THE OBJECTIVE
El purgatorio

Guillermo Fesser: «¿Amnistía? Estoy a favor de cualquier norma que facilite la convivencia»

El recordado locutor de Gomaespuma asegura que «los votantes de Trump, que es un subnormal profundo, están engañados»

Pillamos a Guillermo Fesser (Madrid, 1960) en Madrid por un motivo especial, la maratón Pa Tós que organizó la fundación Gomaespuma en el pasado mes de octubre. Como si fuera un jamón, una vez curada la entrevista, aquí están las palabras de un periodista que marcó un hito en la radio patria con Gomaespuma, pero lo dejó todo para marcharse con su mujer y sus hijos a un pueblecito de Nueva York. Ahora está en un viaje de ida y vuelta.

Por ello, puede analizar lo que ve aquí desde allí. Una visión amplia. Biden y Sánchez, la amnistía, pero también la crisis del fentanilo. La belleza de Nueva York y la pluralidad de los españoles. Confiesa su visión sobre la cultura woke, y comprende las razones que llevan a muchos estadounidenses a votar por Donald Trump: «Están engañados, esa es mi tesis, pero igual el que está engañado soy yo».

PREGUNTA.- ¿Qué aprende Guillermo Fesser de una madre con 100 años?

RESPUESTA.- Mucho. Lo último que he aprendido es que hasta que no desapareces, sigues aprendiendo. Me lo ha dicho ella. Tenemos un sobrino que es el que más trabaja el tema de piercing, y entonces ella durante unos años estuvo quejándose de los pendientitos del nieto, pues luego, por temas personales, el nieto ha convivido con ella unos meses intensos y me dice «pero qué tonta soy yo de pensar en el pendiente. Es una persona maravillosa. ¿Qué más dará si lleva pendiente de una pendiente?» Cuántas cosas tengo que aprender todavía.

P.- Estuvo Juan Luis Cano en El purgatorio presentando Yo fui santa. Y es verdad, os lo dirán siempre, pero es raro que una pareja profesional después de tantos años trabajando se siga llevando bien. Sobre todo porque siempre en las parejas hay alguien que piensa, «no, pero la pareja funciona por mí, claro».

R.- No, pero fíjate en este caso es la humildad de Juan Luis, que él sabe, desde el principio él admitió que bueno, pues que sí, que Dios había querido que yo estuviera allí también. (ríe)

P.- Pero dúos muy queridos por los españoles como Cruz y Raya, pues no acabaron precisamente bien.

R.- A ver, el mundo del espectáculo es complejo. Primero para estar en el mundo del espectáculo tienes que tener un ego muy grande, porque si no, nadie se pone delante porque te da vértigo. Y luego que la tendencia es que una vez que te va bien, pues dejas de escuchar. Simplemente ya hablas porque te crees que toda la gente está interesada en lo que dices y entonces no escuchas. Y cuando no escuchas no te das cuenta de la realidad, sino te pones tú en tu sitio. Entonces ahí se producen situaciones, se rompen grupos de música, etc. No solamente por eso, también porque te aburres de estar.

Yo qué sé, no podría estar en el colegio todavía. Yo lo pasé muy bien en el colegio y ahora con los años que tengo no volvería, pero en nuestro caso es que no éramos artistas, éramos compañeros de profesión, periodistas que utilizábamos el humor como una manera de llegar al público con mayor facilidad y tampoco teníamos nunca gran ambición. O sea, nuestro éxito no era llenar estadios, ni siguiera tener éxito. Nuestra ambición era poder contar las cosas en un estudio de radio que nos dejaran y que nos pagaran decentemente. Aquello se convirtió en lo que se convirtió y resulta que hacíamos un programa de radio en estadios. Pero creo que eso no nos influyó. Nos influiría, obviamente, pero no en el sentido de pensar que éramos más grandes de lo que era.

P.- ¿Cada vez que viene a España está más complicada políticamente?

