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Sánchez cerró con Díaz el envío de armas al margen de la «frivolidad de las ministras» de Podemos

La rectificación se produjo el martes por la tarde, con Borrel como detonante, y se cerró vía telefónica con Díaz. Posteriormente, Albares llamó a Belarra.

Sánchez cerró con Díaz el envío de armas al margen de la «frivolidad de las ministras» de Podemos

El giro de 180 grados se gestó el martes por la tarde y se ejecutó por la noche. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tomó la decisión después del Consejo de Ministros en el que el Ejecutivo se afanó en descartar el envío de armas de forma bilateral, al margen del fondo europeo. «Creemos en la fortaleza de la Unión. Nuestra posición es coherente», sostenían tanto pública como internamente la ministra portavoz y los responsables de la Comunicación del Ejecutivo. 

La reunión del órgano colegiado del Gobierno comenzó con 18 países de 27 estados miembros de la Unión Europea a favor del envío de armas de forma bilateral. Para cuando concluyó, hora y media más tarde, ya eran 21 países quienes suscribían el envío de armamento al margen del Mecanismo por La Paz diseñado por Europa. La presión interna y externa, tanto por el malestar de los ministros implicados como el titular de Exteriores, José Manuel Albares, como la internacional de las primeras potencias europeas, fueron clave.

El ministro Albares se había reunido el lunes con sus homólogos europeos en la reunión del Consejo extraordinario y conocía que las posiciones eran mayoritariamente a favor del envío de armas, lo cual dejaba a España en una posición rezagada. 

El ministro de Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares. | Foto: Europa Press

Según fuentes gubernamentales consultadas por THE OBJECTIVE, pesó la soledad internacional: «No tenía ningún sentido quedarse al margen de la mayoría de la UE», en una posición rezagada que según adelantó este periódico , «dañaba la imagen de España y nos compromete como país», según alegó Albares. Y más con la presión añadida del exministro socialista de Sánchez y jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, pidiendo implicación a los socios en un vibrante discurso en el Parlamento Europeo y aclarando después en la Cadena SER que el fondo europeo solo era complementario a la aportación de los estados miembros. 

Borrell, el detonante

Para cuando Borrell era entrevistado en la SER, ya se había puesto en marcha la rectificación. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, volvió a ponerse en contacto con la vicepresidenta, Yolanda Díaz, con quien había cerrado un acuerdo para actuar al amparo de la UE el pasado jueves. Según ha podido saber THE OBJECTIVE, Sánchez explicó a Díaz la complejidad de la decisión: que «a nadie le gusta tomar estas decisiones, tampoco al presidente. Pero esta es la realpolitik» a la que se enfrentan los gobernantes en momentos de dudas e incertidumbre. 

En el entorno de Díaz admiten el «dilema moral» pero también confiesan que «no hay una diferencia moral entre enviar armas vía bilateral o a través de la Unión Europea». Y añaden que la cuestión es que «tenemos el alma dividida, no podemos mirar para otro lado mientras se masacre al pueblo ucraniano», deslizan con desazón y con el único consuelo de compartir dudas con Compromís o ERC.

Albares llama a Belarra

Después de esa conversación, fue Albares quien se puso en contacto con Ione Belarra para comunicarle el giro de 180 grados. Según las fuentes gubernamentales consultadas, «en esta ocasión no fue el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, quien descolgó el teléfono pese a mantener unas buenas relaciones con Belarra, porque «la negociación estaba a otro nivel» y da buena cuenta de la presión internacional que entrañaba la decisión. Belarra transimitió a Albares que era «un error, incoherente y contradictorio» pero «se le transmitió que eran lentejas» y que la decisión era irreversible

Unas 12 horas después, las ministras Ione Belarra e Irene Montero acogían la rectificación del presidente del Gobierno desde sus escaños como si fuera la primera noticia. Belarra y Montero se negaban a aplaudir el anuncio, hacían aspavientos mientras hacían humear sus teléfonos móviles, y permanecían sentadas en sus escaños mientras toda la bandada azul del Gobierno ovacionaba en pie el discurso de Pedro Sánchez. La primera buscaba las cámaras de televisión en el pasillo del Parlamento para hacer constar su enfado: «Esta no es la vía». La segunda, Irene Montero, aprovechaba la salida del Hemiciclo de su compañero Rafa Mayoral para fumar un cigarrillo y dejarse ver por los periodistas en el patio.

No habrá ruptura de la coalición

«Estamos muy preocupadas. Vamos a ver cómo se suceden los acontecimientos», dejaba caer Montero en conversaciones con periodistas sobre las consecuencias que pudiera tener la venta de armas en el seno del Gobierno de coalición. A juzgar por las palabras de Podemos, pocas. «Podemos asume la decisión y cada uno decide como la comunica», respondían desde la formación morada a la pregunta de ‘¿Qué hará Podemos en el Gobierno?’. Traducido: «Que nos la comemos». 

Desde la órbita morada del Gobierno aseguran que «más que enfadados estamos preocupados» porque «la guerra se sabe cómo empieza pero no cómo acaba». Un temor al que dio alas el presidente Sánchez al dar por hecho que «la crisis será larga» y esto, se sobreentiende, generará tensiones crecientes en la coalición en el corto plazo a tres meses de la celebración de la cumbre de la OTAN en España en el mes de junio. 

Moncloa justifica el cambio por la unidad 

Fuentes gubernamentales salían al paso hoy de su propio bandazo parapetándoselas en la necesidad de la unidad con los grupos parlamentarios. Quienes este martes defendían con vehemencia la «coherencia» del Ejecutivo escudándose en el fondo europeo, esgrimían ahora con mayor beligerancia la necesidad de que «busquemos la grandeza de la unidad con los grupos parlamentarios» que, según sostienen, les han pedido desde formaciones como PP y PNV. 

Moncloa resta importancia a las críticas de «dos ministras que hablan en nombre de Podemos, no del Gobierno» y que lo hacen con «frivolidad» respecto a un asunto de gran complejidad. En el núcleo duro del presidente se muestran convencidos de que, pese a todo, «La coalición no se vea afectada» aunque   enmudecen cuando se le pregunta si el argumento que emplean para querer buscar ahora la unidad con el PP por sirve para Podemos : «la discrepancia es debilidad».

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