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El hambre no descansa los domingos, Carlos Soler tampoco

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A las puertas de la sede madrileña de la fundación Altius espera, desde las nueve de la mañana, un pequeño grupo de personas para recoger su comida del día. El reparto no empieza hasta la una, pero prefieren estar ahí los primeros: saben que después la cola se alarga. Al otro lado está Carlos Soler, un granadino de 28 años que, desde hace unos meses, cocina un menú cada domingo para quien lo pueda necesitar. Apenas lleva unas semanas en este local, pero antes ya lo hacía en la plaza de Jacinto Benavente, en Madrid, donde la cola llegó a ser de 200 personas.

Todo empezó en enero, cuando la borrasca Filomena arrasó gran parte del país y cubrió la capital en un grueso manto de nieve. Carlos solo podía pensar en quienes viven en la calle: «La nieve nos llegaba hasta el pecho, y yo me preguntaba qué podían hacer, cómo estaban comiendo y dónde estaban durmiendo», nos cuenta. Entonces se enteró de que la Comunidad de Madrid había habilitado una serie de estaciones de metro para que se pudiesen refugiar, y no lo dudó ni un segundo, enseguida bajó con comida caliente y mantas para que su situación fuese algo más llevadera. Allí conoció a una ‘peña’, «gente sin parentesco que vivía en la calle y había creado una familia». Al pasar el temporal, le pidieron que les bajara algo de comer el domingo, porque ese día no abren los comedores sociales. Cada semana, las personas que no tienen nada que llevarse a la boca se quedan un día sin comer o se ven obligados a conseguir alimento de cualquier otra forma. Ante esta situación, Carlos empezó a bajar un menú cada domingo a quienes se lo pedían. Así nació Un Domingo Solidario.

Primero fueron diez, luego cincuenta, después más de cien… y la cola de los que esperaban su comida acabó atravesando la plaza. El número de voluntarios que le ayudaban también empezó a crecer, y las donaciones de comida pronto se multiplicaron. Unas semanas más tarde corrió la voz y llegó a oídos de la fundación Altius, que le cedió su local, inutilizado los domingos, para tener dónde guardar los alimentos y cocinar para tantas personas. «Antes tenía que guardar las donaciones en el patio comunitario de mi casa, había hasta palés llenos de comida, y preparaba ollas y ollas en mi cocina. Aquí tengo una infraestructura, ollas mucho más grandes, una nevera de frescos, congeladores…», celebra Carlos. El respaldo de la fundación también le ha permitido organizar mejor la labor de los voluntarios. De hecho, la lista para ir a ayudar ya está llena hasta septiembre.

El hambre no descansa los domingos, Carlos Soler tampoco
Voluntarios preparan bolsas para las familias de Un Domingo Solidario | Foto: Carlota Miguel

Y es que quien va una vez siempre quiere repetir. Así le pasó a Samu, que en un principio fue puntualmente como representante de la fundación y ha acabado apuntándose todos los domingos «porque engancha». Engancha el proyecto pero, sobre todo, dice, «la personalidad de Carlos, el ambiente de alegría y de ayuda». Por eso se enganchó también Carolina. Lleva participando desde febrero y ha visto crecer Un Domingo Solidario «como una joya preciosa, que empezó siendo un diamante en bruto y se ha ido puliendo». Y por eso se han enganchado Bea y Valerie, menos veteranas, pero igualmente convencidas de que volverán. A la segunda le habló del proyecto su hija Noelia, que lo conoció por redes sociales y lleva acudiendo desde que estaban en la plaza de Jacinto Benavente. Ella también lo tiene claro, «la palabra para describir Un Domingo Solitario es una persona y es Carlos».

Todos los que le conocen coinciden: su alegría y su solidaridad son contagiosas, y siempre ha sido así. Desde pequeño, Carlos ha tenido una fuerte vocación solidaria y ya se ha ganado, en más de una ocasión el mote de ‘ángel de la guarda’. A raíz del primer estado de alarma y aprovechando su faceta de influencer, decidió hacer un llamamiento en redes sociales por si alguno de sus seguidores conocía a alguien que lo estuviera pasando mal. El mensaje se expandió, familias de todas las esquinas de España le empezaron a escribir y Carlos fue su altavoz. Así pudo unir a gente que necesitaba ayuda con otros que vivieran cerca y pudieran ayudarles. En Navidad tampoco paró, e hizo una recogida de juguetes para que todos los niños pudieran tener una ilusión.

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Cola a las puertas de la sede de Un Domingo Solidario | Foto: Carlota Miguel

No son tiempos fáciles, las secuelas socioeconómicas, desgraciadamente, son cada vez mayores y se alargarán más que las sanitarias. La demanda del Banco de Alimentos, por ejemplo, ha crecido un 40% desde el inicio de la crisis. Desde marzo del año pasado, reparten más de 2 millones de kilos de alimentos al mes para las 190.000 personas con necesidades alimenticias de la Comunidad de Madrid. Son los llamados «nuevos pobres», que han perdido su empleo y ya no llegan a fin de mes. En la propia fundación Altius, antes de la pandemia atendían a unas 200 familias. Ahora son 2.000 más, y asisten a casi 8.000 personas.

Además de los voluntarios, cada Domingo Solidario cuenta con un invitado especial, alguien con influencia en las redes sociales que pasa allí el día colaborando con ellos y dando visibilidad al proyecto. La semana pasada tuvieron la visita de la actriz y cantante Jedet y de la instagramer Elena Bueno, que estuvieron preparando y repartiendo el menú de ese domingo. Un menú que siempre cuenta con un plato contundente de comida caliente y una bolsa con un bocadillo y una bebida para que se lo puedan guardar. «Dicen que está muy bueno, y es que está hecho con mucho amor», confiesa ‘Carlos el chef’, como ya le conocen, que además siempre ha sido aficionado a la cocina. También incluyen gel hidroalcohólico, champú, y cualquier otro producto que les hayan ido donando durante la semana. Los alimentos son siempre muy bienvenidos, pero también necesitan comida de bebés, leche o productos de higiene.

El hambre no descansa los domingos, Carlos Soler tampoco
Jedet y Elena Bueno preparan parte del menú en Un Domingo Solidario | Foto: Carlota Miguel

Tener un sitio donde poder seguir ayudando a la gente era uno de los sueños de Carlos cuando empezó el proyecto. Eso y sacar a alguien de la calle y, por lo que nos cuenta, también está a punto de conseguirlo. Ahora su gran objetivo es que Un Domingo Solidario llegue a la mayor cantidad de gente posible, «que todo el mundo se entere y, por lo menos, sepan que estamos aquí. Si no vienen, que sea porque no quieren, no porque no lo sepan». Domingo a domingo y comida a comida, Carlos quiere seguir haciendo la vida de mucha gente un poquito mejor, para que cada vez más personas puedan tener su propio ángel de la guarda.

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