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Un Abascal «comedido» desperdicia la ausencia de Feijóo: «Le ha faltado garra»

Vox se divide entre la crítica a la falta de «garra» de su líder o la alabanza a la exhibición de su perfil más «afable»

Un Abascal «comedido» desperdicia la ausencia de Feijóo: «Le ha faltado garra»

El candidato a la Presidencia por Vox, Santiago Abascal, antes del debate electoral organizado por RTVE. | Efe

Santiago Abascal tenía una oportunidad de oro: la ausencia de Alberto Nuñez Feijóo en un debate en el que el líder de Vox podía presentarse como la «oposición» al Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. La impresión generalizada es que no la aprovechó, que estuvo más «comedido» de lo normal, y que pudo verse «abrumado» por momentos ante la «emboscada» de la izquierda, en superioridad numérica. La ausencia del líder popular, en definitiva, pudo incluso haberse vuelto en su contra. Lo que queda claro es que tras hora y media de debate, «no se ha movido un voto», según confiesan fuentes del partido a THE OBJECTIVE.

Un colaborador de Bambú 12 admite que fue «poco incisivo», ya que «no tenía en la cabeza estadísticas, fechas, ni nombres». En su opinión, tendría que haber sido una «exhibición», pero fue víctima de los «nervios» o de la «falta de tiempo» -fruto del «dos contra uno»-. Había «muchos casos en los últimos cuatro años» que no sacó a la palestra, abunda esta fuente, siendo los más clamorosos los de «las maletas de Delcy» o el Tito Berni. «Le ha faltado garra, no ha querido hacer sangre», zanja.

El propio Abascal, a su salida del estudio número 6 de Prado del Rey (Pozuelo de Alarcón, Madrid), confesó que «de algunas cosas me he olvidado»: «He dicho menos cosas de las que debería haber dicho». La opinión que sobrevuela en Vox es que estuvo «muy comedido», sin arriesgar en exceso, aunque con alguna «buena réplica». Todos coinciden en señalar su acierto en pedir a Yolanda Díaz que aclarase su relación con Ramiro Santalices, condenado por un delito de pornografía infantil siendo su asesor en el Ayuntamiento de El Ferrol y después en el Parlamento gallego.

«Ahí la dejó en fuera de juego», celebra otro miembro del partido, que considera que Abascal acertó cuando reprochó al Ejecutivo de coalición las consecuencias nocivas de la ley del sólo sí es sí y de la ley trans. Pero lamenta que se diluyera en otras cuestiones donde pudo haber sido mucho más belicoso. En este sentido, desde la formación conservadora resaltan que fue «in crescendo», y que mostró más soltura en los bloques de políticas sociales y pactos que en el primero, el de economía, donde «flaqueó».

Un Abascal «comedido»

«He visto a un Abascal muy comedido, frente a los mantras de la izquierda», analiza otra fuente cercana a Vox, que admite que «la impresión que puede quedar en sus partidarios más férreos es la de cierta insatisfacción» ante lo «deseosos» que están de «golpear a este gobierno con muchas de sus actuaciones más oscuras».

Un análisis más benévolo que otros, pero que comparte uno de los líderes autonómicos del partido, que vio a Abascal «tranquilo y convincente» ante «el histrionismo de una y los nervios del otro»: «Sin echarse atrás, pero sin venirse arriba». Transmitió, en definitiva, una imagen de Vox «sosegada» y «confiable».

Sin efecto en las encuestas

Las expectativas eran altas, y todos confiaban en el buen hacer de Santiago Abascal, que se preparó «a conciencia» el debate junto a Kiko Méndez Monasterio y Jorge Buxadé en la sede de la Fundación Disenso. «El único que puede hoy ganar y mucho es Abascal», comentaba uno de sus colaboradores antes del debate. Después del mismo comentaba a este medio que «no se ha movido un voto».

Las encuestas internas, tal y como adelantó este medio, apuntan a una horquilla de entre 30 y 50 diputados; tan grande porque habría una quincena de provincias en las que el último escaño -que se debate entre Vox y el PSOE- está a un puñado de votos de decantarse. Esta no se habría movido. De todos modos, Abascal cuenta con el electorado más fiel, ya que el 71,8% de quienes introdujeron su papeleta en las urnas en 2019 estaría dispuesto a hacerlo el próximo 23 de julio. No gana pero no pierde.

En definitiva, un debate anodino -hasta el moderador, Xabier Fortes, tuvo que animarles a interrumpirse tras el primer bloque- que no parece que vaya a servir a Vox para atraer al votante del Partido Popular. Ni a los indecisos. «Se va a constatar, una vez más, que los debates no mueven ni movilizan cambios de voto. Y menos con estos formatos», confiesa un asesor de la formación conservadora.

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