THE OBJECTIVE
El archivo del buitre

María Guardiola humilla a sus compañeros Mazón y Mañueco al repudiar sus pactos

¿Por qué la lideresa del PP extremeño no permite que gobierne el partido más votado, que en esa comunidad fue el PSOE?

La presidenta del PP de Extremadura, María Guardiola, dice que no quiere gobernar con Vox porque, según dice, Vox es un partido que no reconoce la violencia machista. Eso sí, resulta un tanto extraño que, si considera a ese partido tan impresentable, sí estuviera dispuesta a aceptar sus votos para ser presidenta siempre que fuera a cambio de nada e incluso a llegar un acuerdo programático siempre y cuando no tuviera que repartir sillones con ellos.

Dice Guardiola que ella no puede «dejar entrar en el Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes deshumanizan a los inmigrantes y a quienes tiran a la papelera la bandera LGTBI». Si tiene tal análisis de Vox, sorprende que no se encuentre incómoda militando en el mismo Partido Popular que acaba de dar entrada en el Gobierno de la Comunidad Valenciana a ese partido indeseable, y en el mismo Partido Popular que hizo lo mismo en el Gobierno de Castilla y León. Y el mismo partido al que ella misma estaba dispuesta a aceptar entregarle la presidencia del parlamento extremeño. 

Guardiola hizo público su descubrimiento de que Vox era un partido tan canalla justo después de perder la votación por la presidencia de la Asamblea de Extremadura. ¿Si Vox sí hubiera aceptado dar su apoyo parlamentario a Guardiola durante cuatro años gratis hubiera abierto los ojos Guardiola tal grado de malignidad en la formación de Abascal, liderada por Pelayo en esa comunidad? ¿Comparten Mañueco y Mazón esa visión de Guardiola? Es decir, que han accedido al poder en sus respectivas comunidades gracias al apoyo de esos individuos que, según Guardiola niegan la violencia machista y deshumanizan a los inmigrantes. 

Lo que Guardiola no acaba de explicar es por qué impide que en Extremadura gobierne el candidato más votado y defiende la vía de una repetición electoral renunciando a la medida más lógica de acuerdo con el discurso que expone: que se permita gobernar al candidato más votado. Para empezar, porque eso sería respetar la estrategia del presidente de su partido, que quiere recuperar un ambiente favorable para que el bipartidismo acuerde que el partido más votado sea el que gobierne, que en el caso de Extremadura, ha sido el de Guillermo Fernández Vara.

Un Guillermo Fernández Vara que anunció la noche electoral su retirada política diciendo que los extremeños ‘no le querían como presidente’, por asumir que el PP y Vox tenían semejanzas como los dos partidos de la derecha extremeña. Pero si resulta que esas semejanzas a nivel extremo no existen, porque Guardiola siente que tiene más semejanzas con el PSOE y que coincide con ellos en considerar que Vox es un partido machista y xenófobo, lo único que uno no entiende es: ¿por qué María Guardiola se niega a permitir que Vara sea presidente de Extremadura? 

No deja de ser destacable ver lo fácil que fue para el PP regalar puestos y cargos, uno detrás de otro, a los de Ciudadanos en 2019 incluso cuando en muchas de estas instituciones los naranjas nunca llegaron a tener la fuerza electoral que ahora tiene Vox y que en no pocos casos sus votantes son, precisamente, exvotantes del PP.

Los riesgos de una repetición electoral: el precedente de Asturias

Santiago Martínez-Vares, el tertuliano de La Sexta que, según El Mundo asesora y dirige la comunicación de María Guardiola, manifestaba no hace mucho en Al Rojo Vivo su convencimiento de que Vox debía entregar sus votos gratis al PP en cierta comunidad y que si esto no se producía, debían irse a una repetición electoral porque eso llevaría al PP a alcanzar su ansiada mayoría absoluta.

El único punto que no acaba de cuadrar en este planteamiento es que Isabel Díaz Ayuso en Madrid y Moreno Bonilla en Andalucía, los dos últimos ‘barones’ peperos en alcanzar ese top, lo lograron sólo después de haber podido realizar una gestión de gobierno de la que poder presumir ante sus electores, una opción por la que no ha pasado aún María Guardiola.

La situación en Extremadura podría parecerse más a la de Asturias en 2011, cuando la derecha, por primera vez, alcanzó mayoría absoluta para gobernar en un principado habitualmente de mayoría electoral de izquierdas. Para tomar el poder sólo hacía falta que se pusieran de acuerdo los dos partidos de ese espacio, Partido Popular de Asturias y Foro Asturias (FAC). Pero ni Álvarez Cascos parecía dispuesto a repartir el poder con sus antiguos compañeros peperos ni estos a darle tregua. El resultado fue apostar por una repetición electoral en la que el PP centró su campaña en culpar de la repetición a FAC y FAC en culpar de la repetición al PP. ¿El resultado? La repetición electoral en Asturias dio de nuevo la mayoría a la izquierda. Han pasado ya más de diez años desde entonces y la derecha no ha vuelto a tener oportunidad alguna en esta ciudad.

Los votantes del PP y Vox en Extremadura bien podrían decir, si se optara por la vía de la repetición (que es tanto como decir que han ‘votado mal’), a Guardiola y Pelayo: «¿Qué hicisteis con nuestro voto?». Si no se puede o no se quiere pactar, antes de pensar en reventar la legislatura y decirle a los extremeños que no saben votar bien, ¿no debería Guardiola permitir que gobierne el candidato más votado, más aún si tiene tantos puntos en común con él?

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