THE OBJECTIVE
Viento nuevo

Nadia y las fiestas nucleares

Calviño abre la puerta a invertir en energía atómica, aunque desde 1987 el BEI no quiere saber nada de nucleares

Nadia y las fiestas nucleares

La presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Nadia Calviño. | Europa Press

Nadia Calviño atusa su media melena rubia, atusa su traje de chaqueta verde, parpadea sus ojos zarcos, acaricia su pañuelito al cuello con el que Heidi ordeñaba a las cabras montaraces. Nadia Calviño, tras años de ecologismos, cuenta en la Bruselas de rascacielos calentitos y mucha pasta al mes por funcionario raso, unos veinte mil eurazos, que ya somos nucleares. Brindemos con el champán nuclear, y las copas nucleares, y la música nuclear, por estas fiestas nucleares. Brindemos por otro cambio de opinión, que es de rumbo, mientras dejamos el ecologismo por lo nuclear. ¡Somos nucleares! ¡Somos europeos!

Si hacemos historia, con los labios nucleares y contando por los dedos ecológicos en contacto con los mocos y el abono, el BEI, banco que preside Calviño, rechaza todos los proyectos de energía nuclear desde 1987. Desde los ochenta nada quisieron con las nucleares y, específicamente, con las nucleares alemanas, que son las peores nucleares de todo el mundo nuclear posible. Ahora Europa, asunto curioso, necesita estar activa para no quedarse atrás en los reactores modulares. La institución financiera se abre de patas para financiar todo proyecto nuclear que se ofrezca, además aumenta la inversión en defensa y quiere ser la reina de la nueva política prestamista multilateral mundial. ¿Es de izquierdas todo eso?

Nadia Calviño se limpia las uñas, estira los dedos, masca chicles de clorofila no nucleares, y recuerda cuando cogió las riendas del Banco Europeo de Inversiones (BEI) de las manos de un alemán, asunto curioso, un tal Werner Hoyer, que igual le dijo varias cosas al oído mojado. Hay que escribir de oído, dijeron los clásicos; hay que ser orejero, dijeron Antonio Gades y el torero Lalanda. Calviño, ahora, en larga entrevista a la prensa inglesa que aquí no sale, sí, cuenta, repentinamente, la intención de contradecir a su predecesor y tomar rumbo nuevo. Hoyer no quería inversiones nucleares, pese a ser alemán, y se mostraba reacio al riesgo. Calviño maneja quinientos mil millones de euros y dice que no pone en ninguna parte no pueda invertir en energía atómica. Reconoce, eso sí, que desde 1987 el BEI no quiere saber nada con nucleares. 

Lo curioso del bisne es que los reactores modulares de marras se encuentran todos embrionarios, en proyecto, entre la investigación y el desarrollo. Solo Rusia y China (ay, qué miedo) destacan en dicha tecnología, mientras otros solo preguntan tímidamente por ella (Francia, Estados Unidos). Cuentan por los bares caros y enmaderados de la Bruselas calentita, ajena al frío, que fue Francia (nuestro amigo Macron del que hablamos ayer) quien exigió nucleares y más rollo en defensa, precisamente como cobro a apoyar a Calviño al frente del BEI. Así hoy Macron aplaude la decisión de Nadia ‘la Nuclear’, reconoce la relevancia del sector y todo son parabienes por los escaparates públicos de los medios más untados. Diversos sabios muy ecologistas, todos con la barba de comer muchos fideos y los labios escépticos, dicen, entre susurros, que las nucleares jamás pueden utilizarse para el bien. Que ahí, sí, tiene razón Macron, cuando une nucleares y defensa, porque son el auténtico negocio de la guerra pura y dura. Nadia, como los ábalos voladores y trepadores, respecto a su amigo el portero del burdel y lupanar, quiere hablar de «seguridad». Europa es un magnifico club selecto.

Respecto a los préstamos, siempre todos tan cerca de la usura, ya desde su nomenclatura difusa, el BEI apoya esta otra línea nueva, algo subterránea, un poco fea, pero que puede producir ganancias a mansalva. Otra política económica (prestamista)  permitirá al BEI invertir en artículos de doble uso, como los drones con fines militares y civiles, con exclusiones de armas y municiones, por el momento. Vaya, vaya, parece que el sueño de rearme permanente de Macron ofrece nicho y edredón mullido en las libretas mojadas de Nadia Calviño. Nucleares, préstamos, drones con fines militares y un BEI que ya suena a tanque, pronunciado en voz alta, con ese monosílabo con el que se le dice al rottweiler que tiene los espaguetis puestos en el plato. Finlandia va más lejos, en dichas reuniones festivas, las de las fiestas nucleares, y pide que el BEI financie armas, lo que se disfraza como una ampliación de la defensa según el marco jurídico actual, y a ello un coloreado grupo neutral se opone: Austria, Irlanda, Alemania (Werner Hoyer, sí, parece que dice lo mismo con el cargo en el BEI que sin él, de ahí esa postura alemana que desespera a Nadia/Macron). 

Las nuevas fiestas verdes son todas nucleares. Calviño, ya bajo la bombilla mediática, habla sin rubores de incrementar la industria europea, a nivel de titular, cuya letra pequeña y molida son seguridad y defensa. El BEI aumentó el año pasado su financiación en dos mil millones para inversiones en defensa (de seis a ocho mil millones hasta el 2027). Putin tiene acojonado a todo el mapa Occidental, y más hoy y ayer, también mañana, cuando habla de que sus mejores nucleares están fuera del garaje. Calviño anda mareando a los accionistas y metiéndoles la novedad a cucharaditas: abre la boquita, rey, abre la boquita, que esto es lo bueno y lo nuevo. Fuera restricciones financieras y romper ya el techo del capital del 250%. Alemania, y la Triple A, avisan del cambio de calificación del banco. Algo impronunciable, no sea que nos manden un misil (verde) como invitación personal a esta nueva fiesta (nuclear) que ya comienza por todo lo alto.

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