R.- El mundo está más enfurruñado. Cada uno tiene sus problemas particulares, pero en realidad los problemas particulares de cada país derivan de unos problemas generales que son idénticos en todos lados. Una de las claves de por qué estamos tan enfurruñados es porque, en primer lugar, la revolución tecnológica ha creado una ansiedad muy grande en el ser humano, ha creado la ansiedad de que no sabes qué va a pasar en el futuro, no sabes si tu hija y tu hijo o tú mismo vas a tener trabajo, te lo va a quitar una máquina. El calentamiento global ha creado una ansiedad muy grande, no sabes si vamos a estar aquí hoy o hace 68 grados en Madrid el verano que viene. Y esto va a ser como Marrakech en el 15 de agosto todo el año.

Luego ha creado una ansiedad grande en el sentido de que estamos otra vez con una guerra en Europa. Hay muchos motivos para tener ansiedad. Nos ha tocado tener ansiedad en el momento en el que la revolución tecnológica ha creado muchas individualidades. Cada vez hay menos noción de país en Estados Unidos. Fíjate la diferencia entre el Estados Unidos cuando de verdad era el imperio años 60, todo un país pone el hombre en la luna. Cuando le preguntan al señor que está cortando el césped en la lanzadera de Florida, «¿qué está haciendo diez minutos antes de que salga el Apolo camino a la luna?» Porque claro, los periodistas tenían que retransmitir y estaban dos horas ahí hasta que se van en el cohete y a ver qué dices, como los de fútbol que tienen que rellenar.

Ven que hay un señor, hay un paisano con boina y cortando el césped delante de la lanzadera, pues el tío le dice «señor, yo estoy poniendo un hombre en la luna». Ahora estamos todo el país mirando hacia arriba y el que se va a la luna es Bezos, él solo en un cohete que se ha pagado el mismo. Qué diferencia. Vivimos en una sociedad con una epidemia de egoísmo brutal, de niños caprichosos y de gente que de mayor quieren tener una app y hacerse millonarios con 22 años. Esa es la ambición, y al resto que le den. Entonces ni votamos, ni pensamos, ni luchamos por nuestros vecinos, lo que se llama un país. Luchamos por tener un club privado y que nosotros tengamos el carné.

P.- ¿Guillermo Fesser se fue a Estados Unidos en 2008, por amor, por sus hijos, porque estaba cansado de España?

R.- Me fui al pueblo de mi mujer. Mi mujer es de un pueblo de allí, de Estados Unidos, pequeñito. Vivo en Nueva York, pero no vivo en la ciudad de Nueva York, sino en un pueblecito donde hay más animales que personas. Entonces yo conocí a Sara, mi mujer aquí era mi profesora de inglés. Aprendí inglés con ella. Y entonces nos casamos, tuvimos nuestros hijos aquí y estuvimos veintitantos años y cuando ya el mayor iba a ir a bachillerato, decidimos irnos allí.

Todo porque queríamos también que nuestros hijos conocieran su parte americana, que no fueran sólo a Estados Unidos en verano. Que supieran también lo que era eso y estuvieran con la familia de allí. Y ese fue el motivo. Profesionalmente a mí me iba de maravilla, estaba en lo más alto y no había ningún problema de nada, pero me pareció que era muy interesante. Esa decisión la tomamos y no me arrepiento nada.

«Joe Biden es infinitamente mejor que Barack Obama»

P.- ¿Estados Unidos es un país mucho más entretenido que España?

R.- No, no es más entretenido que España. Estados Unidos es un país mucho más diverso que España, sobre todo la Costa Este. Bueno, las costas en general son como una cebolla. Cuanto más te vas al centro son más blanquitos y más religiosos y más sosos. Y cuanto más te vas para fuera son más cambiados.

