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Las malas hostias caen El Jueves

Poca broma. Dos revistas humorísticas, El Jueves y Mongolia, se presentan ante la ley del mal humor del Estado español: los primeros, acusados de odiar a la Policía. Los segundos, de ridiculizar a un torero. Algo huele mal en España.

Las malas hostias caen El Jueves

Poca broma. El Ministerio de Interior abre un apartado en su web para denunciar delitos de odio en Catalunya. Se puede descargar en español, inglés, francés, rumano y árabe; pero no en catalán. Dos humoristas rusos se hacen pasar por letones y le juegan una broma telefónica a la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. Y dos revistas humorísticas, El Jueves y Mongolia, se presentan ante la ley del mal humor del Estado español: los primeros, acusados de odiar a la Policía. Los segundos, de ridiculizar a un torero. Algo huele mal en España.

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Joan Ferrús y Modgi, en la redacción de El Jueves | Foto: Andrea Daza / TheObjective

El investigado tiene de foto de perfil a una niña pija llamada Piluca de la Berza. Su abogado, vive peligrosamente —al menos así lo declara en su estado de Whatsapp— y, en lugar de su cara —de abogado—, lleva una foto del Capitán Haddock, el sarcástico contrapeso de Tintín, con quien tiene un parecido más que razonable. No dejo de pensar en que hay algo absurdo en el intercambio de mensajes —absolutamente serios— con esta gente: sus fotos de perfil, sus estados —Coetáneo Veloso, pone el investigado—  y la injuria y el odio del que se les acusa. Al salir del juzgado 20 de instrucción de Barcelona, Guille Martínez-Vela, director de la revista satírica El Jueves, tuiteó: “Ya he prestado declaración. Seguimos”. El abogado Jordi Plana, dijo: “Estamos en el año 76” —Franco ha muerto— “y tenemos que explicar los chistes”.

Este caso, el de la denuncia de la Unidad de Investigación Tecnológica de la Dirección General de la Policía contra una noticia falsa publicada en la sección de noticias falsas de la versión digital de El Jueves, terminó de afinar el cuadro médico de la democracia española: el paciente sufre de mal humor. Y empezaron a caer las hostias. Bueno, algunas ya caían, como a Dani Mateo y a El Gran Wyoming que, después de bromear sobre el tamaño de la cruz del Valle de los Caídos, —“el triple de lo que mide la torre de Pisa”, dijeron en antena—, fueron acusados de un delito contra los sentimientos religiosos. Aquello de que “Franco quería que esa cruz se viera de lejos (…) porque quien va a querer ver esa mierda de cerca”, puso de muy mala hostia a los querellantes, la Asociación en Defensa del Valle de los Caídos. Dos días antes de que a Guille Martínez-Vela le tocase declarar en la Ciutat de la Justícia, la causa contra El Intermedio entró en archivo: “Espero que lo vuestro se quede en nada”, tuiteó solidario Mateo, “porque nos merecemos poder decir todas las chorradas que queramos”. Puede que sí, pero va a ser que no.

A la Audiencia Nacional llegó el caso de la tuitera Cassandra Vera, condenada a un año de prisión y 7 de inhabilitación por trece tuits, publicados entre 2013 y 2016 —no, no era un hilo— sobre el asesinato del almirante Luis Carrero Blanco que, en los estertores de la dictadura, luego de ser la mano derecha de Franco, le sucedió en la Jefatura del Gobierno, hasta que ETA lo puso a volar por los aires. A Vera la acusaron de “humillación a las víctimas y enaltecimiento del terrorismo”. De hecho, en uno de los tuits, se preguntaba: “¿Ya no puedo hacer chistes de Carrero Blanco?”. A la familia del almirante le parece de mal gusto, pero no como para pedir cárcel por ello. Un caso similar —y similarmente mediático al de Vera— fue el de los dos titiriteros que acabaron en prisión, acusados de enaltecimiento al terrorismo y de delitos de odio, finalmente absueltos. Un año después, reestrenaron la obra de la discordia “La Bruja y Don Cristóbal”, en un acto donde participó el rapero César Strawberry, condenado a un año de prisión por seis tuits que hizo entre 2013 y 2014 —Carrero Blanco representing, por supuesto—, etc, etc. El patrón parece claro.

