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El menú de la semana: escarabajos aburridos y vampiros sin alma

‘Blue Beetle’ y ‘El último viaje del Demeter’ prometen más que lo que cumplen

El menú de la semana: escarabajos aburridos y vampiros sin alma

Escena de 'Blue Beetle'.

Después de Barbie y Oppenheimer, Blue Beetle y El último viaje del Demeter eran publicitados como los dos grandes estrenos que sorprenderían a la audiencia. Lamentablemente, y a pesar de sus abultados presupuestos, naufragaron en sus pretensiones. La película del escarabajo azul y del barco maldito aburren como el agua en una cena navideña.

El puertorriqueño Ángel Manuel Soto dirige la película de DC, sobre un adolescente que por accidente obtiene los superpoderes de un escarabajo alienígena. La cinta es una suma de lugares comunes e incluso de escenas ya vistas en Iron Man, Spider-Man, Venom y un largo ectétera. El paso de la torpeza al dominio de un superpoder estaba bien para las primeras obras del género, pero en 2023 luce repetitivo. 

Es triste que obliguen a Jaime Reyes (Xolo Maridueña) a transitar por lo que miles ya pasaron, desde los problemas para entender su armadura, algo que Jon Favreau ya hizo en 2008 cuando nos presentó a Tony Stark (Robert Downey Jr) hasta las consabidas trágicas muertes que impactan en el adolescente (Spider-Man, The Flash). Incluso cuando pretende ser irreverente, Blue Beetle se queda corta si la comparamos con las desavenencias del simbionte que se apodera del cuerpo de Eddie Brock (Tom Hardy).

La evidente falta de originalidad intenta ser mitigada por una narración que hace énfasis en las costumbres latinoamericanas, en especial la mexicana. Al principio, son simpáticas las referencias a las telenovelas. La actriz Thalía es la heroína de la familia, por ejemplo, y El Chapulín Colorado «ayuda» en un momento clave. Si embargo, estos elementos lucen forzados y no encajan de manera natural en un guion muy descuidado. Al final, se siente como si quisieran obligar al espectador a que empatice con los protagonistas solo por el hecho de compartir la herencia cultural. 

Por otro lado, el uso de música latina se hace sin ningún tipo de coherencia o sentido. Esto es palpable cuando suena una canción de Soda Stéreo. Aburrido en tu silla, en lugar de emocionarte, te preguntas por qué ese tema está allí, existiendo otros, de la misma agrupación argentina, capaces de levantar un muerto. Ni siquiera tiene relación con la última imagen a la que se asocia. 

Aun así, lo anterior no es lo peor. Lo más vergonzoso de la cinta es ver a Susan Sarandon (Victoria Kord) lidiando con un personaje que parece salido de una comedia de Mike Myers (Austin Powers). Ella encarna a una villana a lo Lex Luthor, pero termina como una Cruella de Vil con traje. 

En conclusión, se entiende el mensaje de Blue Beetle: la familia es lo más importante y bla bla bla. Algo que ha repetido Dominic Toretto (Vin Diesel) en las 800 películas de Fast & Furious hasta convertirse en meme. Está buena la intención de celebrar a la comunidad latina, mas no la ejecución: un compendio de clichés entre tortillas, enchiladas y cumbias. 

Drácula se hunde

Si Blue Beetle lleva a preguntarte quién diablos pensó que contar el origen de OTRO superhéroe iba a calar (se han dado un tortillazo en la taquilla), en El último viaje del Demeter piensas en lo innecesario de draculín volador. De hecho, con las primeras escenas lo tienes clarito: esto es Alien, pero con un director que está a años luz de Ridley Scott

Había una leve esperanza, André Øvredal tiene en su espalda un brillante filme que maneja muy bien los conceptos básicos del terror: La autopsia de Jane Doe (2016). Sin embargo, la capacidad para hacernos sentir miedo con muy poco, dándole fuerza a dos protagonistas y un cadáver, no se repiten en este barco que navega sin ningún rumbo.

Pongo como ejemplo La autopsia de Jane Doe porque es de un presupuesto irrisorio y a cambio nos regala las brillantes actuaciones de Brian Cox (Tommy) y Emile Hirsch (Austin). Básicamennte, el guion se preocupa mucho por los personajes. Todo lo contrario sucede en El último viaje del Demeter. Los marineros son desechables, como comida para animales (que es lo que pasa, literalmente). Incluso hay una muerte que es desaprovechada y no causa el impacto que el realizador busca en el espectador.

Parte del problema de este trabajo es que el guion se basa en un episodio del libro de Bram Stoker, por lo que todo lo que sucede en el barco, que transporta el ataúd de Drácula, debe ser imaginado. Y quienes realizaron este ejercicio, realmente no se esforzaron. Solo pensaron en la vieja receta del gato y el ratón. El seguimiento del «diablo», como le llaman, a sus víctimas podría ser el de cualquier asesino serial. El pretendido elemento gótico apenas si se dibuja, y a pesar de que hay una buena cantidad de hemoglobina, la producción termina como un slasher común, desaprovechando a la leyenda que trata. 

El climax de lo insoportable en El último viaje del Demeter llega con un final que abiertamente llama a secuelas. Supongo que con el estrellón en la taquilla para Universal (6.5 millones de dólares en su primer fin de semana), desistirán de ello. Esperemos que El Conde (Pablo Larraín), una ficción en la que el dictador Pinochet es un vampiro anciano, le devuelva la dignidad a los chupasangres. 

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