La parte de la Costa Este es como el bar de la Guerra de las Galaxias, tú vas ahí con acento raro y resulta que eres el más normal. Los demás son mucho más raros que tú todavía. Entonces es interesante porque no vives en un país, porque cuando estás en Nueva York, vives en el planeta y celebras el día del Nepal con la gente de Nepal y pruebas la comida de los de Nicaragua y haces la cabalgata de la gente de Nigeria y en fin, eso es una pasada. Eso es una maravilla.

Lo que pasa es que Estados Unidos tiene un gran defecto. Primero es el final del imperio y está haciendo las cosas muy raras. Pero luego tiene el mayor de los defectos y es que viven solo para trabajar. Entonces es cierto que si te gusta trabajar, si quieres prosperar, Estados Unidos te da muchas más oportunidades que las que te da España para hacer una carrera profesional. Si tienes ambición en Estados Unidos te van a hacer más caso y vas a tener muchas más posibilidades y te van a pagar mucho mejor. Pero cuando terminas en la oficina, abres la puerta y sales a la calle la vida de España no tiene ninguna comparación.

Mira la diferencia que hay entre ir a un bar en Estados Unidos, que tienes que ser un señor solitario y alcoholizado porque no sacan palomitas ni nada, todo whisky. Porque lo que se echa de España no es el jamón, lo que se echa de menos de España es cómo se corta ese jamón, donde se corta de jamón y con quién te tomas el jamón. Entonces, si pudiera trabajar en Estados Unidos, con gente, con esa diversidad, con jefes y jefas que saben dar confianza a los trabajadores, que saben darles autonomía y que tengan sus propias responsabilidades y apoyarles. Pues sería maravilloso si pudiera hacer eso y luego irme a mi casa y que mi casa estuviera aquí. Pero claro, eso es imposible. Pues vengo cuando puedo aquí.

P.- Decía lo de la pluralidad y la diversidad de Estados Unidos, aquí muchas veces se repite, desde el ámbito político, lo de que España es muy plural, muy diversa. Y yo tengo serias dudas sobre que haya muchas diferencias entre un vasco y un andaluz, como sí puede pasar en Estados Unidos, entre uno de Miami y otro de Vermont. ¿Le parece que aquí somos un país mucho más homogéneo entre unos a otros?

R.- Creo que no. España es un país con grandes montañas, eso históricamente hace que haya muchos valles separados y eso hace que haya muchas culturas separadas. Son matices cuando estás cerca, pero según te vas alejando culturalmente un tío de Bilbao y un tío de Sevilla tienen diferencias en sus maneras. Lo que pasa es que luego hay una españolidad que está muy bien en la que a todos nos gusta.

Si podemos en verano dormir la siesta, si puede ser que nos pongan un platito de vino y tal y no pagar, hacerte el rata. A todos nos vienen los Reyes Magos y hay cosas que nos unen, eso está muy bien, pero si tiene diversidad, no tiene diversidad de colores. Ahora quizá con la inmigración de segunda generación, están los hijitos de esa gente española integrados y ya en la televisión sale un señor que antes no salía, y eso es gloria bendita. Lo que pasa es que España es un país pequeñito. Entonces te vas a Estados Unidos y aquello que no es un país, es un continente.

Fesser, en primer plano, posa para THE OBJECTIVE – Víctor Ubiña

P.- Guillermo Fesser en 2008 se fue a vivir de manera habitual en EEUU con la presidencia, recién estrenada, de Barack Obama. Después llegó Trump, ahora Joe Biden. Ha pasado varias fases de la política estadounidense.

R.- La época de Obama fue una época de tranquilidad. El país vivía con tranquilidad, pero con un poco de ansiedad, porque los que no querían un negro así descaradamente en la Casa Blanca estaban deseando que se fuera. Y los que lloraban de emoción porque por primera vez había un presidente afroamericano en la Casa Blanca, se mordían las uñas decepcionados porque el presidente realmente no hacía nada por ellos.

