Barcelona no es París o Londres: sin alcaldables de fuera de la ciudad pese al 21% de extranjeros

La política local en Barcelona representa un mayor grado de endogamia que el de otras grandes metrópolis europeas y con vocación de ser cosmopolitas, como son París o Londres. Colau, Collboni, Maragall o Trias… Los cuatros principales aspirantes a la alcaldía de la ciudad más internacional de España proceden de familias con arraigo en la ciudad y ellos mismos nacieron en ella. Un hecho que contrasta con que, actualmente, la población extranjera de la capital catalana ya representa el 21,28%, según los datos del Instituto Catalán de Estadística (Idescat).

Son varios los estudios que demuestran que la Cataluña demográficamente diversa -con Barcelona al frente- no se traslada a la élite política, colmada de apellidos puramente catalanes. Si se observan los apellidos más comunes de la capital catalana, brillan por su ausencia los Colau, Collboni, Maragall o Trias.

Los diez apellidos más comunes son García (24,10%), Martínez (16,72%), López (16,56%), Sánchez (14,72%), Rodríguez (14,48%), Fernández (13,72%), Pérez (13,61%), González (13%), Gómez (8,06%) y Ruiz (7,23%), según el Idescat.

Manuel Valls nació en Barcelona

El candidato más internacional que tuvo Barcelona fue Manuel Valls, aunque el ex primer ministro francés también nació en Barcelona y su familia, procedente del barrio de Horta, siempre estuvo bien relacionada con la élite barcelonesa. El entonces candidato de Barcelona pel Canvi regresó a la ciudad que lo vio nacer en 2019 para combatir «el nacionalismo» y el «populismo» de Ada Colau.

A su juicio, ambos movimientos estaban sumiendo a Barcelona a una dinámica de decadencia. Ya fuera por las miles de empresas que abandonaron Cataluña en los momentos más críticos del procés independentista, o por la inseguridad creciente en las calles de Barcelona. Y, aunque sus dos concejales fueron clave para que Ernest Maragall (ERC) no accediera a la alcaldía, hubo una campaña feroz contra un político que se consideraba que «no entendía» la realidad catalana.

Techo de cristal para los inmigrantes

La investigación académica ‘¿Quién es el grupo mayoritario? Discriminación en la contratación en contextos plurinacionales: el caso de Cataluña’, de Matthew Creighton y Mariña Fernández Reino, de 2016, sobre discriminación laboral en Cataluña afirma que «existe una clara ventaja en el mercado laboral para los solicitantes de ascendencia catalana que no es compartida por los candidatos de ascendencia española o candidatos de minorías étnicas al solicitar puestos de trabajo».

Los autores usaron una metodología similar a la que se emplea en Estados Unidos para analizar el desempleo de las minorías. En la misma línea, el estudio ‘Inversión de la fortuna económica: las instituciones y el ascenso cambiante de Barcelona y Madrid como centros académicos‘, de Andrés Rodríguez-Pose y Daniel Hardy, de 2020, subraya que «el ascenso del catalanismo también ha tendido a polarizar una sociedad ya dividida».

Y en el caso en particular de Barcelona, sostienen: «La identificación con amplias comunidades identitarias en Barcelona es mucho más fuerte que en Madrid. En los últimos años ha aumentado el número de barceloneses que se identifican como ‘solo catalanes’ o ‘más catalanes que españoles’ en detrimento de la comunidad ‘solo española’ (Casanovas, Corretger, Salvador, 2019). La brecha identitaria es muy fuerte».

Si la movilidad social ya es difícil de por si para las personas que proceden de las capas más humildes de la sociedad, aún lo es más si no se comparten apellidos catalanes. Con todo, emular los casos de Londres, con el alcalde Sadiq Aman Khan, nacido en la ciudad pero procedente de una familia de inmigrantes pakistaníes, o el de la primera edil de París, Anne Hidalgo, nacida en San Fernando (Cádiz) e hija de inmigrantes andaluces, se antoja mucho más difícil en Barcelona.