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Guille Martínez-Vela, director de El Jueves | Foto:  Andrea Daza / TheObjective

 

Quien sí que rompió el molde fue el ex torero, José Ortega Cano, al sentirse ridiculizado por un fotomontaje que hizo la revista Mongolia, donde vestido de marciano y sosteniendo un cartel que decía “¡Antes riojanos que murcianos!”, promocionaba un evento de la revista —El Musical— en la ciudad de Cartagena, donde el diestro es genio y figura. El juicio comenzó el 15 de noviembre y tanto las disculpas, como la pasta que pide Ortega —40.000 euros— pondría al equipo de la revista contra las cuerdas. Desde Madrid, Edu Galán, uno de los artífices del proyecto y citado a comparecer en calidad de testigo, es pesimista con el desenlace: “En principio, no parece que vaya a ser bueno. Como decimos en nuestro comunicado: ‘Al salir de la sala, pudimos confirmar que ni la sensación, ni el tinte de Ortega Cano, son buenos. Esperamos equivocarnos, pero nos pareció que la jueza no entendió la sátira sobre el matador”. En verdad, parece que nadie está entendiendo nada.

—¿Es el enemigo? ¡Que se ponga!

El jueves 9 de noviembre, el mismo día que Guille Martínez-Vela salió del juzgado, empezó a circular el manifiesto #HumorAmenazado que, firmado por más de un centenar de humoristas gráficos, tuvo gran difusión en las redes sociales —trending topic incluido: “Judicializar el humor no es cosa menor, eso lo sabía muy bien el gran viñetista y humorista Gila, encarcelado por republicano y multado por su trabajo bajo la censura del dictador Franco”.

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Portada de uno de los números más recientes de El Jueves | Imagen: El Jueves

 

Un pequeño grupo de los “abajo firmantes” ya se conocía, después de intentar rebautizar la calle del General Yagüe de Madrid como la calle Humor de Gila. Desde el verano pasado, la vecina Estrella Caso se puso en marcha y buscó que un grupo de humoristas gráficos la apoyara para conseguir que la solicitud llegase al pleno. Era, decía, una deuda de memoria histórica, sobre todo al descubrir que, por poco, las tropas de Yagüe fusilaban a Gila, en 1938. De momento, el pleno de la Junta de Chamberí ha aprobado instalar, en la calle Zurbano —donde se crió Gila—, una placa conmemorativa. Y ya está. Pero, del grupo que reunió Caso quedó una web y la red de contactos que se activó, ante los despidos de los viñetistas Ferran Martín, del digital Republica.com y Eneko Las Heras, de 20Minutos: “Cuando me echaron, y a Eneko, que también lo despidieron, comentamos que había este tema y que afectaba a otros dibujantes y bueno, quisimos hacer un toque de atención”. Así, listaron los inesperados despidos de varios viñetistas, las denuncias contra El Jueves y Mongolia, el antecedente de Wyoming y Mateo, los titiriteros, etc, etc, hasta concluir que: “En una democracia sana es síntoma preocupante que viñetas, tuits, gags o artículos satíricos indignen con tanta facilidad al poder, resultando muy llamativo que se tome la broma tan en serio”.

El mecanismo primigenio del humor está en la transgresión —dice Jaume Capdevila, mejor conocido como Kap. “El humor aparece cuando hay una transgresión en una cosa que te esperas que sea de una manera, y de repente, pam, es de otra”. Como la democracia. O, al menos, como la democracia en la actualidad: “En Estados Unidos es más difícil hacer humor que antes”, dice Martín, “en Francia también, mira el caso de Charlie Hebdo. Esto se suma un poco al tema de las libertades que hay en el mundo”. No sólo en España la democracia parece un mal chiste.

