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Cultura

Wild Wild Country es la serie de la primavera y tienes que verla ya

Descabellada a niveles que es mejor no explicar para no hacer spoilers, esta serie documental de Netflix sobre un culto que intentó fundar una ciudad en el Oregón rural en los ochenta es una joya y dentro de poco será de lo que todo el mundo esté hablando.

Wild Wild Country es la serie de la primavera y tienes que verla ya

Descabellada a niveles que es mejor no explicar para no hacer spoilers, esta serie documental de Netflix sobre un culto que intentó fundar una ciudad en el Oregón rural en los ochenta es una joya y dentro de poco será de lo que todo el mundo esté hablando.

 

Por alguna razón, probablemente porque se cumplen aniversarios y no por la omnipresente nostalgia (¿quién extraña los cultos?), este año se estrenan varias miniseries centradas en cultos famosos y sus desenlaces trágicos: dos ejemplos son los shows sobre Waco y Jonestown. Pero no es difícil atreverse a decir, no después de haberla visto, que la serie sobre cultos que se va a convertir en el clásico de la primavera y en la nueva obsesión colectiva es Wild Wild Country, de Netflix. Hace unos días el servicio de streaming soltó en su interfaz este documental de seis partes con casi ningún aviso, pero no ha pasado desapercibido. ¿Qué lo hace un indispensable? Bueno, para empezar la historia es de esas que nadie se creería o, como dice un personaje en el primer episodio: “Alguien escribirá un libro sobre esto y te garantizo que cuando salga la gente va a creer que es ficción”.

Wild Wild Country nació cuando una pareja de hermanos, Chapman y Maclain Way, terminaban de trabajar en otro documental en 2014. El encargado del archivo de la Sociedad Histórica de Oregón les preguntó cuál era su siguiente proyecto y les comentó que allí tenían 300 horas de material gráfico sobre uno de los casos más descabellados de la historia de ese estado, según contaron los directores a Vulture. ¿Qué cuál es ese caso? A principios de los ochenta el movimiento liderado por el gurú indio Bhagwan Rajneesh adquirió casi 26 mil hectáreas de terreno para fundar una nueva sociedad en una zona rural de Oregón. Hasta aquí suena como una historia extraña pero no fuera de lo común cuando se trata de cultos, pero el movimiento Rajneesh y todo lo que pasó luego dan para mucho, mucho más.

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Bagwhan Rajneesh comenzó su movimiento en India, lo mudó a Estados Unidos.  | Imagen vía Netflix.

 

La serie documental, muy bien hecha en todos los frentes, explora el comienzo del culto y habla con sus líderes, los que aún viven, pero también conversa con los antiguos residentes del pueblo más cercano a la enorme comuna: Antelope, con una población de 40 personas; y con los abogados y fiscales que se ocuparon del caso. Bhagwan era el gurú, pero frente a las cámaras, una vez que el líder optó por dejar de hablar, quedó su secretaria personal Ma Anand Sheela. Fue ella quien llevó a cabo la fundación y desarrollo de Rajneeshpuran, y quien estuvo allí para verla caer. Y en el transcurso de ese tiempo no tienen idea de todo lo que ocurrió. En resumen, y sin hacer spoilers porque parte fundamental del disfrute es saber lo menos posible, digamos que esta historia implica desde envenenamientos masivos y sexo colectivo hasta armas automáticas, unos 30 Rolls Royce y una discusión sobre las libertades que garantiza la Constitución.

 

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Ma Anand Sheela fue la ejecutora de facto de la mayoría de las ideas del gurú… y una mujer que realmente se merece un documental para ella solita. | Imagen vía Netflix.

 

Los Way enfocan correctamente la historia dando espacio a todos los involucrados para dar su perspectiva: a veces los miembros del culto parecen completamente racionales y coherentes, a veces unos locos; lo mismo pasa con los vecinos de Antelope o con los fiscales de distrito. Es un caso complejo y descabellado, pero no por eso el documental pierde de vista su humanidad. Se acerca sus sujetos con empatía y permite que sea la propia historia la que deje al espectador formar una opinión sobre lo que pasó.

Además de ello está la ventaja de que visualmente es impresionante, no sólo porque los Way saben filmar muy bien el presente, sino por la impresionante cantidad de imágenes de archivo que tienen y por el hecho básico de que los seguidores de Bhagwan, que llegan a los miles, viste siempre en tonos naranja, bermellón o rojo, con lo que inunda el espacio de la imagen con color y movimiento muy especiales.

Los cultos, sea el que sea, siempre generan curiosidad. Son ese tipo de historias que siempre pueden revisitarse, que alborotan el morbo, la duda. Pero este relato, este en específico, no tiene comparación. Y cuando se piensa que no se había contado antes tan a fondo la respuesta es de absoluta sorpresa. Porque como bien dice ese personaje en el primer episodio… si no fuese porque es cierto, nadie creería que es verdad.

  

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