Fue un presidente que se convirtió en un gran orador, una persona ejemplar en muchas cosas, no le pudieron sacar ni un solo escándalo. Obama lo que significó sobre todo fue un avance en lo social. Así como no se vieron leyes de cerrar Guantánamo, pues no lo cerraba, lo de la Seguridad Social para todos, pues no pudo, la universidad gratuita, ni de coña. Pero sin embargo en la televisión, de repente, de que toda la gente que salía, menos Bill Cosby, toda la gente era blanca, a que hoy en hoy en día casi cuesta trabajo encontrar un blanco. Y no digo solo que son negros, gentes muy diversas.

De ahí pasamos a Trump. Trump era que amanecías todos los días sin saber si se había terminado el mundo o no. Era como tener un niño travieso, no sabías si te había quemado la alfombra o si se había ido con los amigos de excursión por la noche. Fueron años muy negativos porque su agenda era volver a atrasar el reloj de Estados Unidos unos 150 años. Trump es un señor que no le importa ni Estados Unidos, ni los relojes, ni nada. Le interesa él mismo y ya está. Es un subnormal profundo que se cree que es el más interesante del mundo y como tienes gente alrededor que le dicen que sí, pues ya está. Pero el problema es que él defiende intereses muy peligrosos.

Defiende los intereses de gente que cree profundamente que Estados Unidos es de ellos y nada más que de ellos. Que la Constitución hay que defenderla tal y como se hizo al final de 1700 por los padres fundadores. No había madres fundadoras por aquella época. Una Constitución que decía que todos somos iguales y todos tenemos derechos y Dios nos ha hecho a todos iguales. Siempre y cuando seamos señores, seamos de raza blanca y protestantes cristianos. Claro, el país ha ido cambiando y han hecho enmiendas a la Constitución.

Ahora pueden votar los afroamericanos, ahora pueden votar las mujeres, ahora se pueden casar los que son del mismo sexo, pero todo eso no les gusta. Y entonces se produce una dislexia entre la realidad del país. Esos años han provocado mucha ansiedad. Como periodista cubrí las primarias de New Hampshire en las elecciones que ganó Trump en 2016. Y estuve en un mitin de Trump, y te juro que me sentía como Frodo cuando llevaba el anillo a echarlo a los fuegos del mal eterno. Era un odio de la gente, no había un mensaje positivo. «Vamos a construir un muro para que se jodan los emigrantes. Vamos a encerrar a Hillary Clinton».

Y llega Biden, un señor mayor en el que no confiamos nadie, pero nos ha sorprendido a todos. Es un señor mayor, efectivamente, pero es un señor que sabe que es un señor mayor y ha escuchado a la gente joven y ha hecho por la crisis climática más de lo que me hubiera podido imaginar. Ha sacado una ley de infraestructura para arreglar Estados Unidos que se caía a trozos. O sea, Estados Unidos está como cuando empezó el imperio, destrozada.

P.- ¿Le parece mejor Biden que Obama?

R.- Infinitamente mejor. O sea, Obama lo que tenía era una cosa y él lo sabía. Es que era el primer presidente negro en la Casa Blanca y sabía que hay mucha gente todavía racista que no lo soporta y sabía que si hubiera hecho un mínimo fallo hubieran dicho «Ves cómo los negros no pueden gobernar». Y entonces, a base de no querer hacer ningún fallo, no arriesgó en cosas que Biden está arreglando. Biden tiene la capacidad que tienen los jubilados de que ya les da igual todo y te lo cuentan.

P.- ¿Guillermo Fesser confía en las capacidades cognitivas de Joe Biden? Porque a veces se le han visto cosas de no estar en su plenitud.

R.- Yo he tenido cosas peores que Biden y soy más joven, es una gilipollez. No lo conozco personalmente, pero sí conozco a bastante gente que trata con Biden de cerca. Y te diré una cosa, Kevin McCarthy, que era hasta hace unas semanas el speaker de la Cámara de Representantes, gente de la Casa Blanca me dicen que Kevin MacCarthy, saliendo la Casa Blanca, decía «es increíble lo bien que está Biden, rápido, preciso». Y se iba a la rueda de prensa, el cabrón, y decía que Biden estaba hecho una mierda.

