THE OBJECTIVE
Marta Martín Llaguno

Los otros

«A muchos nos preocupa que en política se pueda repescar a ciertos ‘espectros del pasado’. Pero deberían ser éstos quienes temiesen a la gente real y no al contrario»

Opinión
Comentarios
Los otros

Ilustración de Erich Gordon.

Hace dos días fue Domingo de Pascua, la fiesta más importante para los que somos cristianos porque en ella celebramos la resurrección de Jesús que trae la esperanza de un futuro (mejor) en el más allá. Al margen de la fe, el relato busca arrojar luz a los dilemas nucleares del ser humano: ¿qué pasa cuando nos vamos de este mundo? ¿Hay algo después? Creamos o no, la Semana Santa lleva a reflexionar sobre la vida y la muerte. A mí me invita a hacerlo no sólo a través de simbología religiosa, sino también con historias paganas.

La semana pasada, por ejemplo, volví a ver Los otros, de Amenábar.

Es archiconocida, pero les recuerdo la historia. Grace, una mujer cuyos hijos padecen una rara fotosensibilidad, contrata a tres sirvientes para que los cuiden en la lúgubre mansión donde viven (rodeada de niebla). Obsesionada con la salud de los niños, alecciona a los criados sobre cómo deben ser las cosas, transmitiéndoles un ritual imposible para evitar que la luz dañe a los pequeños.

Un día, la niña -asustada- avisa de que en la mansión hay fantasmas. Cuando Grace va a averiguar qué pasa, salta el misterio de los personajes. El espectador tiene un insight y cae en que su percepción ha estado equivocada. El quid está en que la historia se ha narrado… desde el lado de los muertos. Frente a lo que pudiera parecer, la verdad de Grace no es la verdad: pese a lo que aparentan, los vivos no son ellos sino los otros

La de Amenábar no es sólo un gran thriller sino una metáfora que ayuda a explicar algunas dinámicas actuales, por ejemplo, en política.

«No se pueden negar las motivaciones extrínsecas (poder, dinero, fama…) que tiene ser cargo público»

Y es que, más allá de una motivación de servicio intrínseca -que, en algún momento, posiblemente la mayoría siente-, no se pueden negar las motivaciones extrínsecas (poder, dinero, fama, privilegios…) que también tiene ser cargo público. De hecho, para ciertos personajes estas motivaciones lo hacen claramente adictivo: no se pueden quitar de él.

La prueba es que pese a mentiras, renuncios, traiciones y fracasos… tras haber quedado en soledad después de hacer luz de gas a quien no veía su realidad, ciertas personas parece que se agarran-increíble e incomprensiblemente- a un presente (y/o) futuro escaño. A mi juicio, lo más curioso son las justificaciones insólitas que (se) dan, al tiempo que declinan los lujos (para mí) más inconmensurables: la dignidad, la tranquilidad de conciencia, la libertad y el honor.

Hay ciertos personajes políticos que, en estos momentos, con hechos y evidencias, han demostrado haber leído «la realidad del lado incorrecto». Como en la historia de Grace, podrían ser fantasmas. Hasta ahora, que yo sepa, incluso para los más creyentes, únicamente Jesús ( y, gracias a este, si acaso, Lázaro) volvió «del mundo de los muertos» . Y fue para traer la esperanza de una vida mejor. De esto algunos tendrían que tomar nota.

A muchos nos decepciona y preocupa el que en política se puedan repescar a ciertos espectros del pasado. Pero tranquilos, han de ser estos últimos quienes deberían tener miedo a la gente real, y no al contrario. Lo expuso magistralmente Amenábar en Los otros hace años. Nos queda el voto.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D