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Joan Ferrús en los juzgados | Imagen vía: Andrea Daza Tapia / TheObjective

Mecanismos del humor

El jueves 16 de noviembre, a las 12 de la noche, la hostia le cayó al subdirector Joan Ferrús, autor intelectual del presunto crimen en cuestión. El caso ya ha trascendido lo suficiente (o no), pero por si acaso, el jueves 5 de octubre, en la sección Las News de la versión digital de la revista, publicaron el impagable titular: “La continua presencia de antidisturbios acaba con las reservas de cocaína en Cataluña”. Subtítulo: “Los cárteles colombianos han advertido que son incapaces de abastecer tanta demanda”.

—Es la primera vez que piso un juzgado —dijo Ferrús, al terminar la instrucción.

Y le impuso, sí. Pero una vez dentro, menos de lo que pensaba: “Quieras que no, siempre tener que explicarle a una persona qué es el humor y cuáles son sus mecanismos, y cómo se debe leer un chiste, impresiona y da un poco de respeto. Pero bueno, aproveché la oportunidad e hice tarea didáctica. Espero que haga servicio”.

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El famoso titular por el que debieron presentarse en los juzgados | Foto: Andrea Daza / TheObjective

 

Lo siguiente es que la defensa pida el archivo. Ya ha venido el director de la revista. Ya ha venido el autor del chiste, quien ha ratificado la declaración del director de la revista. Ya Ferrús ha reconocido que la idea fue suya, ya le han preguntado cómo se le ha ocurrido, y ya ha dicho que leyendo la prensa —la otra, la seria—, donde el teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Asens, había ofrecido declaraciones que apuntaban en ese sentido: la evidencia de consumo de estupefacientes por algunos oficiales de la policía, para explicar las hostias del 1º de octubre, cuando las fuerzas del orden trataron de impedir un referéndum que no podía tener lugar en Cataluña y, que sin lugar a dudas, tuvo lugar. “Creo que hemos ido a declarar, tanto yo como el Guille, un poco en una estrategia de intimidación para evitar que se publiquen ciertas cosas”, dijo Ferrús. “Cualquier persona puede ver que todos los chistes que publicamos en El Jueves, no tienen una voluntad informativa y que están hechos a partir de recoger cierto estado de opinión que aprovechamos y tensamos, usando la hipérbole, que en este caso es un mecanismo humorístico del humor”.

No tengo nada más que añadir, su señoría.

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Anthony Garner viñetista de El Jueves | Foto: Andrea Daza / The The Objective

¡Amordázame,  Corcuera!

Anthony Garner llegó a Barcelona hace más de veinte años, más o menos el mismo tiempo que tiene dibujando de forma profesional. Es de un pequeño pueblo cerca de Reading, cerca de Londres, cerca de Inglaterra, cerca de Europa después del Brexit. Viñetista del diario ARA, desde hace pocas semanas colabora con El Jueves. Empezó garabateando en las Ramblas de Barcelona y ahora, a este inglés catalanizado, le cuesta creer todo lo que está pasando en 2017. Y enumera los casos antes descritos. Queda claro que firmó el manifiesto #HumorAmenazado: “Hay un gran miedo al sentido del humor en este país”, dice en su estudio, donde trabaja bajo el influjo de Ralph Steadman y Gerald ScarfeAnother Brick In The Wall— por mencionar dos referentes de su tierra.

“En general, escuchando los comentarios sobre El Jueves”, dice, “hay un gran miedo por parte de las autoridades. Es como si fueran un gran enemigo”. Un enemigo de papel, que combate ideas ante soldados de plomo —escribo en sentido figurado, su señoría. “El papel del humor gráfico es hacer pensar a la gente”, dice Garner. “Ese es el problema…”. Pensar. “Me parece increíble que el gobierno central enviara a la policía a machacar a la gente a porrazos”, dice Ant, como firma su trabajo. “Hacen un chiste sobre eso, y para ellos es eso, y no lo otro, lo ofensivo. Una policía que parecían gorilas, psicópatas”. Y me preocupo por si eso de gorilas y psicópatas, le traerá problemas a Ant. Su señoría, que dijo que se parecen, no que lo sean. El dibujante ha utilizado una figura retórica conocida como símil o comparación.

