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Un 'apagón' está detrás de las migrañas

Es una de las enfermedades más comunes en el mundo. En España, cerca de 3,5 millones de personas padecen migraña, según datos de 2015 de la Sociedad Española de Neurología, de los que casi un millón son casos crónicos. Se trata de un mal que condiciona enormemente en el día, hasta el punto que un 42% sufre algún tipo de discapacidad por esta dolencia. Al intensísimo dolor de cabeza lo acompaña una hipersensibilidad a la luz, a los ruidos, a los olores, también la sensación de nausea. Lamentablemente, todavía no hay una cura efectiva contra esta enfermedad, tan solo soluciones que ayudan a mitigar los efectos.

Un ‘apagón’ está detrás de las migrañas

Es una de las enfermedades más comunes en el mundo. En España, cerca de 3,5 millones de personas padecen migraña, según datos de 2015 de la Sociedad Española de Neurología, de los que casi un millón son casos crónicos. Se trata de un mal que condiciona enormemente la vida diaria de quienes la padecen, hasta el punto que un 42% sufre algún tipo de discapacidad por esta dolencia. Al intensísimo dolor de cabeza lo acompaña una hipersensibilidad a la luz, a los ruidos, a los olores, también la sensación de nausea. Lamentablemente, todavía no hay una cura efectiva contra esta enfermedad, tan solo soluciones que ayudan a mitigar los efectos.

Mientras, hay multitud de investigaciones activas para encontrar el modo de atacar el problema. Un estudio reciente de la Universidad de Pensilvania ha identificado la actividad eléctrica específica que se produce en el cerebro y que provoca la migraña, y sus autores han comunicado a su vez que han encontrado un modo de atacar el dolor, al menos en sus experimentos con animales.

Y si bien no tienen un tratamiento plenamente efectivo contra ella, se encuentran mucho más cerca de conocer los mecanismos cerebrales que están detrás de su origen. Lo han logrado aplicando modelos computacionales de la biofísica de la despolarización cortical extendida, unas ondas que los expertos vinculan desde hace años a las migrañas y al deterioro neurológico.

Los autores del estudio sostienen que atendiendo a las ondas que intervienen advirtieron que se produce una especie de apagón al comienzo del fenómeno que estaría detrás de su origen, y que la aplicación de corrientes eléctricas puede influir directamente sobre el mismo. De hecho, el profesor Steven J. Schiff, experto en neurocirugía de la Penn State, asume que aplicando ciertas corrientes se puede empeorar la intensidad del dolor o, en caso de ejercer la corriente contraria, aminorarlo.

“Pensamos que si detenemos la fase inicial –el aura–, podemos detener el resto”, explica Schiff en una declaraciones recogidas por la revista Futurity. “Descubrimos que la carga necesaria para detener la expansión de la depresión era opuesta a la que creíamos. Una vez aplicamos la carga opuesta, el avance del fenómeno se detuvo”. El uso de esta carga detuvo la propagación de las ondas en cerebros de rata, y lograron poner fin al episodio de migraña.

Los autores de la investigación argumentan que esta conclusión se puede probar ya en pacientes, que este método demostraría su efectividad en ensayos clínicos en cerebros humanos. Al menos en los casos más leves: las personas con migrañas más severas presentan complicaciones mayores y, presumiblemente, ratios de efectividad más bajos. “Nos esforzamos por reparar el cerebro para que no sea susceptible de padecer migrañas”, dice Bruce J. Glickman, director asociado del Centro de Ingeniería Neural de la misma universidad. “No tanto para controlar las migrañas o su expansión cuando comienza, sino para aproximarnos a una capacidad de intervención más importante”.

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