Muerte y corrupción de menores en La Habana (y II)
“Tengo documentación comprometedora para el Gobierno de Fidel”. Así comenzó Pedro Riera, el misterioso ex cónsul que me había pasado información sobre el caso a cambio de unos dólares. Me pedía ayuda para conseguir un pasaporte y escapar a España, donde sacaría a la luz la documentación sobre Castro. A cambio, me daría los papeles de Paco y Lozano. Intenté huir de aquella situación y terminé ingresado en el Cira García. ¿El diagnóstico? Envenenamiento. En un encuentro con Castro, le conté que me había sin pagar del Cira García por la exagerada factura. “Ha hecho usted bien”, me dijo. Pero al día siguiente tenía a sus esbirros en casa. A mi me retiraron la acreditación de corresponsal y los crímenes de corrupción de menores quedaron impunes. Me marché de Cuba.