 

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Redacción de El Jueves en los ochenta | Imagen: Archivo El Jueves

 

Y ahora, procede con una distopía, o procedo yo: “Me parece una demostración de que el propio país está en marcha atrás, acercándonos a los años 40, a los años 30, de fascismo, reprimiendo mucho a la sociedad”. Ya lo había dicho el Capitán Haddock: “Estamos en el año 76” —Charles Manson ha muerto— y no hay nada más aburrido que explicar un chiste con el remate de una querella judicial. Acaso por eso, el 17 de noviembre, El Jueves publicó otra noticia relacionada (o no) con la del presunto crimen en cuestión: “La continua presencia de antidisturbios acaba con las reservas de caramelos en Cataluña”. Subtítulo: “Las fábricas de golosinas han advertido que son incapaces de abastecer tanta demanda”. Lástima que todo sea falso, lástima que la querella sea verdad. Ferran Martín se inquieta con la sucesión de casos, porque no deja ser inquietante que España pueda incluirse, por méritos propios, en una galería de humoristas perseguidos por hacer su trabajo.

“Ahora, parece que todo se engloba bajo la figura de delito de odio”, dice Martín, quien participa en el pool de viñetistas d’Els Matins de TV3. “Todo eso viene de la ley Mordaza”. Una ley que entró en vigor en mayo del año pasado, aprobada en el Congreso de los Diputados sólo con votos del Partido Popular: peor conocida como Ley de Seguridad Ciudadana. Multas administrativas en lugar de faltas, restricciones al derecho de manifestación. Democratización del miedo. “Lo que más me preocupa es que no hay ningún tipo de propuesta positiva o sólida”, dice Garner. “Se me ocurren mil chistes que hacer gracias a esta situación”. Y pienso que es mejor que no. Que piense antes de trazar alguna línea en vano: “Creo que es un error pensar en límites. No hay límites. El humor gráfico y el humor en general es una forma de expresión y de libertad”.

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Primer número de El Jueves | Imagen: Archivo El Jueves

 

A la salida del juzgado, Jordi Plana recuerda que, en el caso de El Jueves, estamos hablando de injurias y odio. El primero implica una pena económica y el segundo, puede ser una pena, no sólo económica sino también de privación de libertad. Y si estamos en el pasado o de regreso al futuro, Plana saca pecho con su jurisprudencia del mal humor: “Yo llevé el Por Favor, Muchas Gracias”. La primera, como escribe Jaume Capdevila en Història del Periodisme de Catalunya fue una de las grandes publicaciones satíricas de la Transición (1974-1978), impulsada por Jaume Perich y Manuel Vásquez Montalbán: “Por Favor es elegantemente contestataria, sutilmente subversiva, irónicamente discordante. Seguramente por eso también fue castigada con denuncias, multas y dos suspensiones, que intentó evitar confeccionando una nueva revista con la cabecera de Muchas Gracias”. No hay de qué.

“Defendí a Álvarez Solís”, dice todo orgulloso el Capitán Haddock, acusado en 1978 de un “delito de injurias graves” al publicar en la revista Interviú un reportaje sobre las relaciones de poder económico, social y político del senador de Alianza Popular Abel Matute. Y, en 1980, “de un supuesto delito de escándalo público (…) al permitir la publicación de unas fotos de Romy Schneider”, desnuda, claro está, en Interviú.

