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Entrevista

Ángel de la Fuente (Fedea): «No me cuadran las cifras de la reforma de las pensiones»

Hablamos con el director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada sobre la reforma de las pensiones presentada por el Gobierno

Ángel de la Fuente (Fedea): «No me cuadran las cifras de la reforma de las pensiones»

Ángel de la Fuente, director ejecutivo de Fedea | EFE

Metódico, prudente, analítico, cabeza privilegiada para los cálculos, Ángel de la Fuente, director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), ha recibido a THE OBJECTIVE en su despacho instalado a pocos metros del Parque del Retiro en Madrid. Desde allí, con ventanal abierto, charla para nuestros lectores de uno de los asuntos que más polémica y debate está generando en la actualidad política: la reforma de las pensiones.

Estos días, experto en la materia, ha publicado un informe pertinente y relativo a la materia sobre los efectos prioritarios de la reforma de pensiones. Y De la Fuente es claro: las medidas para obtener más ingresos y alcanzar la pretendida sostenibilidad que exige Bruselas tienen efecto cero. Además, subraya, las cuentas del Gobierno de Pedro Sánchez «no cuadran» y, es más, es muy probable que haya que revisar el sistema enseguida. Así nos lo explica el doctor en Economía por la Universidad de Pensilvania.

PREGUNTA.-¿En qué momento se encuentran las pensiones en España?

RESPUESTA.-Tenemos un sistema excesivamente generoso. En España, cuando te jubilas, te quedas en promedio con cerca del 80% de tu sueldo. Y, en la mayor parte de los sitios, es bastante menos. Por ejemplo, en Alemania está en torno al 40%, la mitad que en España. Esto ya es seguramente más generoso de lo que podemos pagar ahora mismo, pero la cosa va a ir a peor porque los próximos 30 años, salvo gran sorpresa migratoria, la demografía va a evolucionar de una manera muy adversa. La fracción de la población en edad de trabajar y cotizar se reducirá mucho, mientras que la fracción de la población en edad de jubilación aumentará rápidamente. Ahora mismo, en España hay tres personas en edad de trabajar por cada persona en edad de jubilación, pero de aquí al 2050 esto se va a ir a la mitad. Así que cada persona en edad de trabajar tendrá que cargar con el coste de 0,75 pensiones. Con pensiones altas, la carga fiscal sobre la población más joven será muy difícil de soportar.

P.-¿Qué hace entonces la reforma de pensiones de Escrivá?

R.-La primera fase de esta reforma suprime los dos mecanismos de control automático del crecimiento del gasto que se habían introducido en la reforma de 2013: el IRP (Índice de Revalorización de las Pensiones), que ligaba la actualización de las pensiones una vez concedidas a la situación financiera del sistema, tendiendo a congelarlas mientras el sistema estuviera en números rojos, y el Factor de Sostenibilidad. Este factor, que no se llegó a aplicar, habría ligado inversamente la cuantía de la pensión inicial a la esperanza de vida con el fin de mitigar los efectos del crecimiento de esta última sobre el gasto en pensiones. La eliminación de estos dos mecanismos tiende a generar un fuerte crecimiento del gasto en las próximas décadas. Aparte de eso, se ha iniciado una reforma del sistema de cotización de los trabajadores autónomos y se han reforzado los incentivos para prolongar la vida laboral. Ambas cosas tienen efectos difíciles de prever con precisión sobre los ingresos y gastos del sistema de pensiones, pero no es previsible que ninguna de ellas genere grandes ahorros netos. Finalmente, en esta última fase se ha revisado el procedimiento de cálculos de la pensión y se han tomado algunas medidas para incrementar gradualmente los ingresos por cotizaciones y otras que mejoran las pensiones mínimas, el relleno de lagunas y el complemento de brecha de género. En contra de lo esperado, lo primero se ha hecho de una forma que no sólo no ahorrará nada, sino que incluso aumentará el gasto al dejar que cada trabajador escoja lo que más le conviene entre el sistema actual y otro alternativo con un período de cómputo algo más largo pero con la posibilidad de descartar los 24 peores meses. En cuanto a lo segundo, las cotizaciones se irán subiendo hasta llegar a 1,2 puntos adicionales, se subirán las bases máximas de cotización en un 38% hasta 2050 a la vez que se cuasi-congelan las pensiones máximas y se introduce una cuota de solidaridad a las rentas por encima de la base máxima. El tercer bloque de medidas también aumentará el gasto, aunque su impacto será modesto.

