Florentino Pérez: licencia para soñar tras un 2022 inmejorable

Hace unos días, Florentino Pérez era reconocido en el Foro Grimaldi de Mónaco con el Golden Foot Prestige. Un galardón que destaca su exitosa dirigencia durante 2022 pero que, ante todo, pone en valor su trayectoria como presidente blanco desde el año 2000. Quien conoce a Florentino sabe que, en su orden de preferencias, en lo que a títulos se refiere, siguen un orden muy concreto: la Champions League, el Balón de Oro y, por último, las condecoraciones personales. Tanto es así que, debido a otros compromisos, ni siquiera acudió a recibirlo personalmente (asistió Emilio Butragueño, quién también fue premiado, en representación del club) lo cual no significa que no le hiciera «una gran ilusión». 

Es más, el gestor de la nave merengue ha aprovechado el homenaje para transmitir unos sentimientos que le brotan de muy adentro: «Es un gran honor, he dedicado buena parte de mi vida a este club. Trabajo cada día para que el Real Madrid ocupe el lugar que le corresponde por su historia y por su palmarés«. 

Y es que FP, bajo esa fachada de gerente implacable, pero justo, tiene su corazoncito. Es blanco inmaculado y siempre le dicta lo mismo: «El Real Madrid debe aspirar a lo máximo cada temporada». A veces se pega de bruces con la dura realidad, que deriva del deporte de alta competición. Otras (las más), como en este 2022, se da un baño de gloria en forma de títulos. 

Un 2022 de ensueño

2022 comenzó de la mejor manera posible: alzando la Supercopa de España en enero tras cargarse al FC Barcelona en semifinales y al Athletic club de Bilbao en la final. Su discutida apuesta por Carlo Ancelotti empezaba a tomar forma y a darle la razón. El equipo marchaba líder destacado en la Liga, Vinicius (su «intransferible») ya no desataba risas sino pavor entre las defensas rivales y, en estas, ¡regresó la Champions! Ni la mente del director más calenturiento hubiera imaginado un guion como el que presenciamos. Florentino lo define como » algo extraordinario que pasará a la historia del Real Madrid y del fútbol mundial». Yo directamente la llamo «la madre de todas las Champions». 

Entre medias de tanta locura colectiva vivida contra PSG, Chelsea y City llegó el título de Liga y, con el tiempo justo para celebrar, la final de la Copa de Europa. Courtois se erigió en muro, Vini marcó el gol del triunfo, Benzema fue el pichichi del torneo y Rodrygo el revulsivo que los llevó a todos hasta París. Mientras, Florentino Pérez se sonreía. Y no sólo por levantar su sexta orejona como presidente. Es que había apostado por todos esos nombres propios contra viento y marea: por «el gato» Karim, por «los carísimos» Vinicius y Rodrygo, por «el acabado» Carletto y por «el que no hacía falta que ya estaba Keylor» Courtois.

Ya en verano llegaría la Supercopa de Europa contra la revelación europea del año, el Eintrach de Frankfurt. Cuatro títulos para redondear un 2022 de ensueño. 

Certezas e incertidumbres para 2023

¿Y que les voy a contar para 2023? Pues que Florentino no cambia sus prioridades y reconoce, tanto en público como en privado, que lo que quiere «es ganar la 15». Pero no es la única idea que ronda por su cabeza. La finalización del Nuevo Estadio Santiago Bernabéu, la definitiva resolución judicial de la Superliga y la deseada llegada de Bellingham ocuparán buena parte de su tiempo.

Además, debe resolver dos renovaciones importantes como son las de Luka Modric y Tony Kroos. La del alemán «depende única y exclusivamente de él». El club «desea su continuidad» al mismo tiempo que reconoce que «será el propio Kroos quien tome la decisión». En principio la idea de Toni es comunicar su veredicto en el primer trimestre de 2023. Carlo Ancelotti, que ya ha hablado con él en varias ocasiones tiene la sensación de que «va a seguir». Renovaría por un año. 

El caso de Modric es similar. Su vinculación concluye en junio de 2023. El croata reconoció en el marco mundialista que «su sueño es retirarse en el Real Madrid» y parece que en la casa blanca comparten la misma ilusión, así que lo lógico sería ver a los dos despedirse del fútbol en activo con el escudo vikingo en el pecho. Las tareas se acumulan en Concha Espina, pero esto es lo que de verdad motiva a Florentino. Un socio, con 60 años de antigüedad, convertido en presidente con licencia para soñar.