Hace muchos años, por aquella época, un magistrado le dijo, todo serio: “Explíquenos el chiste”. Y Plana, cejudo, le respondió: “No, señoría, los chistes se cuentan. Si hay que explicarlos, mal asunto”. Corrían los setenta: “Quiero decir, que da un poco la sensación de que volvemos atrás”. Le pregunto sobre el efecto de la Ley Mordaza en el estado general de las cosas, y suelta: “Antes de la Ley Mordaza hubo una Ley Corcuera. Que no es de hoy”. Mejor conocida como la ley de “Patada en la puerta”, esta iniciativa del ministro de Interior socialista José Luis Corcuera, derogó la ley franquista de Orden Público, pero no por ello fue menos polémica y, acabó siendo declarada inconstitucional a principios de los noventa. “Estamos donde estábamos”, dice Plana. Y todos nos quedamos tan panchos.

Spain no es Francia

En Cataluña, cuando algo está muy atravesado, se dice que está siempre en medio, como el jueves. Y, de hecho, esta fue la intención de la publicación que ha liderado la prensa satírica española desde que nació el 27 de mayo de 1977. “El Jueves nació como un punto medio entre dos revistas de la Transición: El Papus y Por Favor”, explica Kap, dibujante satírico e historiador de su sector. La primera, que sufrió un atentado en su redacción en junio del 77, era muy destripada y buscaba siempre la provocación. La segunda, más intelectual, se dirigía a unas élites, con un humor muy irónico y sutil, que apelaba antes a referentes literarios, que a los bajos instintos.

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Jaume Capdevilla, mejor conocido como Kap | Foto cortesía Kap

El Jueves, qué duda cabe, se inspiró en el Charlie Hebdo originario: “No este Charlie Hebdo”, apunta Kap, “sino el Charlie Hebdo anterior”, el que nació del Mayo del 68, el contestatario, el revolucionario, un Charlie Hebdo que inspiraría a muchas publicaciones en el mundo, incluso a la misma cabecera que recuperaría el nombre a principios de los noventa. Su filosofía, a la cual han jurado fidelidad, busca la provocación por la provocación, como apunta Kap. Buscan que su humor tenga una reacción: “Ese es su éxito. Todo el humor, toda la crítica política, toda la crítica social, en el fondo, debe tener también esta pretensión de que no te deje indiferente. Lo que pasa es que los mecanismos de Charlie Hebdo son realmente extremos”. Y a pesar de los atentados, y de las muertes que han sufrido, la geolocalización es importante: “Porque la sociedad francesa tiene unos valores democráticos totalmente consolidados, unos valores muy claros de Estado laico, de sociedad democrática. Una sociedad, política y socialmente muy consolidada. Por tanto, sus lectores también son más maduros y son capaces de entender perfectamente ese tipo de humor”.

Sin embargo, la provocación no es el único motor que mueve a El Jueves. También convive con la crítica: “Hay temas de corrupción política española, cosas que aparecen en El Jueves, que no aparecen en prensa escrita de papel, que circule en los kioscos, en los grandes diarios. Por lo cual, no es solamente destriparlo todo y trincharlo todo. Sino, crear una cierta conciencia social”.

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Una de las portadas de la Revista Mongolia | Imagen: Revista Mongolia

 

El referente francés de Mongolia sería el semanario satírico Le Canard Enchaîné. Al menos, según Le Figaró. “En el nacimiento de Mongolia no hay epopeyas”, escribió Sandra Lafuente para la revista Gatopardo: “Es la historia de un grupo de amigos o de amigos de amigos, todos vinculados con la música, el periodismo, el diseño, los cómics, los fanzines o el derecho”. No es hija de la Transición, pero quizás pueda reclamar la paternidad a su crisis: “Nació en un país en el que las deudas hipotecarias impagadas producen unos quinientos desalojos diarios y en el que varios se suicidan cuando llega la comisión judicial. Desempleo de 26%, pobreza de 21%, niños que se alimentan en los comedores sociales. Ya no hay prosperidad que disimule la corrupción política ni los manejos indebidos de dinero, que rozan hasta a la hija menor de los reyes, la infanta Cristina. La bonanza duró diez o quince años. España fue el norte entonces y ahora vuelve a ser el sur”. Ay.

