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España

En caso de avalancha, llame a la Guardia Civil: así trabaja la brigada que salva vidas en la nieve

Los Equipos de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil han salvado la vida de casi 300 personas tras ser víctimas de un alud desde 2010

La montaña gana cada vez más adeptos en España. Hay para quienes se ha convertido incluso en una forma de vida. Que lo mismo ascienden un pico de 2.500 metros o escalan una pared vertical de 50 casi sin pestañear, que están preparados físicamente y que siempre lo hacen de la forma más responsable posible. Pero también están los aficionados, aquellos que, de pronto, han visto en el montañismo una válvula de escape, y han empezado a coronar cumbres o practicar deportes extremos con la intención de dejar a un lado la ansiedad y el frenesí que, a veces, provoca vivir en la ciudad.  

Para ambos casos, no obstante, la montaña oculta adversidades. Peligros que ni los más ni los menos preparados pueden prever, con consecuencias, en ocasiones, trágicas. Pero siempre hay esperanza. Detrás de ella están los que intentan que el accidente se quede en eso, nada más. Que aguardan tras una llamada de teléfono, las 24 horas, los siete días de la semana, los 365 días del año. Son los Grupos de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil. 

Repartidos por la geografía española, en aquellos lugares en que las cordilleras encierran más riesgos, estos equipos del Instituto Armado están preparados para salvar vidas en las condiciones más extremas. De entre todos, no obstante, destaca uno, por su gran actividad. Es el grupo que más rescates realiza en todo el país: el GREIM de Boltaña (Huesca), en el Pirineo aragonés. Hasta la fecha han efectuado 137 rescates, un 30% más el año pasado, cuando se produjo otro gran ‘boom’ montañero tras la pandemia, y el doble que en 2019. 

Lo cuenta, en una entrevista con THE OBJECTIVE, Eloy Caso, sargento y jefe de este grupo de rescate de la Guardia Civil. El 80% de los avisos que reciben suele ser en época estival, por siniestros en actividades de barraquismo o senderismo. Por contra, en invierno, los rescates son menores, aunque son mucho más técnicos. Es cuando realmente se demuestra la habilidad de estos ‘montañeros uniformados’.

72 rescates por avalanchas

La nieve es el gran desafío para este grupo cuando se produce cualquier accidente en la montaña, sobre todo si se trata de un alud. Y es que, aunque las ‘películas de sábado por la tarde’ en Antena 3 solo nos muestren estos fenómenos invernales en Aspen (Colorado, EEUU), o en los Alpes, también ocurren en España. En la última década, los equipos de montaña del Instituto Armado han efectuado un total de 72 rescates, en los que se han registrado 26 muertos, pero que también han logrado salvar la vida de casi 300 personas, según datos del Ministerio del Interior. 

La mayor parte de estos auxilios, en concreto un 62,5% (72), se han producido en el Pirineo aragonés. Razón por la que posiblemente son los guardias más preparados para enfrentarse a rescates que, para muchos, tal vez, resultarían imposibles. Para comprobarlo, THE OBJECTIVE pasa una jornada con este equipo de guardias civiles de Boltaña, en la que nos mostrarán como es su trabajo sobre ‘suelo blanco’. Y cómo logran que la mayoría de accidentes tengan un final feliz. 

La clave de esté éxito radica, cuenta el sargento Eloy Caso, en la experiencia y preparación de la Guardia Civil sobre el terreno y, en gran medida, en el modelo implantado en Aragón. Un sistema de éxito que se ha extendido a otras comunidades autónomas y del que se habla incluso fuera de nuestras fronteras. Se trata de la introducción del sanitario en el equipo de rescate. Están compuestos por tres elementos: los especialistas, los médicos o enfermeros, y los pilotos del helicóptero. Todos ellos, bajo una coordinación que roza la perfección y que comienza desde el principio, con una llamada a tres, entre el accidentado o el compañero que pide ayuda, Guardia Civil y sanitario, hasta el traslado al hospital o, si se da el caso, una investigación policial. 

¿Cómo trabajan sobre la nieve?

Guardias civiles del GREIM de Boltaña, en un taller sobre seguridad invernal | Carmen Suárez

Caen literalmente del cielo y se despliegan en la zona de actuación, por muy imposible que sea,  para llevar a cabo el socorro alpino. Pero, ¿cómo actúan ante una avalancha que ha podido dejar sepultadas a varias personas bajo la nieve? Tras recibir esa llamada de auxilio, cuenta el jefe del grupo de Boltaña, lo que se hace, inmediatamente, es recabar todos los datos posibles y activar el helicóptero. En época invernal está en Huesca, al igual que el sanitario. Así, recoge a los guardias civiles en el helipuerto próximo al cuartel y se desplaza hasta el punto del siniestro. 

