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'El caso Cassez-Vallarta': el desastre policial que enfrentó a Francia con México

Netflix ha estrenado un nuevo documental basado en un supuesto secuestro que a los ojos de hoy resulta totalmente inverosímil

‘El caso Cassez-Vallarta’: el desastre policial que enfrentó a Francia con México

El 8 de diciembre de 2005, un equipo de periodistas de TV Azteca y Televisa entran con la Agencia Federal de Investigación (AFI) a una mansión, conocida como «Rancho Las Chinitas», al sur de la ciudad de México. El espectacular operativo culmina con la liberación de tres personas, dos adultos y un menor de edad, y la detención de dos: un hombre y una mujer. 

La policía se congratula y los medios de comunicación se hacen eco del gran logro. En un país con un número indeterminado de secuestros, el rescate de Ezequiel Yadir Elizalde Flores, Cristina Ríos Valladares y su hijo de 10 años es aplaudida por políticos y ciudadanos. Dos meses después, durante un programa en vivo que analiza el caso, se abre el micrófono para una llamada desde una cárcel. Es Florence Cassez, una de las detenidas y supuesta secuestradora, que tira una bomba antes de que se corte misteriosamente la llamada: lo que todo el mundo ha visto por televisión no fue un allanamiento en vivo, era una recreación aprobada por autoridades y medios de comunicación. 

Como se sospecha por el nombre y el acento, Florence Cassez no es mexicana. Es una mujer francesa que se enamoró del mexicano Israel Vallarta, un socio comercial de su hermano, Sebastien Cassez. La pareja, de acuerdo con la policía, se dedicaba a la industria del secuestro. Los medios compraron es versión y los ciudadanos repetían lo que las imágenes y titulares de periódicos vendían. Pero la realidad, como se cuenta en el documetal de Netflix, El caso Cassez-Vallarta: Una novela criminal, es muy diferente.

El director Gerardo Naranjo (Miss Bala, Voy a explotar) y el guionista Alejandro Gerber Bicecci (Historia de un crimen: Colosio) entregan un producto impecable de cinco episodios, que reflejan la corrupción imperante en México y lo fácil que resultaba en este país armar un caso para incriminar a cualquier persona. 

Una novela en tiempo real

Desde que se estrenó Making a Murderer, por allá en 2015, Netflix encontró una mina de oro en contar historias de personas enjuiciadas injustamente. De hecho, fue el primer gran true crime (crímenes reales) en posicionarse entre lo más visto del servicio de streaming. A partir de allí, cada mes nos llega un documental sobre un asesino en serie, un detenido inocente (o que parece serlo) y un desaparecido.

Por lo tanto, El caso Cassez-Vallarta no es precisamente original. Ya hemos visto cómo las autoridades de cualquier país son capaces de armar un caso para justificar una detención, aún cuando eso signifique arruinar la vida de muchos inocentes. Sin embargo, lo que que hace diferente a esta producción es el engaño en vivo y directo, sin efectos especiales. De allí que no sea sorpresa que en el título completo del documental se use la palabra «novela».

Sabemos que la obra del escritor Jorge Volpi, Una novela criminal (Alfaguara, 2018), ayudó al productor Pablo Cruz a darle forma al documental, pero resulta bastante obvio que en un país conocido por sus productos televisivos «rosa», que encumbraron la carrera de actrices como Verónica Castro, Lucía Méndez, Lucero, Thalía, o Kate del Castillo, la mejor manera de vender una historia es elaborar un relato de amor, crimen y castigo.

Que una mujer extranjera terminara siendo el cerebro de una organización dedicada al secuestro y que su enamorado fuera el brazo ejecutor, en un país extremadamente machista, y en un rublo peleado por hombres de comprobado pasado delictivo, fue un plato muy provocativo para los medios. Sin embargo, con la perspectiva que otorga el paso del tiempo, es un espectáculo realmente triste que la sociedad no se hiciera preguntas sobre lo que estaba sucediendo frente a sus ojos.

Los espectadores, por ejemplo, quedarán perplejos cómo en una entrevista en directo, frente a las cámaras, Israel Vallarta es maltratado por uno de los funcionarios que recién le ha detenido. Esto no parece molestar ni preocupar a los comunicadores sociales que siguen ametrallando con sus preguntas a un hombre evidentemente golpeado en el rostro, con rastros de sangre en la boca.

Pruebas forzadas, testimonios inverosímiles, testigos inventados… el desfile de irregularidades son proporcionales a la corrupción comprobada de sus instigadores. Por ejemplo, Genaro García Luna, que dirigía en ese momento la AFI y gracias a casos montados como este, terminó liderado la Secretaría de Seguridad Pública en el sexenio de Felipe Calderón, fue detenido en Estados Unidos en 2019, acusado de proteger al Cártel de Sinaloa, entre otros delitos ligados al narcotráfico.

Y Luis Cárdenas Palomino, mano derecha de García Luna en este espectáculo bochornoso y que estuvo presente en las detenciones, fue arrestado en México en 2021, acusado de tortura contra los familiares de Israel Vallarta.

Víctimas de dos presidentes

Es obvio que El caso Cassez-Vallarta refleja la corrupción aún presente en México y la vulnerabilidad de las familias que no tienen poder, pero donde brilla la producción es en mostrar cómo el ego de dos presidentes, Felipe Calderón y Nicolas Sarkozy, agravan el futuro de los detenidos. 

Si en la tragedia griega los humanos son víctimas de los arrebatos de los dioses, en el documental se repasa muy bien cómo los dos líderes fueron responsables directos de que Cassez perdiera casi una década de su vida en prisión y, peor aun, que Vallarta siga hoy preso sin haberse probado su delito.

Calderón y Sarkozy convirtieron el caso en un pulso de popularidad, lo que estropeó que la mujer pudiera regresar a Francia y su caso se revisara según los protocolos internacionales y, por otro lado, impulsó que personajes corruptos como García Luna y Palomino doblaran la apuesta e involucraran a más inocentes en un intento de convencer a la opinión pública de que existía un cártel de secuestro de apellido Vallarta.

Peor aún, el conflicto escaló hasta que los ciudadanos de Francia y México se forjaron una opinión motivada por el discurso nacionalista y no por los hechos, estropeando lazos culturales y obviando el peso en este drama de personajes más oscuros, como el empresario Eduardo Margolis. En conclusión, El caso Cassez-Vallarta: Una novela criminal es un documental obligatorio para todos los espectadores que disfrutan de las buenas investigaciones y un relato de la vulnerabilidad del hombre ante las instituciones; recordatorio de lo que dijo Milan Kundera en La Broma: «Porque vivir en un mundo en donde no se le perdona nada a nadie, donde nadie puede redimirse, es lo mismo que vivir en el infierno».

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