THE OBJECTIVE
Juan Francisco Martín Seco

Tierra quemada

«Es importante desmontar el escenario triunfalista y mentiroso del Gobierno Frankenstein y mostrar la verdad de lo ocurrido durante estos años»

Opinión
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Tierra quemada

Ilustración de Alejandra Svriz.

Me van a perdonar, pero hoy, como Umbral, vengo a hablarles de mi libro. Me he tomado la licencia de dedicar este artículo al libro que acaba de publicarme la editorial El Viejo Topo y que se presenta esta tarde en la librería Antonio Machado en el Circulo de Bellas Artes de Madrid. Lo he titulado Tierra quemada. Quattuor annis horribiles.

En realidad, vengo a hablarles de mis libros, en plural, porque este que ahora presento de alguna forma es continuación del que escribí hace casi cuatro años con el título Una historia insólita. El gobierno Frankenstein. Y ciertamente era insólito casi todo lo que allí contaba y, como decía entonces en la introducción, hubiese resultado inimaginable cinco o seis años atrás.

Aquel libro terminaba a principios de 2020 con la constitución del segundo gobierno Frankenstein (el primero fue el de 2018) y justificaba su elaboración por el temor de que, a base de permanencia, lo que sin duda era absurdo, anómalo, incluso impúdico, lo terminásemos aceptando como normal. Mi temor se ha hecho realidad y ha aparecido de manera palmaria en las elecciones de 2023.

Sustancialmente, el escenario político se ha retrotraído a la misma situación de 2015. El PP ganó las elecciones y Sánchez se negó en redondo a todo diálogo con el ganador. «No es no». Siete años después, celebrados estos extraños comicios, nos encontramos en circunstancias similares, el día de la marmota. Sin embargo, han surgido factores discordantes. Hay una diferencia radical. Se encuentra en la salida dada al impasse y en la postura adoptada por el PSOE y sus votantes frente a él.

En 2015 la negativa radical de Sánchez al diálogo con el PP abocaba o bien a unas nuevas elecciones o bien a lo que Pérez Rubalcaba denominó como «gobierno Frankenstein». Entonces esto último aparecía como algo irreal, impensable, insólito. No tenía cabida entre los votantes del PSOE, ni siquiera entre los militantes que después eligieron a Sánchez en las primarias.

«Durante estos cinco años han mandado aquellos que estaban sentenciados por dar un golpe de Estado»

En esta ocasión, por el contrario, desde el primer momento se dio por seguro que se constituiría un nuevo gobierno Frankenstein y ni siquiera se desechó la idea cuando los datos mostraron que se necesitaba el concurso de un huido de la justicia como Puigdemont. Lo que escandalizaba entonces a la nomenclatura del PSOE les ha llenado ahora de gozo.

Durante estos cinco años los ciudadanos han visto cómo en España han mandado aquellos que estaban sentenciados por dar un golpe de Estado y los que no condenaban los crímenes de ETA y tenían por objetivo liberar y homenajear como suyos a los asesinos de la banda terrorista. Para blanquearles, se permitió a Esquerra y a Bildu presentar leyes en nombre del Gobierno.

La sociedad ha podido constatar cómo se elaboró una Ley de Memoria Democrática que, con la finalidad de dar gusto a los independentistas, arroja los años de la Transición transcurridos hasta 1983 al infierno de la dictadura.

Toda la sociedad ha tenido constancia de que Sánchez ha indultado a los condenados por atentar contra la Constitución, el Estatuto y la unidad nacional, a pesar de que siempre había negado que lo fuese a hacer y, como si esto fuese poco, ha eliminado del Código Penal el delito de sedición y ha rebajado las penas por malversación y corrupción con el objetivo de exculpar a los aún no condenados.

«Ha colonizado, con la complicidad de García Egea, el Tribunal de Cuentas»

Con la misma finalidad ha colonizado, con la complicidad de García Egea, el Tribunal de Cuentas. Con ello se ha pretendido librar o rebajar la responsabilidad contable y, por lo tanto, la obligación de devolver al fisco lo hurtado a los afectados ya sea por el procés, por los ERE de Andalucía o por los desaguisados del Ministerio de Sanidad y de Illa en los suministros de la pandemia.

Y así podríamos seguir enumerando hechos en una serie interminable. Todos ellos se consideraban inimaginables e insólitos tiempo atrás, sin embargo, ahora son aceptados por muchos comentaristas, tertulianos y en general por los medios de comunicación como totalmente lógicos e incluso resultado de una saludable política, y una parte de la sociedad los ha sancionado con su voto el pasado 23 de julio.

Es precisamente esta enorme hendidura en la actual realidad política de nuestro país lo que me ha inclinado a elaborar este segundo libro, a descubrir —si es posible— las causas que se encuentran detrás del resultado del 23 de julio y, sobre todo, cómo es posible que tantos y tantos ciudadanos reciban con semejante gozo que la política española esté en manos de un prófugo de la justicia y de aquellos que han cometido un delito tan monstruoso como el de sedición, que pudo tener —al menos eso se deseaba— implicaciones tan graves para innumerables ciudadanos.

