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El coche eléctrico recibe una lluvia de reveses durante su semana más difícil en años

El primer palo en toda la testa lo ha recibido de manos del gigante de los alquileres de coches Hertz

El coche eléctrico recibe una lluvia de reveses durante su semana más difícil en años

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La movilidad eléctrica ha adquirido en pocos días el aspecto de un saco lleno de gatos. En España se vendieron 51.623 vehículos a batería el pasado 2023, con un crecimiento de casi el 70% con respecto al año anterior. Pero a juzgar por lo acaecido en los últimos días, parece que les han lanzado una maldición bíblica.

Es como si el universo se hubiera confabulado contra los coches eléctricos, porque las primeras jornadas de 2024 se les están mostrando como tortuosas. El primer palo en toda la testa lo ha recibido de manos del gigante de los alquileres de coches Hertz. La compañía apostó fuerte por electrificar su flota y realizó una de las mayores compras en bloque de coches eléctricos que se han conocido. Se han arrepentido.

Marcha atrás

Hace poco más de dos años se embarcaron en un programa de fuertes inversiones en este sentido. En el plan inicial se anunció la adquisición de 100.000 Teslas y 65.000 Polestar en un periodo de cinco años. La idea era que al menos el 25% de sus coches fueran eléctricos a finales de 2024. Contra todo pronóstico, los de Chicago han hecho público que se van a deshacer de manera inmediata de unas 20.000 unidades de vehículos de la marca Tesla en su flota estadounidense.

La idea ulterior no es otra que reintroducir coches de motor térmico en su inventario. Aducen dos causas principales: la falta de demanda por parte de la clientela, y los altos costes de las reparaciones en caso de avería o accidente. En sus cálculos, solo en el último trimestre del año, las pérdidas por estas últimas causas supusieron para la empresa un déficit de algo más de 220 millones de euros. Con semejantes gastos y sin conductores interesados, es muy difícil hacer rentables estos vehículos.

Llegó el frío

Martín Barreiro presenta uno de los espacios de información meteorológica más seguidos de España, el de la primera cadena de TVE. Desde que cambiamos de año afirma que hace frío, y mucho; lo que no dice es que los coches eléctricos son frioleros. Cuando la temperatura baja demasiado, las reacciones químicas de sus baterías tienden a mostrarse cachazudas, y pierden más rendimiento del deseado. Si el conductor realiza recorridos cortos, urbanos, y tiene un cargador a mano, sus problemas son nimios. Muy distinta es la historia si tiene que hacer mucha carretera, con centenares de kilómetros para alcanzar su destino, porque entonces es cuando se topa con uno de los talones de Aquiles de lo eléctrico.

Los modelos más avanzados suelen disponer de bombas de calor, que aclimatan los acumuladores antes de comenzar a rodar, pero no todos los equipan, y es cuando se viven situaciones inesperadas. Es habitual que cuando la temperatura de la batería se encuentre alrededor de los 10-15 °C, se reduzca de manera sensible la capacidad de carga. Pero según el termómetro baja más, su eficiencia decae de manera dramática, con descalabros medios en el rendimiento de entre el 15 y el 25%, y la consiguiente pérdida de autonomía. Esto le ocurre a cualquier aparato que equipe baterías de litio, pero en un altavoz, un teléfono o una cámara fotográfica, esta circunstancia resulta anecdótica; no es lo mismo cuando no puedes llegar a casa tras un viaje, o te ves en la obligación de andar parando a enchufarte donde en otra ocasión solo saludaste al pasar.

Todos los coches sufren con el frío. De hecho, en los países nórdicos a todos se les cambian los neumáticos por ‘los de invierno’, y el combustible en las gasolineras es sustituido por otro de menor rendimiento, pero que es más resistente a la congelación. La consultora estadounidense Recurrent Auto ha llevado a cabo un estudio con datos obtenidos de más de diez mil vehículos, tras el que arroja cifras que dejan tiritando a muchos fabricantes de coches, y no de frío. El vehículo que más rendimiento pierde es el Volkswagen ID.4 de 202, con déficits de hasta el 46%, y uno de los que menos, el Audi e-Tron, con caídas del 16%, uno de los que mejor se comportan ante temperaturas muy bajas. Los Tesla probados estuvieron en una zona media, con reducciones de alrededor del 25% en su autonomía.

El reportero Pablo David González, de la web Km77, puede decir algo al respecto. Le dejaron un Lexus RZ para probar, y se bajó de un coche de lujo jurando en arameo. El japonés es excelente, un coche magnífico en comportamiento, dotación y acabados, pero su autonomía sufre en demasía cuando la temperatura cae por debajo de los 15 grados. El consumo anunciado es de unos 18 kWh y al probador se le fue a cerca de 30 en una reciente jornada de test. Temeroso de no poder llegar a su destino, tuvo que desactivar la calefacción, uno de los grandes consumidores de energía, y llegó a pasar frío en un coche de lujo.

París bien vale un eléctrico

La capital de Francia, como todas las del viejo continente, está fomentando el uso de vehículos no contaminantes. Aunque sus métodos sean más o menos discutibles, tienen razón. Por eso sus rectores sonreían al conceder a la compañía Zity de coches compartidos la licencia para operar en la Ciudad de la Luz.

