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Literatura

Joël Dicker: «No quiero un best-seller, quiero el mejor libro posible»

‘Un animal salvaje’ es el último thriller de Joël Dicker con quien charlamos sobre recetas literarias para renovarse o morir

Joël Dicker: «No quiero un best-seller, quiero el mejor libro posible»

Charlamos con Dicker sobre la envidia como fuego lento para una trama. | Getty Images

Son recurrentes los artículos sobre Patrick Rothfuss, incapaz de acabar su trilogía fantástica por la ansiedad, o las columnas que se preguntan si George R. R. Martin terminará Juego de Tronos. Claro que con tantos millones de lectores es complicado el ejercicio de seguir escribiendo. Alguien que con más de veinte millones de libros vendidos no se ha detenido y ha encontrado otra vez la fórmula para el éxito es Joël Dicker, que arrasó el año pasado con su última novela en Francia, publicada por la editorial que él mismo fundó (Rosie & Wolfe).

Un animal salvaje (Alfaguara, 2024) es la última novela del suizo Joël Dicker que ha logrado sorprender con sus personajes. ¿Quién es la fiera a la que se refieren en el título? Nada es lo que parece y todos los personajes esconden sus secretos. Al inicio de la novela seguimos las aventuras de dos matrimonios de un barrio rico poco antes de un atraco a una joyería en Ginebra: la primera pareja perfecta empieza a desmoronarse cuando el marido banquero pierde el trabajo y la segunda pareja, muerta de envidia, se viene abajo cuando empieza a espiar a la primera. Para acabar de darle sabor a la trama hay un criminal que parece mantener relación con un misterioso tatuaje de la esposa perfecta. De la mano del autor suizo viajaremos al pasado y más allá de Ginebra para descubrirnos que la bestia salvaje no es quien aparenta ser.

La portada del nuevo libro de Joël Dicker, «Un animal salvaje»

Joël Dicker se hizo famoso en nuestro país después de triunfar con La verdad sobre el caso Harry Quebert (Alfaguara, 2013) que ganó el Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa o el Premio Lire, entre muchos otros, hasta el punto que ha sido traducido a 42 idiomas, convirtiéndose en un éxito global. Después de ese triunfo se embarcó en una trilogía noir con el personaje policía de Marcus Goldman y en los últimos años había añadido algo de autoficción a algunos de sus thrillers. Con esta última obra retorna a los personajes policías. Charlo con él durante estos días que pasa por Madrid y Barcelona promocionando su libro.

Ese retorno tan noir al agente, al inspector, remite a personajes de sabor clásico. Dicker nos cuenta lo que le gusta de esa receta: «Me gustan las investigaciones policíacas porque pienso que en ellas puedes encontrar un ingrediente de curiosidad y que todos somos muy curiosos. Lo que me gusta de una investigación policíaca no es ya el crimen en sí o el cuerpo desaparecido sino el tema que lo reviste de curiosidad».

También el décimo mandamiento es importante para la trama: «La envidia y las ganas de ser otro funcionan muy bien entre los personajes. Es un sentimiento con el que el lector puede identificarse inmediatamente y el lector puede entender muy bien como incluso dos amigos que sean muy cercanos pueden sentir envidia. De forma que es un modo de crear tensión entre personajes de una manera muy real y muy concreta».

Dicker no quiere oír hablar de fórmulas, no le gusta esa expresión: «Yo no renuevo mi fórmula en cada thriller porque no se trata de una fórmula. Si hubiera una fórmula me sentiría menos angustiado cuando escribo pero tampoco me sentiría tan afortunado cuando encuentro una solución. Porque lo que resulta interesante es conservar la esencia de una historia pero conservando también en ella los elementos de suspense. Está más asociado al instinto y a la experiencia que a una fórmula».

Es comprensible que no quiera hablar de fórmulas, pero como comentábamos al inicio la presión es bien distinta cuando están todos los ojos encima tuyo. Decenas de millones de ojos. El autor suizo parece relajado al respecto: «No es que tenga tantas expectativas frente a un best-seller, porque la idea que tengo no es la de hacer uno sino hacer el mejor libro posible. Y cuando escribo me digo a mi mismo que ese libro debe ser bueno, no un best-seller, me pregunto si voy a conseguir llegar al final y si lograré resolver las tensiones. Lo primero es escribir el libro luego ya veremos lo que sucede con este».

Para finalizar, comentamos que existe un imaginario bucólico del escritor solitario en la montaña que contrasta con la realidad de Dicker que es mucho más sacrificada: «Sí, la escritura es más difícil de lo que supone la gente. La escritura no es una maratón, es un spring que nunca se acaba. Por lo tanto es un trabajo que requiere cierta energía y que se desarrolla cuando escribes y cuando no escribes. Cuando piensas en tu libro al levantarte, cuando te acuestas. Requiere mucho sacrificio y mucho tiempo, pero aporta mucho placer». 

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