P.- ¿Guillermo Fesser tiene amigos o conocidos que votaron a Trump y que quieren que Trump vuelva a ser elegido candidato para volver a votarle?

R.- Conozco gente que ha votado a Trump y que están arrepentidos de haberle votado. Y conozco a gente que ha votado a Trump y están deseando volver a votarle.

«Vivimos una epidemia de egoísmo bestial, de niños caprichosos que solo quieren ser millonarios con 22 años»

P.- ¿Y Guillermo Fesser los entiende?

R.- Entiendo porque les pasa, sí. Estados Unidos es un país que cada vez se parece más a un club privado. Entonces, el estadounidense medio tiene una ansiedad enorme. Si tú tienes un hijo, una hija y quieres que vaya a la universidad de 40.000 a 75.000 dólares al año, sí, el niño se puede endeudar, pero el niño sale con medio millón de dólares o un cuarto de millón de dólares de deuda al primer trabajo. ¿Y cuando termina de pagar eso el niño? La mayoría de la gente no puede pagar el seguro médico.

En Estados Unidos tienen seguro los jubilados que hayan cotizado, a partir de los 65 años o los súper pobres, a esos les atienden gratis. Pero que el que está en medio es una persona que tiene un sueldo normal, decente. Les cuesta miles de dólares al mes tener un seguro, no pueden permitírselo. La gente vive a un diagnóstico de perder la casa, si su mujer tiene cáncer de mama, a tomar por culo, a vender la casa para que pueda tener la quimio. Entonces hay un nivel de angustia muy fuerte.

Mis vecinos currantes como nadie, amables, encantadores, no con mucha pasta, y son votantes de Trump. Pero porque esta gente tiene esa ansiedad y lo que no tiene es esa cultura, la capacidad de darse cuenta de que son Trump y la gente como Trump los que les niegan el seguro médico, los que le niegan el acceso a la universidad más fácil porque todo ese dinero lo quieren para ellos.

Pero a esta gente, estos que son muy malos, les dicen que son los demócratas los que quieren freír a impuestos, es gente engañada. ¿Quién soy yo para decir a nadie que está engañado? No puedo decir a nadie que está engañado. Es mi teoría, igual soy yo el que está engañoso. Ahora, una cosa no es ni mi teoría, ni la de Trump, ni la de Biden, ni la del vecino, en Estados Unidos no hay asistencia social para los ciudadanos. Eso no es un país, es un club privado.

P.- ¿Tiene sentido cuando se habla de trumpismo en la política española?

R.- Los seres humanos necesitamos etiquetas para saber de qué estamos hablando. Algunas veces que se diga tendrá sentido, otras no tendrá ninguno. Como lo de facha, que es un comodín.

P.- Se lo pregunto de otra manera, ¿hay trumpismo en la política española?

R.- Sí, Steve Bannon, que es el que se inventa el trumpismo ha venido a aconsejar a Vox, a España. Bannon ha hecho una gira por Europa y ha parado en Madrid y se ha entrevistado con Vox. Ese señor ha creado la estrategia para que Trump ganara las elecciones en 2016 y Trump ganó las elecciones. Y parte de la estrategia es miente mirando a los ojos y sin enrojecer en ningún momento, miente. Y esa estrategia es muy difícil, ¿cómo la combates? Entonces para que te crean a ti y para que no se den cuenta que tú estás mintiendo, corres el bulo de que miente todo el mundo.

Guillermo Fesser en un momento de la entrevista – Víctor Ubiña

P.- En la última campaña electoral uno de los grandes debates fueron las mentiras y las verdades. Con aquello del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, diciendo que él no mentía, él cambiaba de opinión.

