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Opinión

Las renovables y la IA confirman que Belén Esteban es el futuro

A estas alturas de la película, Belén Esteban es mucho fenómeno sociológico para tenerlo atado y reducido al universo Sálvame

Las renovables y la IA confirman que Belén Esteban es el futuro

Belén Esteban. | Alejandra Svriz (THE OBJECTIVE)

Cuando se canceló Sálvame, quienes detestaban a Belén Esteban suspiraron aliviados: ya saben, muerto el perro, se acabó la rabia. Ja. La de Paracuellos dejó Telecinco para fichar por Netflix, vamos, que le dieron una patada hacia arriba, así que sus enemigos sólo pudieron sufrir un ataque de celos y como su reality de peripecias laborales por Latinoamérica no se ha estrenado todavía, no sabemos lo que nos espera, pero ellos al menos se pueden consolar agarrándose como un clavo ardiente a lo sucedido esta semana con su jefe, el dueño del cortijo: el monumental batacazo de los Cuentos chinos de Jorge Javier Vázquez, última opción del access time con ínfimos índices de audiencia, lo que viene a confirmar —según algunos— que los protagonistas de esa era de la televisión están amortizados. Me los imagino restregándose las manos mientras se regodean: «Si J.J. no levanta cabeza, Belén no podrá mover ni el culo con los 14 kilos que ha cogido estas vacaciones», porque ella se ha puesto fina en República Dominicana, tanto que ha pedido que ya no la llamen la princesa del pueblo sino la patrona: «Me lo voy a tatuar». Menuda es ella. En lugar de disimularlo, se señala los pechos, la tripa y el trasero para que se vea bien donde ha acumulado todo.

A estas alturas de la película, Belén Esteban es mucho fenómeno sociológico para tenerlo atado y reducido al universo Sálvame. Hace tiempo que lo ha superado por los cuatro costados. Es un icono pop: una generadora de contenido, convertida en meme, sticker o gif. Y es una marca. Ella tiene la suya propia, con sus sabores, sus patatas fritas y su gazpacho, pero también es imagen. Sorprende su último fichaje por el mercado eléctrico, donde ha sido elegida por una empresa de energía renovable que anuncia su fichaje para una nueva tarifa basada en la inteligencia artificial.

Podríamos hacer el chiste fácil de que lo hacen porque Belén es una estrella que brilla con luz propia (creo que mejor lo borro), pero lo cierto es que la campaña tiene otro encaje: «La empresa es una pequeña comercializadora que quiere abrirse camino para vencer a las grandes energéticas de todas la vida (Goliat), las cuales han monopolizado el mercado, ofreciendo precios abusivos. Vamos a tirar la primera piedra para conseguir un mercado eléctrico transparente, honesto con los consumidores». Aquí la cosa cambia. La lucha de Belén contra los Janeiro, contra los medios, contra todos por sacar adelante a Andreíta es la misma épica con la que se identifican los espectadores y, en este caso, los consumidores. Aquí, la princesa del pueblo se arremanga la falda para luchar por los débiles y proponerles una tarifa justa. Qué lista es la inteligencia artificial.

«Si Andy Warhol estuviera entre nosotros y solo pudiera elegir un personaje para inmortalizarlo en uno de sus icónicos y coloristas retratos, la elegida sería Belén Esteban»

La campaña publicitaria ha coincidido con el estreno de un nuevo juguetito, la plataforma Rask AI, que nos permite inundar las redes sociales de vídeos doblados a otros idiomas. Millones de euros invertidos y miles de horas de trabajo invertidas en investigación para la clonación de voz, y lo primero que hacemos los españoles es doblar el programa de La Resistencia en el que Broncano entrevista a Belén Esteban. Somos un cuadro. Es realmente adictivo: todos los momentos de Belén, que son unos cuantos, se reviven como si fuera una producción de Hollywood.

Sin referencias sobre su pasado, sin detalles sobre la construcción del personaje, por mucho que un espectador anglosajón la descubra a través de estos vídeos que ahora van a circular libremente, lo más probable es que no entienda nada. Como tampoco entenderá nuestra fascinación por el discurso sobre «el hombre blandengue» de El Fary, la declaración de amor de Bárbara Rey a Chelo García-Cortés, las discusiones entre vecinos de Aquí no hay quien viva o el discurso de Rajoy sobre si era el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde. Pero volvamos a lo nuestro, que nos perdemos.

Lo que parece claro es que si Andy Warhol estuviera entre nosotros y solo pudiera elegir un personaje para inmortalizarlo en uno de sus icónicos y coloristas retratos, la elegida sería Belén Esteban. Ella es, más allá de fobias y filias, un fenómeno que debe ser estudiado.

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