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Robles 'condena' al ostracismo en Defensa a la primera mujer que llegó a general

El «castigo» a Patricia Ortega por los choques con su superior en el INTA llevará su tiempo en ser levantado y no hay muchos puestos que encajen con su perfil

Robles ‘condena’ al ostracismo en Defensa a la primera mujer que llegó a general

La ministra de Defensa, Margarita Robles, el día de la imposición del fajín rojo a la general Patricia Ortega. | Foto: Flickr M.Defensa

El sorprendente cese de la general de división Patricia Ortega como secretaria general del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), firmado por la ministra Margarita Robles el pasado martes, supone su ‘condena’ al ostracismo en el Ministerio de Defensa por tiempo indefinido ante las dificultades que habrá para encontrarla un puesto que se adapte a su perfil como ingeniera politécnica, así como a su escalafón, el más alto al que ha llegado una mujer dentro de los ejércitos, según coinciden fuentes militares consultadas por THE OBJECTIVE.

La general Ortega ha sido destinada a la Secretaría de Estado que dirige María Amparo Valcarce como asesora en su gabinete, pero no se trata de un premio o ascenso en su carrera, sino todo lo contrario. Detrás del cese están una serie de encontronazos por asuntos de índole económica con su inmediato superior, el director general del INTA, el también general de división Julio Ayuso, que han llevado a la redacción de partes de quejas entre ambos que han llegado a la mesa de la ministra.

La primera militar en llegar al generalato tendrá que esperar ahora en su nuevo despacho a que surja algún puesto que se adapte a su currículum. Necesitará una buena dosis de paciencia, pues no lo tendrá fácil de aquí a julio de 2026, momento en el que tendrá que pasar a la reserva. Los ingenieros politécnicos son un cuerpo muy específico y reducido en número dentro de las Fuerzas Armadas. Una salida podría ser alguna de las subdirecciones generales que dependen de la Dirección General de Armamento y Material, pero no en el corto plazo.

Ortega forma parte del cupo de generales adscritos a Defensa ya que en el Ejército de Tierra al que pertenece solo hay dos puestos de su nivel que tienen dueños en estos momentos. Además, el anterior jefe del Estado Mayor de Tierra, el teniente general Francisco José Varela, pactó con la ministra en 2019 que el ascenso de Ortega a general de brigada no implicase hacerle un hueco en Tierra, sino que tendría que quedarse en Defensa o en un organismo adscrito al ministerio, como es el caso del INTA. Un compromiso que Robles ha mantenido hasta ahora y que nadie cree que vaya a romper mientras siga de ministra.

Robles «forzó» su ascenso al generalato

Las citadas fuentes coinciden en que tanto el ascenso de Ortega a coronel, como luego al generalato, fueron «forzados» para romper los techos de cristal que tenían las militares en ambos escalafones. Para la imposición del fajín rojo, Robles recurrió a una convocatoria extraordinaria del curso de ascenso a general para incluirla junto a «dos comparsas», recuerda una de las personas que siguió aquel proceso interno.

Defensa se encontraba en ese 2019 con la presión de ver que se habían cumplido los 40 años de la entrada de la mujer en las Fuerzas Armadas sin que ninguna hubiese llegado al generalato, por lo que Robles agilizó los trámites para que Ortega -y por extensión, la propia ministra- pasasen a la historia al calor de la efeméride.

El posterior ascenso a general de división, en mayo de 2022, también se hizo con rapidez, antes de que se cumpliese el plazo mínimo. Y ahora, «con su caída en desgracia», resultará más difícil encontrarla un hueco dentro del organigrama de Defensa. «Va a ser muy difícil colocar a un general politécnico de aquí a 2025 o 2026», avisa un general en activo sobre el caso de Ortega.

La primera general arrastraba fama de «generar problemas» allí por donde pasó. Al poco de ascender a la cúpula militar y desembarcar en el INTA, provocó incomodidad en las Fuerzas Armadas con su propuesta de unificar en unos cuerpos comunes la escala de ingenieros politécnicos que hay en los tres ejércitos, un paso que obligaría a cambiar la ley de la Carrera Militar. «Sentó muy mal en la Armada», recuerda una de las fuentes consultadas por este periódico. «Y por más que se le avisó de que no siguiese por ese camino, ella (Ortega) insistió con sucesivos escritos» a sus superiores.

Robles percibió aquel pulso de la general como un desafío, hasta que «ha perdido la paciencia con ella» y ha firmado su cese como número dos del INTA. Su nuevo puesto de asesora de la secretaria de Estado de Defensa se interpreta como un «castigo» que llevará un tiempo en ser levantado. Quizás con un cambio de ministro… si lo hubiera el próximo año.

Por lo pronto, en el ministerio recuerdan el caso del general de división de Intendencia Joaquín Pérez-Íñigo, quien fue cesado en mayo de 2021 como subdirector general de Servicios Económicos y Pagadurías tras casi siete años en el puesto. Tras desafiar a la ministra con un recurso, tuvo que pasar un año y medio en Defensa de asesor sin atribuciones específicas hasta su pase a la reserva hace unos meses.

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