P.-El Gobierno del PP dejó de aplicar en un momento el IRP, por petición del PNV, a cambio de su apoyo a los Presupuestos Generales, y justo unas semanas antes de la moción de censura

R.El IRP echa a andar en un momento en el que la inflación era negativa, por lo que congelar las pensiones no era un problema. Pero una vez comienza a ser positiva y empieza a morder, enseguida se deja de aplicar, supuestamente de una manera transitoria.

«Si permitimos que se eliminen los peores años, el ahorro lógicamente será menor»

Ángel de la Fuente

P.-El ministro Escrivá dice que se podría trabajar hasta los 75 años y producir así un cambio cultural en nuestro país

R.-Pues en eso estoy de acuerdo. En las profesiones que lo permitan físicamente, que no son todas. Cada vez vivimos más tiempo y es lógico que también trabajemos algo más si necesitas ahorrar algo de espacio.

P.-Y está el famoso Mecanismo de Equidad Intergeneracional

R.-Así es. Es otra de las novedades de la reforma, que ha venido en dos tiempos. En mi opinión, la versión original era un parche muy mal puesto. Se suponía que tenía que compensar los efectos de la supresión del Factor de Sostenibilidad (FS) pero se quedaba muy lejos. Se calcula que el FS habría ahorrado, en promedio entre ahora y e 2050, medio punto de PIB al año (6.125
millones en este momento) en gasto, mientras que el MEI original habría aportado dos décimas de ingresos adicionales al año durante 10 años mediante una subida de 0,6 puntos en los tipos de cotización. A partir de ahí, sólo había una vaga promesa de que, si había que hacer algo más, ya se haría. Ahora esto se ha mejorado bastante, aunque sigue siendo insuficiente. La
subida de las cotizaciones se ha duplicado hasta 1,2 puntos y se mantendrá al menos hasta 2050. Además, se introduce un mecanismo de revisión mensual que en última instancia obliga a subir aún más las cotizaciones si el desequilibrio entre gastos e ingresos supera un cierto umbral.

P.-Esta reforma nos trae la dualidad del cómputo de las pensiones. El pensionista puede elegir entre los 25 años trabajados para hacer su cálculo, o entre los 29 años, quitando a estos los peores 24 meses de la vida laboral para que no penalice

R-Exacto. La pensión inicial se calcula básicamente como la media de los salarios cobrados durante los últimos N años antes de la jubilación. Ese N, que es lo que se llama el «período de cómputo», se ha ido incrementando en cada reforma del sistema con el fin de moderar el gasto en pensiones. Puesto que los salarios generalmente van creciendo con la experiencia, al coger más años para el cálculo vamos cogiendo años cerca del principio de la carrera laboral en los que la gente cobraba menos y eso reduce la pensión. Si permitimos que se eliminen los peores años, el ahorro lógicamente será menor. Y si dejamos que la gente elija entre el sistema actual y otro, el gasto aumentará necesariamente porque sólo se elegirá la alternativa cuando genere una mayor pensión.

P.-Luego, ¿no es una medida efectiva según su análisis?

R.-No, si el nuevo sistema fuera de uso obligatorio, su efecto sería prácticamente neutro y la posibilidad de elección asegura que aumente el gasto.

P.-Y también está el destope de las cotizaciones

R.-Exactamente. Eso supone subir la base máxima de cotización durante los próximos 30 años, de una manera más rápida que la pensión máxima, que subiría muy poquito. Y en efecto, con esa medida se recauda un poco más, pero muy lejos de lo que sería necesario.

