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El caso único de la resurrección del ermitaño español

Las numerosas desapariciones sin resolver son casi siempre desconocidas. Más allá de los casos más mediáticos, están las historias de los familiares que recorren una verdadera odisea para encontrar a los ausentes, unas cifras escalofriantes y algunos finales felices con reaparición incluida.

El caso único de la resurrección del ermitaño español

El pasado fin de semana saltaba la noticia de la reaparición de un español en Italia que llevaba 17 años desaparecido, llegando a ser declarado fallecido oficialmente. Este es otro de tantísimos casos que alimentan los censos de desaparecidos en nuestro país y que suponen un drama de tamaña magnitud para las familias de los que no aparecen.

Un ermitaño español en Italia

Carlos Sánchez Ortiz de Salazar, el bilbaíno que llevaba desde 1998 en paradero desconocido, ha reabierto la herida de cara a la galería. Aunque para los familiares esa herida nunca se cierra.

Carlos era el mayor de cuatro hermanos, y fue criado en la localidad sevillana de Cazalla de la Sierra. Se licenció en Medicina y más tarde decidió voluntariamente abandonar su hogar y su familia para emprender una vida en solitario. Sin razón aparente, desapareció comunicando que no quería que lo buscaran. Pero la familia nunca se conformó, y siguió buscándolo. Tras años de lucha, finalmente tuvieron que solicitar que fuera declarado muerto. Y así fue, ya que Carlos lleva fallecido oficialmente desde el año 2012.

Carlos fue localizado recientemente en la costa Toscana, en la Cala Violina, un verdadero paraíso terrenal para perderse. Llevaba allí viviendo como un vagabundo unos seis años. Los vecinos de la localidad lo definen como “una persona tranquila que no quería hablar”. Lo localizó la asociación italiana de desaparecidos Penelope. Su presidente, Antonio La Scala, ha explicado que el ermitaño se identificó a sí mismo como el español Carlos Sánchez y que portaba consigo dos carnés de las bibliotecas de las facultades de Medicina y Ciencias de la Educación de Sevilla de su época estudiantil. “Este es el primer caso que conocemos de una persona declarada fallecida y que reaparece más tarde” nos comenta Francisco Jiménez, el coordinador nacional de la asociación SOS Desparecidos consultado por Investigations. Esta es la asociación que localizó en España a la familia de Carlos.

La reaparición de Carlos ha levantado un revuelo mediático en Italia. El mayor diario nacional, ‘Il Corriere della Sera’, se hizo eco de la información y detrás de él otros tantos, muchos de ellos son medios internacionales. Aparecieron entonces decenas de periodistas preguntando por él. Para cuando los padres de Carlos llegaron a Italia, él ya había desaparecido de nuevo. Francisco Jiménez desmiente algunas informaciones que aseguran que se marchó para no ver a sus padres: “Este chico desconoce que sus padres están en Italia. Él se va de ahí porque se asusta por la presencia mediática”, asegura. Las últimas informaciones apuntan a que Carlos ha desaparecido dejando todos sus enseres -un verdadero vertedero- donde malvivía en mitad del bosque. La búsqueda sigue activa y Carlos sigue oficialmente muerto.

14.000 personas desaparecidas

Las cifras de desaparecidos en España son poco conocidas. No existe un censo oficial. Francisco Jiménez lo explica: “No hay una base de datos unificada de personas desaparecidas. Esto significa que si una persona desaparece en el País Vasco y la denuncia se pone en la policía autonómica vasca, la Policía Nacional y la Guardia Civil no saben que esta persona está desaparecida”. Algunas informaciones apuntan a que son 3.500 los desaparecidos en España, pero el coordinador nacional de SOS Desaparecidos aclara que ese dato comprende tan solo las desapariciones entre 2010 y 2012. Francisco Jiménez eleva la cifra: “Las asociaciones de desaparecidos calculamos que hay aproximadamente 14.000 personas desaparecidas. Estas cifras son nuestras, puesto que ningún Ministro del Interior, jamás en ningún Gobierno desde los años 70 en España, ha querido decir nunca las cifras oficiales de desaparecidos”.

De entre las desapariciones no hay un patrón común ni un perfil mayoritario. Sin embargo, hay sectores de la población de mayor riesgo: “En 2014 y 2015, hay dos cifras que se están elevando: la de personas menores desaparecidas, que por suerte se localizan en las primeras 72 horas, y la de mayores con problemas de alzheimer”. Este tipo de desapariciones son denominadas ‘inquietantes’, y a ellas se unen aquellas personas “que pueden haber recibido algún tipo de amenaza, algún tipo de agresión o por ejemplo, mujeres u hombres dentro de la violencia de género”, según Jiménez. Las desapariciones voluntarias, como la de Carlos, son menor en número pero no dejan de suponer un drama para las familias.

La ‘muerte presunta’ y la declaración de ausencia

Cuando las personas no aparecen, lo importante es mantener la calma y seguir la búsqueda. Muchas veces las familias deben superar obstáculos burocráticos que no facilitan su labor. Francisco Jiménez denuncia este hecho y explica que, por ejemplo, “para poder localizar un teléfono móvil hay que pedir una orden judicial, que puede demorarse hasta 14 días, y esto es una barbaridad”.

Cuando ha pasado suficiente tiempo, la Ley española permite dos tipos de resoluciones en cuanto a los desaparecidos: la ‘muerte presunta’ o declaración de fallecimiento, por un lado, y la declaración de ausencia, por otro. Jiménez explica la diferencia: “La declaración de ausencia se hace dos años después desde la desaparición de la persona. La familia puede tener acceso a sus bienes. Para la declaración de fallecimiento hay que esperar un mínimo de 10 años para que el juez la autorice. Para una persona joven se necesitan más de 10 años”.

Las trabas burocráticas estancan a las familias en una desesperación que, unida a la de la ausencia del ser querido, puede ser fatal. Las desapariciones pueden ser voluntarias o involuntarias. La odisea que viven los familiares para encontrar una pista del paradero de una persona es la misma en todos los casos. A veces deben contar con los medios de comunicación, otras deciden no hacerlo. En algunas ocasiones es precisamente la presencia mediática la que los aleja de los suyos, como ha ocurrido en el caso de Carlos Sánchez que, asustado por la situación, ha continuado su viaje solitario hacia quién sabe dónde, hasta quién sabe cuándo.

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