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El independentismo catalán se pone a prueba en una Diada marcada por la división

Será una prueba de la fuerza del movimiento separatista a pocas semanas de la sentencia del juicio del ‘procés’

El independentismo catalán se pone a prueba en una Diada marcada por la división

Cada vez más divididos después del intento de secesión de 2017, los independentistas catalanes quieren medir sus fuerzas este miércoles con la gran manifestación de la Diada en Barcelona a pocas semanas de la sentencia del juicio del procés contra sus dirigentes. La marcha será la octava organizada consecutivamente desde 2012 en ocasión de la Diada. Con el lema «Objetivo independencia», esta manifestación, que en los años anteriores había superado el millón de participantes, empezará pasadas las cinco de la tarde en la plaza de España de la capital catalana.

Será una prueba de la fuerza del movimiento separatista a pocas semanas de la sentencia contra los doce dirigentes catalanes juzgados entre febrero y junio en el Tribunal Supremo por el intento de secesión de 2017. Algunos llevan casi dos años en prisión preventiva por presunta rebelión y se arriesgan a duras penas de cárcel. En el caso del principal acusado, el exvicepresidente regional Oriol Junqueras, la fiscalía pide 25 años.

Desde hace meses, los diferentes sectores del independentismo preparan una respuesta contundente y unitaria al veredicto judicial que, por ahora, no han conseguido cerrar. «A las puertas de esta sentencia, es importante que se nos vea con fuerza y movilizados de manera masiva», ha explicado a AFP la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC, entidad que organiza la protesta) Elisenda Paluzie.

Superar las divisiones

Pero el espíritu del movimiento es muy distinto al de cuando el independentismo impulsó el referéndum ilegal del 1-O, en 2017, marcado por la violencia policial, y aprobaró la declaración unilateral de independencia. Sus líderes están encarcelados o en el extranjero, como el expresidente Carles Puigdemont —instalado en Bélgica—, y sus herederos mantienen el poder regional pero sin capacidad de acordar un plan para reanudar el pulso con Madrid.

«Es imprescindible tejer una unidad estratégica que permita conseguir la independencia. El primer paso es llenar las calles el 11 de septiembre», afirma en un comunicado la ANC con motivo de esta Diada. Para mostrar esta voluntad, los organizadores quieren que los manifestantes formen una estrella en las calles que desembocan en la plaza España como símbolo de la confluencia de las diferentes acciones del movimiento.

Pero a diferencia de 2017, cuando hicieron un frente unitario, las discrepancias se multiplican entre las dos principales formaciones separatistas que comparten el gobierno regional. Junts per Catalunya (JxCat) aboga por la hostilidad hacia Madrid, mientras que Esquerra Republicana (ERC) apuesta por el diálogo con el Gobierno español.

Así, mientras el presidente regional, Quim Torra (JxCat), anuncia una etapa de «confrontación» tras una hipotética condena del Tribunal Supremo, su vicepresidente y hombre fuerte de ERC, Pere Aragonés, pide «gestionar la sentencia de forma responsable». «Cuanto más dura sea la condena, más reacción habrá pero también más necesidad de volver a encauzar políticamente este asunto», dijo el martes en un encuentro con prensa internacional.

Ante este contexto de parálisis y divisiones, existen temores de una caída en la participación. Quim Alvarado, historiador de 47 años que vive en Figueras, no ve motivos para asistir a la Diada. «Estamos en una situación de impasse que me temo que será eterna. Yo tengo claro que mi generación y la siguiente no vivirán la independencia», lamenta. Además, entre los militantes más radicales surgen llamadas a una manifestación alternativa por la tarde enfrente del Parlamento catalán, en vistas a ocuparlo.

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