«Van a hacer que el gasto crezca mucho sin medidas compensatorias significativas, ni por el lado del gasto ni del ingreso»

Ángel de la Fuente

P.-¿Cree que el planteamiento de subir la cotización, 10 veces más que la pensión máxima, en la primera fase del despliegue hasta 2050, realmente atenta contra la contributividad del sistema?

R.-Claramente. En un sistema contributivo, lo que se cobra como pensión refleja básicamente lo que se ha cotizado. Lo que se hace ahora rompe con esta lógica pues a partir de un cierto nivel de renta se va a cotizar más sin que esto se traduzca en una pensión más alta. Esto ya sucede en alguna medida, pero la cosa va a empeorar mucho porque la brecha entre la pensión máxima y la base máxima de cotización se va a ampliar mucho. Hay que decir también que esas cotizaciones que no generan más
prestaciones ya no pueden considerarse salario diferido, sino que son un impuesto puro y duro. Se trata, además, de un impuesto muy malo, muy distorsionante y con muy poco poder recaudatorio. Es un impuesto que sólo pagan los que están ahora trabajando y tienen rentas entre 60.000 y 80.000 euros, y lo pagan a un tipo marginal muy alto, del treinta y tantos por ciento,
que se añade a tipos ya elevados del IRPF. Se trata, además, de un impuesto con poco poder recaudatorio porque afecta a una parte muy pequeña de la masa salarial ya que hay poca gente en esos tramos de renta y además se aplica sólo al exceso de renta sobre un determinado nivel.

P.-Recapitulando, las medidas no son lo suficientemente importantes como mejorar la sostenibilidad de las cuentas públicas

R.-Así es. Van a hacer que el gasto crezca mucho sin medidas compensatorias significativas, ni por el lado del gasto ni del ingreso. Se crea, por tanto, un importante agujero en las cuentas públicas para darle un cheque en blanco a la Seguridad Social, aunque en buena parte ese agujero luego se cambia de sitio, llevándolo desde las cuentas de la Seguridad a las del Estado con importantes transferencias de este último.

P.-El ministro Montoro decía que, al final, todo sale de la misma caja

R.-Y es verdad. Al final se consolida todo, pero es bueno que se vea dónde está el problema. Si las cotizaciones no llegan para pagar las pensiones contributivas y la gente lo sabe, probablemente sea más fácil convencerla de que hay que tomar medidas para corregir el problema. Pero si les vendemos la moto de que no hay ningún problema en el sistema de pensiones, al día siguiente será mayor la presión para aumentar todavía más las pensiones. Al cambiar el agujero de sitio, se hace más difícil solucionar el problema.

«Es muy probable que la cláusula de revisión del nuevo MEI se active en pocos años»

Ángel de la Fuente

P.-Llegados a este punto, ¿cómo valora la reforma de las pensiones que finalmente ha presentado Escrivá?

R.-No me cuadran los números. Por un lado, se nos dice que la subida de cotizaciones son cuatro perras que tendrán un efecto despreciable sobre los costes laborales, pero por otro se asegura que servirá para garantizar la sostenibilidad del sistema para los próximos 30 años. O una cosa o la otra, pero las dos a la vez no pueden ser verdad porque la primera fase de la reforma supone un incremento del gasto muy importante durante las próximas décadas (hasta alcanzar 3,5 puntos de PIB en 2050 según los cálculos del propio Gobierno para el último Ageing Report), que se incrementa aún más en esta segunda fase en lugar de reducirse, en contra de lo esperado. Mi impresión es que las medidas de ingreso están muy lejos de ser suficientes para compensar el incremento del gasto, lo que generará un déficit básico (antes de transferencias) del sistema de pensiones que exigirá transferencias elevadas y crecientes de recursos generales, dejando poco margen para otras cosas.

P.-¿Cree que habrá que retocar esta reforma en breve y aplicar la cláusula de revisión?

R.-Es muy probable que la cláusula de revisión del nuevo MEI se active en pocos años, pero dudo que el ajuste automático allí previsto en último extremo sea suficiente. Habrá que volver a revisar el sistema enseguida.

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