R.- Bueno, yo creo que hay una cosa que es la verdad y la mentira, que es la política. Y la política se basa en los pactos. Es decir, de toda la vida de Dios la misión de un político es intentar hacer pactos para llegar a gobernar tu país. No he seguido la política nacional tan de cerca como para hablar de una cosa concreta que Pedro Sánchez ha dicho y haya dejado de decir, pero sí te puedo decir que hay cosas que se confunden las mentiras con los pactos y los pactos son legítimos.

Eso es en lo que se basa la política y todos los políticos lo han hecho. Aznar el primero, cuando ganó sus primeras elecciones no iba a pactar con los catalanes. Luego fue el mejor amigo de Jordi Puyol, ¿mintió o no mintió?, pues a Aznar le hubiera gustado no tener que pactar con Pujol, pero tuvo que tragarse apoyos para poder gobernar porque a él le parecería que era un mal menor el pactar con Puyol y en cambio, un mal horrible el que no gobernara él.

P.- En el debate de la amnistía, ¿la amnistía a los políticos catalanes independentistas que se saltaron la ley, es como si en Estados Unidos se amnistiara a los tipos que asaltaron el Capitolio?, ¿sería comparable?

R.- No, en el Capitolio ha habido violencia, en el Capitolio ha muerto gente. En el Capitolio han intentado matar a gente. Es decir, si Nancy Pelosi estuviera en el despacho hoy estaría bajo tierra, si Mike Pence, el vicepresidente, le hubieran pillado, le hubieran colgado. Es gente muy violenta. Las acusaciones por las que se han ido esa gente a la cárcel, hay parte que es por haber violentado en sitio público no sé qué, pero no se han ido por traición. Se han ido por actos violentos, por pegar puñetazos en la boca a un policía, por pisarle la nuez a un policía. Todo muy violento.

Pero lo de Cataluña era un conflicto pacífico que era ilegal, pero es muy distinto. Para mí lo de Cataluña, independientemente del resultado, vayamos al origen. Y se llega a todo por una falta de capacidad del Estado español de escuchar a las autoridades de Cataluña y por una incapacidad del Estado español de explicarle a todos los españoles y a los catalanes lo importante que es que Cataluña siga con nosotros.

Y lo importante que es para Cataluña que estemos ahí. Eso llevó a unas cosas muy tristes que las conocemos todos y a las tensiones innecesarias que las conocemos todos. Hoy en día, yo he sido monaguillo dos temporadas y una de las cosas que ponían todos los años era la parábola del hijo pródigo. Y entonces yo no sé, joder, sí hay una posibilidad de que este país viva en tranquilidad, en paz y en armonía. Tío, bendito sea Dios.

P.- ¿Guillermo Fesser está a favor de la amnistía?

R.- Yo estoy a favor de cualquier fórmula que facilite que les hagamos el resto de España la vida mejor a los catalanes y que los catalanes nos hagan al resto de España la convivencia más fácil. Cualquier medida, me da igual como se llame, me da igual si es legal, ilegal o alegal, porque lo que me interesa es el resultado. O sea, yo siempre odio esa gente que «oye, ¿pero cómo vais a hacer una historia en la radio de las pesetas si las pesetas no hablan?»

«El fentanilo es la demostración de que el capitalismo puro y duro es un experimento fallido»

P.- En el debate español, desde hace muchos años también se habla de los woke. ¿Qué es para Guillermo Fesser la cultura woke?

R.- El verbo wake significa despertarte. Entonces woke significa despierto, estar despierto, haberte despertado. La cultura woke significa que de repente hay una serie de gente que no habían sido conscientes de que estaban siendo maltratados y que cuando ha sido consciente de que están han sido maltratados, han dicho «oye, hasta aquí va la cosa». A partir de ahora hay que tratarnos bien. Colectivo de mujeres, movimiento MeToo.

