THE OBJECTIVE
Joaquín Leguina

El embrollo de Navarra

«Otegi se avino a congelar lo del Ayuntamiento de Pamplona hasta después de la investidura. Lo de los presos de ETA tendrá su momento cuando amainen las turbulencias de la amnistía»

Opinión
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El embrollo de Navarra

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entre la portavoz en el Congreso y el coordinador general de EH Bildu, Mertxe Aizpurua y Arnaldo Otegi. | Ilustración: Alejandra Svriz

Desde que tras la muerte de Franco se abrió en España la posibilidad de un encaje de Navarra en el nuevo Estado, aquello se convirtió en un guirigay. ¿Por qué? Ignacio Varela lo ha resumido en tres puntos:

1. La firme voluntad del nacionalismo vasco, que se prolonga hasta hoy, de considerar Navarra como una parte de Euskal Herria.

2. Pero Navarra es un territorio geográfica y culturalmente partido en dos mitades: el norte, mayoritariamente euskaldún, y el sur, íntegramente castellano-parlante. En el centro está Pamplona, donde vive uno de cada tres navarros y donde ambas culturas coexisten, no siempre pacíficamente.

3. Mientras las tres provincias vascas formaron parte del Reino de Castilla, Navarra siempre tuvo una existencia propia y autónoma, amparada por sus fueros. Navarra es la única comunidad autónoma que no se constituyó por la vía del artículo 151 ni por la del 143, sino por una vía singular («Amejoramiento del fuero»).

En consecuencia, el estatus de Navarra es un equilibrio, como se ve en la disposición adicional cuarta que aparece en nuestra Constitución, que fue pactada por Adolfo Suárez con el PNV y que posibilita que Navarra se incorpore al País Vasco (en ningún caso al revés). Un agujero que traerá consecuencias.

Dentro del PSOE no es ahora la primera vez que saltan las alarmas. En 2007, el Partido Socialista de Navarra firmó un acuerdo de gobierno con Nafarroa Bai e Izquierda Unida, desplazando a la foralista UPN. Zapatero lo cortó manu militari.

En 2011, de nuevo fue posible aritméticamente un pacto de la izquierda con los nacionalistas. Como se requería la colaboración de Bildu, Zapatero y Blanco actuaron de nuevo y se dieron instrucciones para formar un Gobierno de coalición entre UPN y el PSN que duró apenas un año. En 2014, los socialistas navarros intentaron armar una moción de censura contra el Gobierno de UPN; entonces fue Rubalcaba quien lo frenó en seco.

Pero en la actualidad no hay freno alguno en la cabeza de Sánchez. En 2019 apoyó que María Chivite se hiciera con la presidencia del Gobierno autonómico con la colaboración de Bildu, que fue admitido rápidamente como socio en las dos mayorías oficialistas, la de Sánchez en el Congreso y la de Chivite en Navarra.

«En 2014, los socialistas navarros intentaron armar una moción de censura contra el Gobierno de UPN; entonces fue Rubalcaba quien lo frenó en seco. Pero en la actualidad no hay freno alguno en la cabeza de Sánchez»

Que apareciera a la vista este pacto Sánchez-Bildu antes del 23 de julio no le convenía a Sánchez, pero tras aquellas elecciones la vergüenza navarra ha desaparecido de la escena pública y el partido de Sánchez y el de Otegi ya no tienen por qué ocultar el reparto navarro: el autonómico para uno y el ayuntamiento de la capital para el otro. Ese trueque se consumó la semana pasada en Pamplona, pero se gestó mucho antes. Otegi se avino a congelar lo del Gobierno de Navarra hasta después de las elecciones y lo del Ayuntamiento de Pamplona hasta después de la investidura. Lo de los presos de ETA tendrá su momento cuando amainen las turbulencias de la amnistía.

En palabras de Varela, «quien haya habitado una temporada en los entresijos de la política sabe de sobra que las cosas no suceden así, mucho menos en el territorio más sensible de España. Lo de Pamplona está acordado desde hace meses, igual que lo de Puigdemont empezó a gestarse en marzo. Forma parte de una alianza duradera que, tras la renuncia definitiva del Partido Socialista a su vocación mayoritaria, lo liga estructuralmente al paquete entero de las fuerzas destituyentes».

Y yo empiezo a imaginar a los chavales navarros de la Ribera del Ebro siendo obligados a recibir en euskera sus clases, en un idioma que jamás ha estado presente allí.

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