Y aunque lo peor de esa crisis ya pasó, Edu Galán asegura que seguimos en la mierda: “Es que tenemos un Gobierno que está muy acostumbrado al autoritarismo y al uso de los mecanismos del Estado en su propio beneficio, tanto de forma legal, alegal como la ilegal”. No es un buen momento. “Yo vi a familias con discapacitados yendo a mítines de Rajoy en Valencia, cuando tendrían que escupirle. Un patriota que lo es para los que pagan: menuda basura. La derecha siempre ha querido la alabanza continua ante su ‘ordeno y mando’, de ahí la gran caterva de chupapollas que podemos ver, en su plena evidencia audiovisual, en los puestos directivos de TVE. ¡Cómo serán los que no vemos, en sus puestos grises y de mucho más poder!”.

Damas y caballeros, con ustedes, un humorista de mala hostia.

“Evidentemente, esto se ha exacerbado con el problema del que son corresponsables: la independencia de Cataluña. Tratan de callar al disidente con medidas represivas y con sus trapos. A la sátira, en tiempos convulsos, siempre se le dice ‘este no es el momento: pónganse serios’. ¡Pero si es todo una puta broma, una estafa que pagarán las clases bajas y medias! ¿Por qué no íbamos a reírnos si vamos a pagar?”.

 

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Portada secuestrada de El Jueves en 2007 | Imagen: El Jueves

 

Desde Barcelona y Madrid, El Jueves y Mongolia compiten por el pastel de la sátira y comparten los males de la indigestión. Lafuente decía en su nota que, a la revista El Jueves “le pasó, en julio de 2007, algo que a Mongolia aún no: un juez ordenó el secuestro de una edición con una caricatura en la portada en la que los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, aparecen teniendo sexo mientras él le dice: ‘¿Te das cuenta? Si te quedas preñada… eso va a ser lo más parecido a trabajar que he hecho en mi vida”. El periodista Pere Rusiñol decía entonces que tenían la voluntad “de hacer ruido, pero somos un medio pequeño, humilde, nadie nos quiere engordar porque nos hemos metido con pocos, somos muy periféricos desde el punto de vista oficial. Nadie se querella para no engordarte, nadie habla de ti porque están cabreados”.

—¿Qué ha cambiado? —le pregunto a Galán.

—Que a El Jueves le denuncia Casa Real y la Policía Nacional y, a nosotros, Ortega Cano. (Aparte de ese pequeño detalle) Seguimos siendo periféricos desde el punto de vista oficial, ¿no te parece?

En el Verkami que han hecho para afrentar los costos del juicio, dicen: “No podemos pactar con el que nos cita con la espada: si reconocemos que debíamos haber pedido permiso a Ortega Cano (un personaje público, asiduo de las revistas del corazón) para satirizarle, entonces no podríamos ni siquiera hacer nunca más Mongolia: no existiría margen en España para un proyecto satírico como el nuestro. En pleno jaleo con Cataluña, España se arriesga ahora a perder Mongolia”.

 

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Redacción de El Jueves | Foto: Andrea Daza / The Objective

 

Para Modgi, guionista y coordinador web de El Jueves —suerte de sidekick de Ferrús, al momento de generar chistes o contenidos digitales—, el mejor día de la semana es el miércoles. El lunes cierran, el martes descansan y en el tercer día, cuando una nueva edición sale a la calle, se encierran finalmente a pensar chistes y paridas, en serio. Desde diciembre de 2006, cuando el Grupo RBA compró El Jueves y trasladó su redacción al edificio de la Diagonal, un equipo reducido hace el milagro semanal del papel y alimenta la maquila diaria de la web, con el apoyo de una red de colaboradores externos. Todavía no saben si tendrán que abrir la hucha, pero están seguros de que al menos hay un día de la semana que no están dispuestos a perder.

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