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Una visión diferente (y cómplice) de la mujer a través del cine

Alfonso Basallo y Teresa Díez analizan filmes como ‘Tú y yo’, ‘El diablo viste de Prada’, ‘Gran Torino’ o ‘Cinco lobitos’

Una visión diferente (y cómplice) de la mujer a través del cine

'Thelma y Louise'. | Pathé Entertainment, Percy Main

¿Qué es la mujer? Para empezar, y como diría Julián Marías, muy citado por los autores aquí entrevistados, la pregunta está mal hecha. ¿Quién es la mujer? Ahora sí: la persona, como entidad que supera al mero individuo, es narración. Diez mujeres de cine (Didaskalos) se vale de un puñado de películas magistrales para describir la mitad femenina del concepto en acción, con retratos de mujer en distintas situaciones: la jungla laboral, el matrimonio, la maternidad, la conciliación, la relación con el hombre, la guerra de sexos, el machismo… 

Lo más novedoso es el ángulo elegido: narra (describe y analiza en sentido amplio) las narraciones un matrimonio. Teresa Díez es licenciada en Geografía y especializada en filosofía personalista; Alfonso Basallo es doctor en Comunicación, periodista y escritor. Las películas elegidas: Tú y yo, Caravana de mujeres, El diablo viste de Prada, La hija de Ryan, Revolutionary Road, Las nieves del Kilimanjaro, Thelma & Louise, Solas, Cinco lobitos y Gran Torino

La injusticia de la subordinación de la mujer a la perspectiva masculina ha quedado, afortunadamente, bien expuesta en estos últimos años. Menos para algún remanente cavernícola, queda claro que la mujer necesitaba su propia voz (esa habitación propia de Virgina Woolf) para hablar de sí misma. Pero, tras la acumulación de voces de mujeres individuales, llega otra propuesta: ¿y si en vez de un enemigo/lastre, el hombre se propone como aliado… y viceversa? «La mujer, por definición, siempre está vuelta o referida al hombre, igual que ‘la mano derecha está vuelta y relacionada con la izquierda’, como decía Julián Marías. Subrayando que somos diferentes, en contra del mantra ideológico de la igualdad, pero que es posible construir la unidad en la diferencia», reivindica Díez.

Además, este dúo en concreto se complementa a la perfección, explica Basallo: «Teresa, especialista en filosofía personalista y teología del cuerpo, elabora las ideas fundamentales, y yo redacto. Simplificando un poco, ella pone la letra y yo pongo la música, aunque los dos aportamos fondo y forma». Pero, sobre todo, «como matrimonio es divertido escribir juntos y sumamente enriquecedor», añade Díez, que recuerda los títulos anteriores del binomio, el exitoso Pijama para dos y su continuación Manzana para dos, como «apologías desacomplejadas del matrimonio y de la entrega». 

Su visión se antoja un poco a contracorriente, según los tan extendidos cánones que predice cierta intelligentsia políticamente correcta. «Habría que preguntar quién va contracorriente. Porque nosotros seguimos la corriente de la humanidad desde Adán y Eva hasta ahora, que es la corriente de la fascinación del hombre por la mujer y la complementariedad de los sexos. Hombres y mujeres construyen el mundo juntos, la guerra de los sexos (o la revancha del feminismo) no produce otra cosa que dolor y soledad», responde Basallo. Y Díez añade que «el matrimonio, la familia, nos cura del individualismo y nos salva del egoísmo. Y nos impide aburguesarnos, como refleja Las nieves del Kilimanjaro, de Robert Guédiguian, donde aparece la vertiente solidaria, social -e incluso socialista-, de la unión conyugal, con ese matrimonio de un sindicalista y su mujer, que tienen una maravillosa complicidad».

Contra los extremos

Al feminismo más extendido en la actualidad podrían rechinarles argumentos como el inspirado por Tres retratos de Eva, donde «la mujer será la brújula que le haga rectificar el rumbo a un Nickie desnortado». ¿No se le limita la individualidad a la mujer al subordinarla a su función en la vida del hombre? Díez niega la mayor: «Nosotros no hablaríamos de individuos, sino de personas. Y lo que te hace crecer como persona son los vínculos; y cuantos más vínculos tienes, más libre, eres. Y el vínculo por excelencia es el matrimonio y la familia».

No se eluden temas espinosos. «El machismo es una lacra que ha hecho y sigue haciendo mucho daño a la mujer, y lo denunciamos a través de los filmes de Ridley Scott y Benito Zambrano», dice Basallo. «Pero la solución no es ir al extremo del péndulo: el feminismo que demoniza al varón. La solución es el respeto, la consideración, aceptar al otro. Se trata de recuperar la fascinación entre varón y mujer y superar machismos y feminismos por igual. La revancha feminista no conduce a ninguna parte, como plasma literalmente el desenlace de Thelma & Louise».

El peliagudo asunto del papel de la mujer en el entorno laboral toma el protagonismo en El diablo viste de Prada, cuyo planteamiento, dicen, «tiene trampa, pues da a entender que la mujer está condenada a desfeminizarse en el mundo laboral». ¿Significa esto que tiene menos derecho a convertirse en un tiburón, a ser especialmente competitiva? «Significa que la mujer debe aportar -y de hecho aporta- su ser femenino, sus cualidades, al mundo laboral, hasta ahora colonizado por el varón, a fin de humanizarlo», sostiene Díez. «En el personaje de Meryl Streep, la jefa, vemos un defecto típico de muchas mujeres, la competitividad, superior a la de los hombres, y especialmente contra otras mujeres. Pero esa misma actriz interpreta –en otro filme que se menciona en el libro-, a una mujer tan profesional, valiente o eficaz como los hombres y, sin embargo, muy humana: Katherine Graham, la editora de Los papeles del Pentágono, de Spielberg, toda una dama en un mundo de tiburones».

Llama la atención la inclusión de Caravana de mujeres, con un corolario llamativo en tiempos de Tinder: «¿No nos habremos olvidado de lo más importante? ¿No bastará con la foto del elegido, como las pioneras del Oeste?» Díez considera que «Tinder y las citas por internet son un ejemplo palmario de la actual trivialización y mercantilización del sexo: una máquina de aprovecharse de la gente, generar adicciones y consumidores convulsos, y de hacer caja. En Caravana, las pioneras eligen una foto y recorren 5.000 kilómetros para fundar un hogar, cosa bien distinta».

El libro cierra con la brillante paradoja de Gran Torino: la mujer ausente sobrevuela toda la épica del viudo interpretado por Clint Eastwood, ese «obrero del motor en un Detroit posindustrial» que los autores comparan con «un caballero del siglo XIII». «Refleja esa idea que ya está en la Iliada, en el Mío Cid o en Dante: el amor más fuerte que la muerte», remata Basallo.

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Diez mujeres de cine
Alfonso Basallo y Teresa Díez
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