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Economía

Los bancos sueltan lastre tras la covid y se deshacen de un tercio de sus inmuebles

Reducen en 11.000 millones el importe de los activos adjudicados por impagos desde el estallido de la pandemia y su cartera se sitúa en 19.700 millones

Los bancos sueltan lastre tras la covid y se deshacen de un tercio de sus inmuebles

Bloques de viviendas. | Europa Press

Los bancos continuan con la limpieza del balance y se han deshecho de algo más de un tercio de los inmuebles en cartera desde el inicio de la pandemia. Un lastre que se ha reducido aún más a las puertas de que entre en vigor la nueva Ley de la Vivienda, que tendrá sus efectos sobre el mercado. Un mercado ha empezado a dar síntomas de agotamiento por la subida de los tipos de interés y el euríbor y la disminución del ahorro.

El volumen de activos adjudicados por impagos, que incluyen pisos y terrenos, asciende en la actualidad a 19.700 millones de euros. Es decir, que se ha mermado en 11.000 millones desde principios de 2020, cuando estalló la covid y, por tanto, la caída ha bajado desde entonces un 38%.

El año pasado los inmuebles en poder de los bancos descendieron un 14,5%, con lo que se profundizó en la comercialización de viviendas individuales, a través de las redes de sucursales y las plataformas de internet, y de los lotes a fondos de inversión.

Santander y Caixabank, bancos con más inmuebles

Según los datos recabados por THE OBJECTIVE, el banco que dispone de más pisos y terrenos es el Santander, con 6.400 millones, seguido de Caixabank, con 4.800 millones; de BBVA, con 2.400 millones; y de Unicaja, con 1.800 millones. Unas cuantías que han ido bajando con el paso del tiempo, tras las grandes operaciones de venta de 2017 y 2018, que aminoraron de forma sustancial la carga.

Estas cifras se alejan a los máximos alcanzados hace 10 años, cuando el importe de estos activos llegó a rozar los 100.000 millones como consecuencia del incremento de la morosidad y de la caída de una parte sustancial de las inmobiliarias en los ejercicios previos. Una situación que puso contra las cuerdas al sector bancario, que tuvo que ser rescatado con apoyo de Europa.

Desde 2014 los bancos han ido soltando de adjudicados, aunque asumiendo pérdidas importantes, ya que la comercialización se ha hecho con fuertes descuentos y las filiales especializadas para administrar los pisos y terrenos han tenido que dedicar dinero para los gastos operativos e impuestos.

Las divisiones inmobiliarias de las principales entidades, pese al ritmo de las ventas, aún generan un agujero a las entidades. Las sociedades tenedoras de los principales bancos aportaron pérdidas de casi 400 millones el año pasado.

El sector financiero ahora se enfrenta a la gestión de los activos adjudicados que mantiene en un contexto completamente diferente. Por un lado, se espera que la subida de los tipos de interés por el BCE, que ha sido histórica, frene las operaciones. Ya en los primeros meses de 2023 las transacciones se han desplomado.

Por otro, se prevé que la nueva Ley de la Vivienda -que se refrendó este miércoles en el Senado- pueda tener efectos adversos sobre el mercado, ya los expertos estiman que una parte de los pisos destinados al alquiler salgan a la venta y, por tanto, la oferta sea mayor. Esto permitirá una contracción de los precios, pero elevará la competencia que tienen las entidades, con lo que se encontrarán con mayores dificultades para deshacerse de manera rápida de los adjudicados que conservan.

Además, los bancos pronostican que desde este verano la morosidad empezará a escalar, algo que podría conllevar la ejecución de los inmuebles y, por tanto, su cartera de ladrillo comience a subir de nuevo. Las estimaciones, eso sí, no son muy pesimistas, ya que las entidades no esperan que vaya a haber problemas serios de pago en las hipotecas de particulares, a diferencia de lo ocurrido en la crisis pasada.

Para evitar sustos, el sector cuenta con el pacto alcanzado con el Gobierno para rebajar las cuotas y que los titulares de hipotecas en dificultades se acojan a las distintas medidas puestas en marcha a finales del año pasado como respuesta al alza del euríbor. Por el momento, las peticiones son mínimas. Según las últimas cifras disponibles, los bancos han recibido solo unas 11.000 adhesiones a las facilidades aprobadas en el nuevo Código de Buenas Prácticas.

Hasta la fecha, pese a las estrecheces económicas por la subida de la inflación, la morosidad se mantiene bajo control y en ligero descenso, gracias también a que los problemas en las empresas no han despuntado de igual manera. Ni siquiera en aquellas que solicitaros los créditos ICO de la pandemia. El ratio de impagos global se sitúa en el 4%, pero podría escalar hasta el 6%.

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