Es decir, que hasta ahora ni siquiera nosotros sabíamos que si el jefe o el compañero nos daba un pellizquito en el culo estaba mal visto. Pero ahora nos damos cuenta ¿porque me tiene que dar a mí el jefe un pellizquito en el culo? Pero la cultura había asimilado que hay un pellizquito en el culo de vez en cuando no estaba mal. Los negros, el Black Lives Matter, etc.

Entonces, de repente, a la extrema derecha, al núcleo duro, les ha molestado mucho. La extrema derecha en Estados Unidos es como el niño caprichoso que le traen el balón los Reyes, deja jugar a los de la pandilla, pero como uno juegue mejor que él, se lleva el balón para casa. Pues joder, no quieren negros, no quieren que haya mujeres en el consejo de administración. Es que es muy fácil, es que es eso. Te podrán contar lo que quieran.

P.- Hay quienes relacionan la autocensura y con la cultura de la cancelación.

R.- Es todo lo contrario. Es decir, hasta ahora, en los colegios y en las escuelas se ha estudiado pues que los negros en Estados Unidos eran esclavos que los trajeron de África. Eran esclavos y en algunos sitios han llegado a insinuar, y hoy en Florida se estudia que los que los negros que se portaban bien, los blancos les enseñaban oficios y luego ya los liberaban y podían tener oficios. Venían como de formación profesional.

Pero eso ya se hace la Florida con Ron De Santis, que está loco, pero normalmente lo que lo que te cuentan la historia es eso. Los negros que eran esclavos y que ya se acabó la esclavitud y que se les ha dado oportunidades pero que no cuajan y que no, que son vagos y que no cuajan. Eso es en la narrativa general que ha tenido Estados Unidos hasta antes de ayer. Ahora mismo hay científicos, periodistas, profesoras, activistas de raza negra que quieren contar su historia de otra manera.

Es el núcleo duro enfurruñado de gente anticuada que quieren una América súper rancia, pero que hacen mucho ruido, que son muy mentirosos porque es como, y que como saben que sus ideas no van a cuajar y no las van a votar la gente porque la mayoría de la gente no es antigua, no es retrógrada. Lo que hacen es mentir sobre el enemigo, ponerlo tan horrible como para convertirse ellos en el mal menor.

P.- ¿En Estados Unidos hay más corrección política que en España, o no tiene por qué?

R.- Son puritanos, ni un taco, ni enseñar un pecho en televisión, pero La matanza de Texas te la pueden poner en horario infantil. Son más puritanos y más correctos. El español usa mucho «cojones, tío, joder», pero no es un lenguaje normal de una familia merendando. Los tacos en inglés están mil veces peor vistos que en español. Un José Mota en televisión no puede decir un «hostia». Pero esas formalidades han empezado a perderse desde que han llegado los payasos del MAGA (Make America Great Again) al parlamento. Trump se ha rodeado de gente que no tiene ni idea de nada, que los tiene controlados y esa gente del club de fans no tiene ni educación, ni modos ni maneras. Y esa gente está introduciendo otra manera de hablar y de hacer política, que no tiene nada que ver con la elegancia de la que estamos hablando.

Fesser, dedo enhiesto, en THE OBJECTIVE – Víctor Ubiña

P.- Por cerrar, se habla en España mucho del fentanilo. Ese opiáceo que es 100 veces más potente que la morfina, 50 veces más potente que la heroína. ¿Es tan grave como parece el problema en EEUU?

R.- Es muy grave, gravísimo, y es una pena. Es una prueba muy triste de que el capitalismo puro y duro es un experimento fallido en Estados Unidos desde la época de Reagan. Con aquella frase famosa de Reagan que cuanto menos gobierno mejor. Desde ese momento se decidió, en lugar de gobernar para las personas, gobernar para la economía. Pensando que la economía lo arregla todo y que al que le va bien económicamente le puede ir bien como persona.

