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Política

Inquietud del PSOE al detectar una movilización menor de la esperada en la recta final 

Fuentes socialistas alertan de que «el PP está movilizando a los suyos, nosotros no». A cuatro días de los comicios, los indecisos llegan al 30%

Inquietud del PSOE al detectar una movilización menor de la esperada en la recta final 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Quedan apenas cuatro días para el 28-M, la recta final en la que el indeciso que ha manifestado su intención de participar en las elecciones decide a quién votará. Un periodo, los últimos siete días, en el que suele activarse este segmento de votantes fluctuantes, que asciende en el principio de la campaña al 35% del electorado y se rebaja al 20% en la segunda semana. Un sector especialmente sensible para el PSOE, puesto que concentra la mitad de esa bolsa de votantes, según fuentes consultadas por THE OBJECTIVE, que explican las peculiaridades del electorado progresista, más tardío en la decisión del voto que el votante conservador. 

Sin embargo, este es un dato que ha disparado la inquietud en la sala de máquinas de Ferraz, 70. Según ha podido saber THE OBJECTIVE, los socialistas han detectado una movilización menor de la esperada a estas alturas de la campaña electoral, lo cual podría anticipar una alta abstención entre sus votantes, que beneficiaría al PP, tanto en municipales como autonómicas. Las cifras que maneja el PSOE apuntan a que la bolsa de indecisos apenas se ha rebajado al 30% del electorado, sólo un 5% menos que al principio de la contienda electoral. 

El primer cisne negro: EH Bildu

Las alarmas socialistas se vienen detectando desde la irrupción de las listas de Bildu en la campaña electoral. Un cisne negro que no mermó la estimación de voto de los trackings del PSOE pero sí frenó la movilización de su electorado, muy sensible a las variaciones discursivas de la campaña y los fenómenos inesperados. «Nuestro votante está perezoso, pero menos que la semana pasada», explican a este diario fuentes socialistas, que no obstante alertan de que la incertidumbre y volatilidad actual son más elevadas de lo que se corresponde con esta recta final. 

Algo que evidenció este lunes la encuesta flash del CIS, en el último día hábil para hacer públicos sondeos de intención de voto. Con brocha gorda, la lectura de la encuesta preelectoral de José Félix Tezanos arrojó una victoria del PSOE sobre el PP en las elecciones municipales, en línea con las previsiones del PSOE adelantadas por este periódico de superar en medio millón de votos a su contrincante más directo. Sin embargo, el trazo fino no permitió que pasase inadvertido el dato crucial que hasta el CIS reconoce: el PP recorta dos puntos la distancia con los socialistas

«El PP está movilizando, nosotros no»

Traducido: «Esto significa que el PP está movilizando a los suyos y nosotros no», admite una fuente socialista de gran solvencia. Algo que achacan a la deriva de una campaña electoral diseñada desde Moncloa para atiborrar de anuncios al votante en clave nacional y se ha visto truncada por dos elementos inesperados: Bildu y Vinicius. Dos asuntos que «no son en sí mismos malos para el PSOE», explican desde el partido, aunque sí lo son en la medida en que revientan la estrategia planificada a dos manos entre Moncloa y Ferraz. 

«Nos fuimos a la Casa Blanca a hablar de Bildu», recuerdan gráficamente sobre el hecho inédito de que un presidente del Gobierno pudiera inaugurar una campaña electoral desde Washington, la cual se vio truncada por la irrupción de la polémica sobre las listas de EH Bildu y la inclusión en las mismas de 44 condenados por terrorismo, siete de ellos por delitos de sangre. El asunto generó malestar e indignación en el Gobierno y el partido socialista pero, a finales de la semana pasada, aún confiaban en tomar las riendas de la campaña y recuperar la iniciativa política con los anuncios del fin de semana.

Vinicius, segundo elemento de distorsión

Pero las dos últimas medidas anunciadas por Pedro Sánchez, una partida para la salud mental y la ampliación de la ley de representación paritaria, eran dos iniciativas ya anunciadas y contempladas incluso en las partidas presupuestarias. En resumen, de poca entidad para marcar la agenda justo antes de que ésta reventara por el segundo cisne negro de la campaña: la polémica sobre el racismo a raíz de los insultos al jugador brasileño del Real Madrid, Vinicius Júnior el pasado domingo en el estadio del Mestalla. 

La rueda de prensa del Consejo de Ministros de este martes, en la cual se aprobaba la ampliación de la anunciada ley de representación paritaria, que afectará también a los órganos constitucionales del Estado, fue un monográfico sobre la existencia de racismo en el fútbol y en España, tras las acusaciones del presidente brasileño, Lula da Silva, a quien respondió la portavoz gubernamental, Isabel Rodriguez, asegurando que «en España el racismo se persigue y se condena. Creo que podemos sentirnos orgullosos de ser un país en el que las normas persiguen estos comportamientos». En privado, el Ejecutivo tuvo que salir a apagar el conato de incendio, tanto de cara al exterior como de puertas para adentro. Sobre la reacción de Brasil, fuentes gubernamentales tuvieron que destinar sus fuerzas a desmentir «un conflicto diplomático», al tiempo que dejaron entrever su malestar por el comunicado conjunto firmado entre los ministerios de Igualdad de España y Brasil, sin que Irene Montero hubiera informado al ala socialista del Gobierno.

El asunto genera especial inquietud por haber tocado al candidato a la joya de la corona de los comicios del 28-M, el valenciano Ximo Puig. Sus declaraciones negando el componente racista de los insultos en Mestalla provocaron el temor de muchos en Ferraz ante la posibilidad de que pueda ver mermada su intención de voto en el territorio en el que más se la juega el PSOE, tanto a nivel cualitativo (en términos de poder institucional), como a nivel cuantitativo (la comunidad autónoma mas poblada). A cuatro días de las elecciones, el balance no es positivo: ni baja como debiera el numero de indecisos -aun en el 30%-, ni llegan señales positivas como la fidelidad del votante socialista que recogen los trackings. El PSOE se consuela con que «en estas elecciones, el voto oculto va a ser el del PSOE», pero hoy en día esta afirmación no deja de ser un dogma de fe que no se sustenta en los datos (los suyos).

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