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Arrimadas y Bal perfilan sus listas al congreso de Ciudadanos entre reproches y amenazas

Villacís e Igea intentan que la presidenta ‘naranja’ y su hasta ahora mano derecha acepten una lista de consenso que evite unas primarias fratricidas

Arrimadas y Bal perfilan sus listas al congreso de Ciudadanos entre reproches y amenazas

Inés Arrimadas y Edmundo Bal en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. | Alejandro Martínez (EP)

Inés Arrimadas y Edmundo Bal se adentran en una semana decisiva para el futuro de Ciudadanos más alejados que nunca, a pesar de los intentos de dirigentes como Begoña Villacís o Francisco Igea para que acepten una lista conjunta en la que ambos hagan renuncias y ocupen un puesto testimonial en aras de evitar la lucha fratricida en las primarias del 9 y 10 de enero.

La presidenta naranja y su hasta ahora mano derecha no han hablado en los últimos días del futuro del partido, sino a través de intermediarios, mientras se han dedicado a lanzarse reproches en público o en entrevistas. Aunque lo peor fue un cruce de amenazas que se soltaron el pasado domingo, la última vez que intentaron acercar posturas. Arrimadas acusó a su rival de filtrar «insidias» en su contra y le amenazó con sacar «trapos sucios» de él. Bal negó estar detrás de esa campaña para intentar desacreditarla y advirtió que si cumplía la amenaza, sería la guerra.

Con los puentes hundidos y la relación personal «rota», según admiten fuentes próximas a Arrimadas y Bal, la mayoría de dirigentes de Ciudadanos consultados por THE OBJECTIVE cree que la confrontación es inevitable. En todo caso, las dos candidaturas insisten en dejar la puerta abierta a un acuerdo in extremis que evite la presentación de dos listas y obligue a los afiliados a elegir «entre mamá y papá», tal y como lo ve uno de ellos con cierta resignación. Hay de plazo hasta el 29 de diciembre, último día para presentar candidaturas, por lo que cada bando mide con cuidado sus pasos.

Bal ha tenido en los últimos días la iniciativa en todo el proceso precongresual. Fue el primero en anunciar que se presentaría a los comicios por el liderazgo del partido, aunque un tanto improvisado con una comparecencia en la calle y en el que solo estuvo flanqueado por los leones del Congreso de los Diputados. Luego, este jueves avanzó que en esta semana que empieza anunciará los primeros nombres de su lista, lo que obligó a Arrimadas a anunciar el viernes que haría lo mismo en los próximos días… con la salvedad de que ella cerrará la lista en la suya.

La disputa entre Arrimadas y Bal por la portavocía

Un movimiento que, a priori, debería facilitar el acuerdo, aunque ese puesto de salida no es el meollo de la cuestión. El punto de fricción entre la presidenta y su vicesecretario general es quién ocupará el puesto de portavoz del grupo parlamentario en el Congreso. La candidatura de Bal sospecha que Arrimadas quiere poner a «peones de su confianza» al frente del partido y mantener ella el control político desde su escaño en el hemiciclo.

Esos peones serían los encargados de encajar -y gestionar en público- el varapalo electoral que se prevé en las autonómicas y locales de mayo, subrayan en el entorno del candidato, mientras la portavoz parlamentaria seguiría marcando la estrategia hasta las generales, el Rubicón para saber si Ciudadanos se mantiene a flote o desaparece.

Por eso, Bal exigió a Arrimadas en su última conversación telefónica que ambos renunciasen a ser portavoces en el Congreso y que ese puesto clave lo asumiese la diputada María Muñoz, quien también ostenta el cargo de coordinadora autonómica en la Comunidad Valenciana y es de su confianza. La presidenta naranja se opuso frontalmente a esa posibilidad -incluso con «una carcajada», según relata su contrincante- y dejó claro que su actual posición en el hemiciclo es una «línea roja» para aceptar una candidatura de unidad y consenso.

Si Arrimadas pierde ese puesto, no le quedaría otra opción que abandonar la primera línea política, pues en su círculo más próximo descartan que se vaya a quedar como diputada rasa en la bancada naranja cuando es «la mejor oradora con diferencia» del grupo de Ciudadanos. Sin embargo, la mayoría de sus compañeros en el Congreso le han dado la espalda.

Bal cuenta con el apoyo de cinco de los nueve diputados. Dos de ellos le apoyan sin fisuras y forman el núcleo de su equipo de campaña (María Carmen Martínez y Juan Ignacio López-Bas), mientras que los otros tres (la citada María MuñozSara Giménez y Miguel Gutiérrez) se muestran cercanos a él, aunque no lo han manifestado en público. Es el «equipo A», como lo definió Gutiérrez en sus redes sociales.

Bal Ciudadanos
Edmundo Bal junto a los diputados de Ciudadanos que le apoyan.

Los apoyos de la valenciana Muñoz y el alicantino López-Bas son importantes para controlar la delegación valenciana, una de las más numerosas en cuanto a afiliación. Por su parte, la aragonesa Giménez puede atraer al militante social-demócrata que queda en el partido, mientras que la gaditana Martínez servirá de contrapeso a Arrimadas en Cádiz y el resto de provincias andaluzas, donde en teoría la presidenta cuenta con más apoyos gracias al malagueño Guillermo Díaz, su único sostén en el Congreso pues el catalán José María Espejo-Saavedra está de salida de la primera línea política y mantiene un perfil neutral.

En la Ejecutiva del 25 de noviembre, en la que la dirección naranja se fracturó por la mitad, hubo un número significativo de dirigentes que se posicionaron a favor de un sistema presidencialista similar al actual junto a las tesis de Bal. El que más énfasis puso fue el castellano-leonés Francisco Igea. Hubo otros como el canario Enrique Arriaga, el madrileño César Zafra o el exsecretario de Organización Borja González, que pidieron seguir con el modelo actual.

Zafra, quien fuera mano derecha de Ignacio Aguado, ya le ha mostrado su apoyo a Bal en público y puede movilizar a un importante número de cargos en la Comunidad de Madrid, pues ostentó el cargo de secretario de Organización en dicha región hasta su renuncia tras las elecciones madrileñas del 4-M el año pasado.

En Cataluña, el líder de Cs en dicha comunidad autónoma, Carlos Carrizosa, ha respaldado a Arrimadas. Esta última cuenta también con el apoyo de Joan García y una de las figuras emergentes del partido y miembro del G-8 encargado de la refundación, Dimas Gragera, ha mostrado una clara sintonía con ella. El concejal de Santa Coloma tiene muchas papeletas de ocupar un puesto relevante en la lista que Arrimadas intenta cerrar junto a la balear Patricia Guasp o la castellano-manchega Carmen Picazo.

Igea, al igual que el eurodiputado Adrián Vázquez, se resiste a apoyar a alguno de los contrincantes y reparte culpas por igual. En la ley de solo sí es sí, por ejemplo, ha dejado claro esta semana que el sí de Ciudadanos en el Congreso fue «un gravísimo error» de todo el grupo, sin que se pueda «delegar la responsabilidad» del mismo «en otro», algo que Arrimadas ha insistido mucho en las últimas semanas al señalar a Bal.

«No lo puede hacer ni la presidenta de mi partido ni nadie», aseveró el procurador en Castilla y León antes de insistir en que «todos y cada uno de los representantes en el Parlamento son responsables de su propio voto».

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