Es por todas estas razones por lo que he querido continuar la historia donde la dejé en el primer libro, a comienzos de 2020. He creído de utilidad analizar en una nueva obra estos cuatro años pasados, tanto más cuanto que la memoria es débil y los temas, los sucesos y las cuestiones se van olvidando según son sustituidos por otros. He pensado que puede resultar interesante tratar esta etapa de manera global considerando los hechos no aisladamente, sino en su relación con otros, formando un todo.

«Sánchez pretende justificar los despropósitos en el orden legal y territorial con la necesidad de que se perpetúe un gobierno progresista»

Por otra parte, ni la legislatura que ha terminado ni el Gobierno de Sánchez han estado colgados del vacío, sino que se han desarrollado en la realidad española y europea, por lo que su análisis tiene que incidir en temas más generales: la marcha de la economía, la epidemia, la guerra de Ucrania, la política social, la inflación, la política fiscal, los fondos europeos de recuperación, etc.

Se hace imprescindible tratar todos estos asuntos, sobre todo cuando en el discurso torticero de Sánchez se pretenden justificar las atrocidades y despropósitos que se piensan acometer en el orden legal y territorial con la necesidad de que en España se perpetúe un gobierno progresista y eficaz y que continúe la trayectoria del anterior.

Es importante, en consecuencia, desmontar ese escenario triunfalista y mentiroso y mostrar la verdad de lo ocurrido durante estos cuatro años. Este Gobierno es el que peor ha gestionado la crisis sanitaria de toda Europa; la economía española, la que más se hundió de todas las europeas durante la pandemia en 2020, y la que más ha tardado en recuperarse. Nuestro país es también el único Estado de la Unión Europea que a finales de 2022 no había recuperado la renta per cápita anterior a la crisis sanitaria. Somos, por término medio, más pobres que en 2018 cuando Sánchez ganó la moción de censura.

Según la OCDE, nuestro país está a la cabeza en la pérdida de poder adquisitivo. Incluso en Italia y en Alemania, con tasas de inflación más elevadas, los salarios reales se han reducido menos que en España, que lo ha hecho en el 6% por término medio. Si a esta disminución añadimos la subida de los intereses y su impacto en los créditos hipotecarios, nos enfrentamos con que se han producido recortes económicos a los ciudadanos que nada tienen que envidiar a los de la pasada crisis. En el problema de la inflación, el Gobierno no puede escudarse detrás del Banco Central Europeo. La política fiscal también juega e influye, y mucho, sobre los precios.

«El mejor escudo social es el empleo y no parece que su calidad haya mejorado demasiado con esa mini reforma laboral»

La política social se ha quedado reducida a mero populismo y en ocurrencias, muchas de ellas contraproducentes. El mejor escudo social es el empleo y no parece que su calidad haya mejorado demasiado con esa mini reforma laboral. A su vez, la cantidad de horas trabajadas en 2022 fue tan solo el 98% de las de 2019. El Ingreso Mínimo Vital ha sido un desastre; al problema de las pensiones solo se le ha puesto algún parche, y se mantiene sin resolver —y desde luego no se ha acometido— la reforma fiscal.

El fracaso de la gestión y de la política aparece de forma más clara si consideramos los recursos públicos que se han utilizado, mucho más cuantiosos que los de los otros países. Por una parte, los fondos de recuperación europeos, de los que apenas se conoce su paradero y, por otra, el incremento ingente del endeudamiento público —más de un 11 % del PIB—, muy superior al experimentado por la casi totalidad de los Estados europeos.

En el libro trato, sí, de mostrar y analizar las anormalidades y abusos que se han producido en la estructura democrática de nuestro país durante estos cuatro años, pero también de adentrarme en todos estos temas señalados anteriormente, romper así el discurso jactancioso y petulante del Gobierno, y desenmascarar a Sánchez cuando afirma que todas las concesiones que realiza tienen por finalidad garantizar un gobierno de progreso, por el bien de España.

«Los acuerdos de este Gobierno con las fuerzas que forman el nuevo Frankenstein generan las peores perspectivas»

Muchos de estos problemas van a subsistir en los próximos años, conviene tenerlos en cuenta puesto que la realidad económica y social es un todo, con una gran continuidad. Las medidas adoptadas en el pasado tardan siempre mucho tiempo en producir sus efectos, beneficiosos o perversos. Y los retos que se presenten en el futuro van a estar en cierto modo condicionados por las decisiones pretéritas.

Algo parecido va a ocurrir en la política, este nuevo gobierno Frankenstein va a ser heredero del anterior, y el recuerdo de estos últimos años y los análisis de lo acontecido pueden prevenirnos acerca de lo que nos espera y quizás ayudarnos a evitarlo. Ello es lo que me ha incitado a escribir este libro. En buena medida ya se están haciendo presentes los efectos funestos. Los acuerdos adoptados por este Gobierno con las fuerzas que forman el nuevo Frankenstein y que trato de recoger en el epílogo de la obra generan las peores perspectivas. ¿Tierra firme? Tierra quemada.

Tierra quemada: Quattuor annis horribiles
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