La flota de vehículos desparramados por sus calles contaban con Renault Zoe y Dacia Spring entre ellos. El verbo está bien aplicado, rondaban, porque Renault, uno de los participantes iniciales y actual propietaria de Zity, ha decidido retirar sus Zoe de la circulación. El eléctrico más longevo, y uno de los primeros que sacó la marca francesa, —unos 500 asignados inicialmente a Zity— estaban siendo masacrados por sus usuarios. Poco a poco, y debido al problema, la cifra fue disminuyendo hasta desaparecer del todo.

El mal uso, la vandalización de muchas de sus unidades, y el trato indebido que han estado sufriendo no es que costase un dineral, que también; es que los dejaba inhábiles para el uso y con días de reparaciones por delante, necesarios para devolverlos a la calle. Empezaron a ofrecer el servicio en 2020, y el 15 de enero dejarán de estar disponibles para los más de 700.000 usuarios registrados en su aplicación.

Las grúas tampoco

Otro colectivo que está incómodo con los coches eléctricos son los de las grúas y plataformas que los han de recoger tras averías, accidentes o sencillamente, quedarse tirados sin energía. La Alianza de Auxilio en Carretera, que asocia a los servicios relacionados, advierte de las dificultades añadidas que conllevan este tipo de vehículos. Conllevan ciertos riesgos, como el de manejar baterías, con posibles descargas imprevistas, la ausencia de elementos de desconexión de la energía y diversas circunstancias que no están cubiertas por las aseguradoras, sus principales clientes.

Las averías más comunes de los coches de combustión suelen ser sencillas de reparar y apenas inexistentes en los eléctricos, aunque también las sufren. Las más habituales guardan relación con la batería y el cargador, por norma general, caros de reparar. Una vez arrastrados o elevados a las plataformas, suelen ser llevados a talleres concertados, en lugares alejados de los concesionarios de las marcas. Lo normal es que carezcan del equipamiento necesario, con los consiguientes riesgos, que no son ni mayores ni menores, sino distintos, y requieren otro tratamiento alternativo al conocido. ¿Un ejemplo? Está demostrado que los vehículos eléctricos se incendian menos que los térmicos, pero cuando se accidentan, es bastante acostumbrado que la batería sufra daños que acaben en un incendio justo tras el incidente u horas más tarde. Nadie quiere que le ocurra esto en un taller que no está preparado para una eventualidad así.

Ataque naval

No es la primera ni va a ser la última. La naviera Armas Transmediterránea está rechazando subir coches eléctricos en sus ferris. Adjudicataria de la línea Cádiz-Canarias se ha negado en varias ocasiones a subir en sus buques coches eléctricos para sorpresa —y enorme disgusto—, de sus propietarios.

Esto fue lo que le ocurrió a un ciudadano llamado Roberto Amorín el 28 de octubre pasado. Cuando fue a subir con su MG4 eléctrico en Gran Canaria para venir hasta la península, los empleados de la naviera le impidieron el acceso al ferry ‘Ciudad de Valencia’. Como explicación, alegaron «el sentimiento de preocupación al conocer los efectos generados por el incendio de un automóvil de estas características». No es el único caso y más conductores en condiciones similares se han visto afectados. El problema no es ya práctico, sino legal. La naviera es consignataria de esta línea a cambio de ofrecer un servicio público de obligado cumplimiento, lo que conduce a una situación inédita: todos los coches son iguales ante la ley, menos los eléctricos, que son otra cosa.

Y ahora, también los hutíes

No, los rebeldes yemeníes apoyados por Irán no tienen nada en contra del coche eléctrico. Es más, posiblemente jamás hayan visto uno, les da igual. El problema es otro. Es que el conflicto armado que protagonizan en el Mar Rojo está afectando a las líneas de suministro de marcas como Tesla, en concreto a la Gigafactoria de los californianos en Berlín.

La compañía que preside Elon Musk ha anunciado la parada de casi toda su producción en su fábrica europea. La falta de piezas y componentes procedentes de Asia les está afectando, y los tiempos de transporte son ahora más largos debido a los cambios de rutas de los cargueros. La vía navegable del canal de Suez es el camino más corto para ir por mar de Asia a Europa, y supone el 12 % del tráfico marítimo mundial. Esta vía está atorada a cuenta del conflicto armado entre los houtíes y las armadas de varios países, que liderados por los Estados Unidos, está repeliendo los ataque sufridos recientemente por diversos barcos mercantes.

Asaltos en helicóptero de cargueros, drones explosivos lanzados contra petroleros, o portacontenedores secuestrados han conducido a esta situación, que mientras no sea neutralizada, el paso por el Mar Rojo es un peligro. Compañías de transporte marítimo como MSC o Maersk ya han buscado otros caminos, bordeando África a través del cabo de Buena Esperanza, lo que conlleva que el transporte sea más lento a tenor de distancias muy superiores. Las vías alternativas suponen unos diez días extra en los viajes, con un incremento en costes, plazos y contaminación considerable. Las cadenas de suministro están fallando no solo a Tesla, sino a otras marcas, o como Ikea.

Los de los coches eléctricos celebraban el crecimiento de las ventas, pero las circunstancias ajenas a los propios vehículos les están empañando las copas de cava. Llegarán tiempos mejores, pero no son estos.

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