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Opinión

¿Pero cuándo demonios rompieron Rosalía y Rauw Alejandro?

«Merecemos saber cuándo demonios rompieron de verdad, para saber si además del Grammy hay que darles un Oscar»

¿Pero cuándo demonios rompieron Rosalía y Rauw Alejandro?

Rosalía y Rauw Alejandro, en una imagen de sus redes sociales.

Hoy en día, una mega estrella de la música no solo arrasa en descargas y ventas de entradas para sus giras, convierte en virales sus stories, está presente en los medios, se hace notar a golpe de tuit. Una mega estrella no solo canta y canta, marca tendencia en moda, es un referente de opinión, es un modelo de vida. Sus seguidores, lo que antes llamábamos fans, están pendientes de cada foto que postea, de cada idea que comunica, de cada prenda que luce, de cada gesto y lo que eso pueda significar: la mega estrella está triste porque ya no tiene es brillo en los ojos, la mega estrella está enamorada porque lanza un mensaje oculto a su amado, un beso fugaz, un guiño cómplice. La mega estrella es esclava de millones de miradas, las mismas que sostienen el negocio de su carrera musical, las miradas de aquellos que se saben sus canciones de memoria, hacen acampadas para conseguir los mejores sitios en sus conciertos.

Rosalía es una mega estrella. Y está envuelta en un culebrón del que no sabe cómo salir. Durante tres años, su relación con Rauw Alejandro ha sido un cuento viral de hadas: ahora nos grabamos haciendo un divertido test de compatibilidad, para que el público vea que hacemos match; ahora nos hacemos un selfies acurrucaditos, que es importante transmitir que vivimos pegados el uno al otro, como lapas…. Y una lluvia de likes bendiciendo la exhibición romántica, el baño de azúcar. Cuantas más carantoñas, más reacciones. Y cuantas más reacciones, el ronroneo de la maquinaria de la promoción no para. Eso sí, gratis total para su público, no como Tamara y Álvaro Onieva, que apostaban al Premium. ¡Si hemos tenido hasta las lágrimas y el rimmel corrido de Rosalía al ver el anillo de compromiso que le regaló su Rauw!

El anuncio de la boda generó todo un aluvión de peticiones de invitación por parte de famosos mediáticos que no querían perderse tamaño evento: en esta ceremonia no estarían prohibidos los teléfonos móviles, al revés, alguna marca de telefonía debería haberlo patrocinado. Y ya todos soñábamos con las surrealistas mesas de invitados, una mezcla de artisteo patrio y estrellazas de Hollywood. ¿A cuánto de cotiza el selfie de Beyoncé con Belén Esteban? Porque la de Paracuellos habría dado el cante, de mesa en mesa, haciéndose fotos con las amigas de su amiga del alma. Menudo cuadro.

No pudo ser. No habrá boda. Y lo que ahora queda es un enigma que ha eclipsado incluso el descubrimiento de restos biológicos no humanos en naves espaciales rescatadas por las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, como se ha reconocido en la Subcomisión de Seguridad Nacional del Congreso. Estamos al borde de reconocer la existencia de una invasión alienígena, pero el mundo quiere saber cómo es posible que Rauw Aleandro diga su relación con Rosalía lleva meses rota. Porque, en ese caso, los cantantes no han tomado el pelo tanto como los militares que han ocultado las pruebas de vida de los alienígenas. Y llegados a este punto, ya no sabemos qué es más grave.

Rosalía no quiere hacerse la despechá y ha escrito un mensaje para calmar las aguas. Pero si la relación, como el dice el puertorriqueño, estaba rota hace tanto tiempo, ¿a qué tanto juego, tanta impostura? Ellos sabrán sus motivos, tampoco tienen la obligación de dar explicaciones. Ahora bien, si las dan, que al menos todo cuadre y no nos vendan cuentos chinos.

Antes, las historias de amor y desamor se hacían y deshacían en las portadas de las revistas. Según la elegida, se sabía el caché de la pareja: cuando una pareja llegaba al ¡Hola!, ya se podían morir en paz. Algunos analistas con exceso sentido de clase se burlaban si solo te alcanzaba para el Pronto, olvidando que sus reportajes canallas llegaban a un millón de lectores. Hoy, el papel couché no es la primera opción, ni de lejos. Rosalía y Rauw viven su duelo entre stories y fotos seleccionadas. Ellos controlan directamente la narrativa. Por ahora se lanzan mensajes cruzados. Sabemos que ella está triste. Luego llegarán los vídeos de soledad, de superación, la recuperación, el olvido. Y vendrá otro amor. Y vuelta a empezar el circo. Pero, carajo, merecemos saber cuándo demonios rompieron de verdad, que queremos saber si además del Grammy hay que darles un Oscar. Luego, si eso, ya hablamos de los ovnis.

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