mantenerlo a altísimas temperaturas. El de Mercedes, por ejemplo, tiene un generador de energía solo para él. Corre el rumor de que cuesta tanto mantener este sistema, que hay quien piensa que el motor Renault tuvo un desempeño peor estos últimos años, debido a que ni arrancan esto del coste que supone. Huelga decir que el incremento en los costes de la energía eléctrica en Gran Bretaña está batiendo todos los récords y hace parecer la del resto de Europa casi un regalo. 

Muchos de los ingenieros que conforman las plantillas de las escuderías, de forma habitual alrededor la mitad de su staff, provienen de dos universidades: Oxford Brookes y Cranfield. Hay otras como Bath, Southampton o Bolonia, pero la densidad de técnicos que han pasado por estos dos centros de estudios, ya sea por hacer la carrera completa como sus afamados masters, son mayoría. Desde que se estableció el Brexit las matrículas han duplicado su precio. Si antes estos estudios costaban unos 8-9.000 euros al cambio, ahora el curso sale por 18.000. A esto habría que sumar la manutención durante los casi nueve meses que dura, que igualmente han incrementado su precio. Con ello se hace un poco más difícil acceder a esta formación, vía de acceso a unas escuderías como Alpine, a la que está costando más de lo habitual dar con personal formado. 

Otra de las chinas en el zapato, y que está volviendo locos a sus gestores, es el encarecimiento en progresión geométrica del precio de la logística. Es muy difícil calcular con exactitud las cifras porque las necesidades de cada equipo varían. A pesar de ello, se sabe que en cada carrera, y son 22 este año, mueven no menos de 30 toneladas por cita, siendo muy prudentes; los equipos más poderosos pueden llegar a duplicar esta cifra. En enero de 2020 desplazar un contenedor náutico costaba menos de 2.000 euros; hoy están empezando a rozar los 20.000. El transporte aéreo, el más popular en una competición con carreras en continentes distintos y fines de semana consecutivos, se está incrementando en valores similares a cuenta del incremento en el precio del carburante. Todo el montaje de una carrera desplaza unos 300 trailers, entre escuderías, montaje publicitario, escenarios, sistemas de comunicaciones, televisión, etc. Al precio al que está el gasoil, la factura crece.

Si sumamos dentro del lote de la logística, que cada escudería suele desplazar a un centenar de personas a cada pista y los billetes de avión también están subiendo, la factura en el apartado se está tornando en insoportable. Hasta 2020, los costes anuales de este apartado rondaban de forma promedia los ocho millones de euros; los equipos temen que al final de esta temporada se les dispare por encima del doble.

Sufrir en silencio

Viendo el caos financiero que les llegaba, los equipos solicitaron un incremento en el tope de gasto marcado en el reglamento financiero de la categoría. Desde 2021, los equipos han de atenerse a unas líneas de gasto máximo so pena de incurrir en fuertes sanciones en caso de superar los límites establecidos. Cuando los responsables echaron cuentas y vieron lo ‘escaso’ de los 140 millones de dólares programados para este 2022 solicitaron a FIA una subida. Antes de empezar el verano se les permitió un incremento del 3,1%, (unos 4,3 millones de dólares) pero viendo el cariz que está tomando todo, resulta a todas luces insuficiente. Algunos directores de equipo, como Toto Wolff (Mercedes) ha pedido que esa cifra se duplique… por lo menos. Estaba previsto que ese límite presupuestario fuera de 135 millones para 2023, pero todo apunta a que la cifra se verá obligada a cambiar.

Los equipos sufren en silencio y algunos lo llevan mejor que otros. En Alpine, por ejemplo, previsores ante lo venidero, ahorraron un dineral gracias a que hicieron un enorme acumulo de material a principios de año —sobre todo, cupos de energía a precio cerrado—. Peor lo llevan en Sauber, escudería suiza que enarbola la bandera comercial de Alfa Romeo, lleva años padeciendo el vivir al norte de Zurich. Sus gerentes calculan que en la última década sus costes operativos se han visto incrementados en la friolera del 50% solo por el cambio de moneda. Estos van a tener suerte, y se les va a cambiar el color de la cara en breve. Es bastante posible que antes de septiembre Audi anuncie la adquisición de la escudería, o al menos un fuerte porcentaje de sus acciones, para acabar corriendo con ese nombre comercial de forma previsible y asegurada en 2026; y con pegatinas sobre el lomo antes. ¿Traes dinero? La puerta siempre abierta.

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