«La activación de equipo se hace con la mayor celeridad posible, sabiendo además que en estos casos de aludes, la persona puede estar enterrada, y prima movilizarnos cuanto antes», prosigue Eloy Caso. Una vez sobre el terreno, al que en muchos casos, pese a viajar en helicóptero, deben llegar caminando durante varias horas, o subidos a unos esquíes, comienza la acción. Si el compañero que iba con el accidentado ha logrado sacarlo de la nieve, la posibilidad de supervivencia es mayor. «Valoramos con el sanitario, le damos soporte vital y lo trasladamos al hospital», cuenta el sargento. 

¿Y si no es así? ¿Qué ocurre si hay diez personas enterradas y ninguna sobre la superficie? La cosa se complica. Por un lado, ante un suceso mayor, la Guardia Civil activa al mayor número de componentes posibles, incluso de otras demarcaciones, para trabajar sobre el terreno, cuando normalmente suelen ir dos guardias a un aviso común. El helicóptero, en este caso, realiza varios viajes. Mientras, los agentes inician su labor. 

Indicios

Las sondas que emplea la Guardia Civil para dar con enterrados en una avalancha | Carmen Suárez

Lo primero es ver si hay algún tipo de indicio. «Un esquí, cortes en la luz, si hay zonas convexas en la ladera… algo que nos marque dónde han podido quedar sepultados. Si no hay nada, utilizamos el Detector de Víctimas de Avalanchas (DVA) —un dispositivo de geolocalización—, y vamos trabajando con la sonda y con la pala hasta llegar a los posibles enterrados», explica Eloy. Esto es, ir con una especie de bastón desplegable, comúnmente de carbono, e ir penetrándolo en la nieve, para dar con el enterrado. Después, se desentierra con extremo cuidado. 

«Llegados a este punto vemos si el enterramiento ha sido completo o no, si la persona, cuando llegamos a su cabeza sobre la que vamos a trabajar para la reanimación cardiopulmonar (RCP), tiene cámara de aire o no. Si no la tiene, el tiempo va en su contra, hay menos tiempo. Si la tiene, ha podido permanecer más tiempo sepultada hasta llegar a la parada», alecciona este sargento. 

Antes de realizar las maniobras de reanimación, los ‘montañeros uniformados’ sacan la nieve de la boca y nariz de la víctima y empiezan a valorar cómo tiene la vía aérea, cómo es la respiración, circulación… «Movemos los cuerpos muy despacio, porque dependiendo del grado de hipotermia que tengan pueden entrar en una fibrilación ventricular. Siempre seguimos las instrucciones del sanitario, que permanece con nosotros en todo momento. El objetivo es minimizar cualquier lesión hasta que esa persona llega al hospital».

El tiempo juega en su contra

El tiempo juega en su contra en todo momento, tanto para el accidentado como para el equipo de rescate. En invierno, entre la activación del helicóptero y la llegada al punto suelen transcurrir 50 minutos. Por esa razón, alecciona Caso, «es muy importante que los montañeros estén preparados para responder ante accidentados por una avalancha hasta que llegamos nosotros». «Si no hay cámara de aire donde la persona queda sepultada y no se hace nada en una hora, fallece sí o sí; en el caso de que haya alguien que tenga formación para poder manejar a la víctima y lo lleva a cabo, puede salvarle la vida». 

Enterramiento de víctimas, en una actividad sobre rescate de víctimas de la Guardia Civil | Cedida

Tener nociones básicas sobre auxilio en avalanchas supone que la probabilidad de supervivencia de un accidentado pase de 0 a 100. Y es este motivo el que lleva muchas veces a los grupos de rescate de la Guardia Civil a participar en talleres de seguridad invernal con federaciones de montaña. El último tuvo lugar en el refugio del Valle de Pineta, en Bielsa (Huesca). Una jornada en la que siete guardias civiles de Boltaña instruyeron a los montañeros —y a este periódico—en la búsqueda de víctimas con DVA, sondas y palas. En otras ocasiones, incluso se realizan enterramientos de personas vivas bajo la nieve, para que la experiencia sea lo más realista posible. 

Aludes en Aragón

Si bien es cierto que las avalanchas en el Pirineo aragonés son una realidad, no son tan trágicas como pueden serlo en otras zonas montañosas. Todo se debe al tipo de nieve o de altitud. Por ejemplo, en los Alpes, según los expertos consultados, con superficies más altas, la nieve no se transforma y se mantiene como polvo. Se trata de masas de nieve mucho más grandes, las partículas entran en la nariz y provocan asfixia. 

En Huesca, en cambio, los picos no tienen tanta altitud y es más difícil que la nieve se mantenga polvo, aunque se han registrado casos. «Lo normal es que haya aludes de placa. Cuando nieva, suele caer con mucho viento. De modo que la nieve que se va al lado contrario del viento, se va depositando y acumulando de forma inestable. Cuando alguien la cruza, provoca una carga y se desprende. Aunque también puede sepultar, suele acarrear más problemas de traumatismo, la nieve está más húmeda, y comprime más», coinciden los expertos en alpinismo. 

Cabe destacar, entre tanto, que el 90% de los accidentes por avalanchas son provocados por el esquiador, grupo o montañero. 

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