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Opinión

La venganza de Terelu se sirve en caliente

La hija de María Teresa Campos concedió una entrevista que destrozaba a Telecinco tras años de duchas escocesas

La venganza de Terelu se sirve en caliente

Ilustración de Alejandra Svriz.

Gracias al cine de Coppola y Scorsese, ambos marcados por huella de la mafia en la cultura popular que ambos contribuyeron a inmortalizar, sabemos de esa querencia de los sicilianos por sentarse a esperar a ver pasar el cadáver de su enemigo, disfrutando de cada segundo de la espera, a veces, eso sí, decorándola con alguna cabeza de caballo para darle emoción a la cosa. La cosa nostra. Es un placer italiano que no todos compartimos. Cuentan que Paolo Vasile, el que fuera consejero delegado de Mediaset, se recreaba en ella en cuerpo y alma. Y que con María Teresa Campos disfrutó como un enano.

Cuando la presentadora se marchó a Antena 3 y le llamó gilipollas en uno de esos brotes que a ella le daban cuando iba de sobrada, el italiano le hizo la cruz. Primero tuvo que arreglar el roto de audiencias que le hizo con su marcha, pero al colocar a Ana Rosa en las mañanas mató dos pájaros de un tiro siciliano: recuperó las mañanas y creó la némesis perfecta de la Campos, cuyo programa fue cancelado y cuyo contrato no fue finalmente renovado. Humillada, volvió a Telecinco con un argumentario fallido: «Como en el amor, puede que quieras mucho a una persona, pero la situación desemboca en una ruptura. Te separas, vuelves al mercado, ves lo que hay y vuelves a casarte con el mismo».

Hablé con Paolo Vasile el mismo día que murió María Teresa: «Me llamó gilipollas en directo, pero lo entiendo. Siempre pensé que, desde su punto de vista, ella tenía razón. Luego, con el tiempo, todo se calmó y ella volvió a la cadena». Lo que ambos olvidan en ese relato es la pesadilla de ataques furibundos y demandas que protagonizaron durante años, con Jorge Javier como brazo armado de una guerra sin cuartel contra la presentadora y su hija, Terelu, a la que no lanzaban dardos precisamente, ni granadas, ni siquiera misiles: eran armas de destrucción masiva.

«Terelu había pasado de presentar el ‘Deluxe’ a perder su silla como colaboradora en ‘Sálvame’, programa al que volvió tras superar el cáncer»

Vasile y la Campos sellaron la paz, pero en realidad fue una tregua que duró lo que duró ¡Qué tiempo tan feliz! Parece irónico. Luego llegaron los sapos. Y había que tragarlos a la fuerza. María Teresa pasó de presentadora a mera colaboradora, acabando su vida profesional como José Luis López Vázquez en La cabina, subida a un camión en una caja de cristal. Fue un fracaso monumental del que no se repuso. Para llegar a eso había tenido que vender su alma al demonio de los realities con Las Campos, en el que mostraba su intimidad con sus hijas, por las que seguía luchando para que no las dejaran a los pies de los caballos. Terelu había pasado de presentar el Deluxe a perder su silla como colaboradora en Sálvame, programa al que volvió tras superar el cáncer para que la pusieran de vuelta y media cada tarde.

La incorporación de su hermana Carmen Borrego, a la que bautizaron con apodos humillantes —a ella y a su papada, a la que trataban como una entidad con vida propia—, no hizo más que empeorar las cosas. Visto desde fuera, no se entendía la relación sadomasoquista de las hermanas con el programa. Mejor suerte, tal vez por entrar en Telecinco desde otra productora, tuvo Alejandra Rubio, hija de Terelu. La nieta de la Campos ha ido esquivando con más o menos suerte el campo de minas que vivieron su madre y su tía.

«Es la primera reina de las mañanas, nos abrió el camino a muchas», declaró el martes Ana Rosa al despedir a María Teresa Campos, palabras con las que intentaba matizar las de la víspera: «Llevaba muy mal perder y se llevaba unos cabreos tremendos». A todo esto, el mamporrero de AR, Alessandro Lequio, ya había dado su opinión en El programa del verano: «La única reina de las mañanas es Ana Rosa.».

El martes, destrozada por el dolor, Terelu concedió una entrevista en exclusiva a Antena 3, dejando a Telecinco fuera de juego después de todos estos años de duchas escocesas. Y dedicó estas palabras a Sonsoles Ónega: «Cuando empezaste el programa, ella me dijo que era digna sucesora de quienes somos, o hemos sido, reinas de la mañana». Ni Ana Rosa ni leches. Terelu, como Vasile en su momento, también hizo dos blancos de un solo tiro, pero a diferencia del italiano, no estuvo años esperando el momento para consumar la venganza: lo hizo al momento, desde el tanatorio, con su madre de cuerpo presente.

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