Mandan los mercados y eso ha hecho que el que el sistema sea tan perverso, que el objetivo de tener beneficios sea lo único y lo más importante. Y que la manera de triunfar en Estados Unidos sea si tienes beneficios, o sea, socialmente se te reconozca si tienes mucha pasta, básicamente sí que si tienes pasta hablan contigo, si no tienes pasta, pues eres un don nadie. Eso ha hecho que sea un país que ha creado adicciones.

El sistema te dice eso, «usted no abra un restaurante para que la gente haga una comida maravillosa que la gente vaya a comer y vuelva a ir encantado. No, abra un restaurante que le que la gente se haga adicta y no pueda dejar de venir. Ponga usted cinco cucharas de azúcar a la hamburguesa para que las hamburguesas, aunque sean una mierda, no tengan más remedio que volver al día siguiente porque la necesitan». Adicciones en la comida, en las compras y ahora en las farmacéuticas.

Las farmacéuticas subvencionadas por los gobiernos, por el gobierno, han llamado la perversidad en los años 80 de sabiendo que los opiáceos crean lo que crean, crean esa fortísima adicción en hincharse masivamente a pinchar y presionar a los médicos para que las recetasen, porque les dejaba un gran margen de beneficio. Entonces tú te ibas al médico al final de los años 80, a mediados de los años 90, al dentista a que te sacara una muela. Y te daba una caja de unos calmantes que te tomabas uno y que veías dragones.

Y cuando se te acaba la caja, pues tío, empezamos con la crisis de la heroína. O sea, cientos de miles de personas enganchadas a la heroína por los putos farmacéuticos que se forraron. Estamos hablando de miles de millones de dólares porque lo importante no era su país, era sus beneficios. De ahí llegamos a que una de las drogas que utilizaron fue el fentanilo, una droga fortísima, un calmante para gente con dolores terribles.

Pero, ¿qué pasa? Que es muy barata de fabricar. Hecho el  mercado de la heroína en Estados Unidos, habiendo esa necesidad de heroína de Estados Unidos, pues los carteles mexicanos la introdujeron. Y entonces al empezar a introducir a Estados Unidos, el gobierno lo está intentado parar. Pero claro, el problema es el hambre. ¿Cómo puede haber un país con tanta hambre de droga? Porque la crea el propio sistema perverso. Eso es lo que da mucho miedo.

«Ya no luchamos por nuestro país, sino por tener un club privado»

P.- ¿El capitalismo ha fracasado?

R.- El capitalismo brutal, o sea, el capitalismo que sólo piensa en el dinero, en base al negocio. Vamos a ver el negocio de un libro, por ejemplo. Si yo tengo la ilusión de vender estos libros y eso se llama capitalismo. Que uno escriba, que la gente compra el que más le gusta, que haya uno que diseñe la portada, eso es estupendo, pero que el objetivo no sea solo ganar dinero. También tener calidad de vida. Entonces, ¿cómo hacemos esas dos cosas? No lo sé, pero mira, la Revolución Francesa tuvo tres patas: Egalité, Liberté, Fraternité.

Egalité lo intentaron los comunistas y tal, todos iguales y ya se ha visto que no. Liberté lo intentaron los yankis, todo libre aquí, tonto el último, pero todos somos iguales, pues si uno es cojo…No hay protección social. Y la egalité, que es la igualdad, no la hemos probado nadie. Es lo que ves en el tercer mundo, hacemos de Madre Teresa de Calcuta a garrafón y vamos para allá.

Venimos diciendo que son muy felices con nada. Hay una parte de certeza en eso y es que esa gente practica la fraternidad, como no tienen nada, pues si es verdad que la señora se ayuda la una a la otra. Entonces hay una relación humana que echamos de menos en este hemisferio y que es una maravilla. Incorporar al sistema que tenemos nosotros la fraternité, pues igual nos da una clave. No es que el sistema capitalista haya muerto, pero fue un gran error cuando cayó el muro de Berlín el pensar que el capitalismo había ganado. Ese es el error. Entonces debemos seguir investigando y buscando lugares más amables.

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