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Juan Carlos I y su 'tía Lilibeth': los lazos de sangre y políticos que unían a los dos monarcas

El Rey de España tenía una relación familiar directa con la soberana británica a través de su familia paterna: todo se remonta a la reina Victoria

Juan Carlos I y su ‘tía Lilibeth’: los lazos de sangre y políticos que unían a los dos monarcas

Juan Carlos I e Isabel II en una imagen histórica, una de las pocas que hay de los dos en los archivos gráficos. | EFE

El fallecimiento de Isabel II ha caído como un mazazo sobre gran parte de la población británica, que ha sido testigo de como una de sus reinas más queridas y de lejos la más longeva ha muerto en su residencia de Balmoral (Escocia) a los 96 años y se prepara para varios días de elegías fúnebres. Sin embargo, en España también hay una familia que está de luto: la Casa Real, cuyos máximos exponentes, Juan Carlos I y Felipe VI, tenían una relación familiar directa con la ya difunta Isabel II, con la que han cruzado mensajes y encuentros a lo largo de las décadas.

Es más, Juan Carlos I, quien ha sido durante años conocido por su campechanía, se refería a Isabel II en la intimidad y de forma cariñosa como ‘tía Lilibeth’, un sobrenombre que también le puso el rey Felipe, aunque la relación familiar directa que tenían con la soberana británica por su familia paterna no era de tía y sobrino en primer grado precisamente. La conexión se remontaba a la abuela del Emérito, Victoria Eugenia -casada con Alfonso XIII y madre de Don Juan-, que era a su vez nieta de la Reina Victoria, de quien también desciende Isabel II.

Es más, si tenemos en cuenta al fallecido duque de Edimburgo, los lazos de sangre entre ambas familias se intensifican. Y es que tanto el monarca español como sus antiguos homólogos británicos y la reina Sofía son todos descendientes directos de la conocida como «abuela de Europa», quien reinó de 1837 a 1901 y construyó una vigorosa genealogía por todo el Viejo Continente que le valió el sobrenombre. Eso sí, en el caso de Isabel II, ella está una generación más cerca de la gran soberana británica, al ser su bisnieta.

En este sentido, es interesante señalar que, además de este vínculo, Felipe de Edimburgo, natural de Corfú (Grecia), tenía su principal raíz en la familia griega, por lo que tuvo, además, consanguineidad con la reina Sofía, de la que era tío segundo. Pero el entramado familiar se complica aún más, ya que Juan Carlos I también estaba enlazado en cuanto a parentesco con Felipe de Edimburgo: el emperador Guillermo II fue el bisabuelo de la que sería reina de España y abuelo del duque.

A esto hay que añadir que la madre de Felipe de Edimburgo, Alicia de Battenberg, era también prima hermana de Victoria Eugenia y por lo tanto esposa de Alfonso XIII y abuela de Juan Carlos I. Es decir, numerosos lazos de sangre que se refuerzan aún más en el caso de Felipe VI y el príncipe Carlos, que al unir los árboles genealógicos de sus padres tienen conexiones familiares por múltiples flancos, aunque siempre lejanas.

Del encuentro sin saber inglés a las visitas oficiales

En cualquier caso, la conexión familiar fue en gran parte responsable de que tanto primero don Juan Carlos como luego el rey Felipe y sus respectivas parejas entablaran una estrecha relación y mostraran cordialidad en las visitas mutuas que protagonizaron. El momento más recordado llegó en 1986, cuando Juan Carlos y Sofía llegaron al Reino Unido e Isabel II los agasajó con atenciones y grandes comodidades en el Castillo de Windsor y le entregó al padre de Felipe VI el collar de la reina Victoria. Dos años después, en 1988, la reina británica les devolvió la visita conociendo Palma de Mallorca, Sevilla y Barcelona, donde se la vio disfrutando de un espectáculo flamenco.

Pero el primer encuentro entre el rey Emérito y la reina llegó mucho antes de eso, cuando el primero apenas era un niño de diez años y se negaba a aprender inglés a pesar de la insistencia de su padre. Fue entonces cuando don Juan aprovechó unas vacaciones en las que coincidían con la familia real británica para pedirle a Isabel II que se sentase junto al joven heredero «para que se avergüence de no poder responder a tus preguntas». Según afirma el rey emérito, así fue: no pudo mantener una conversación con la reina y muy rápido se dio cuenta de que, a pesar de su tozudez, el inglés era un idioma clave a nivel mundial.

Con los años, Isabel y Juan Carlos acabaron comunicándose perfectamente, como demuestran las visitas oficiales de los 80 pero también muchas otras citas a lo largo de las décadas. Por ejemplo, en 2002, su graciosa majestad celebró sus 50 años en el trono con, entre otros festejos, una cena para las diferentes casas reales europeas y una reunión, también en Windsor, de los miembros de la Orden de la Jarretera. Ni don Juan Carlos ni doña Sofía faltaron a ninguna de las dos citas.

Por supuesto, Felipe VI siguió con la tradición: en julio de 2017, los monarcas españoles hicieron su primer viaje de Estado como reyes y se hospedaron en el palacio de Buckingham. Además, volvieron en 2019 como invitados en la proclamación del monarca como caballero de la Orden de la Jarretera, que Isabel II también concedió a Juan Carlos en 1989.

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