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Cultura

El Mad Cool comienza a medio camino entre el caos total y el éxtasis de Justice y Pearl Jam

La música en directo merece ser mimada, y con esa premisa fue creado el festival Mad Cool se lleva celebrando en Madrid desde 2016, logrando colocar a la capital en el mapa de los grandes festivales europeos. Lo que a los organizadores de este evento de la promotora Live Nation parece habérseles olvidado es que el público también merece ser mimado. Las enormes colas para absolutamente todo, desde entrar en el recinto hasta comprar un bocadillo de hasta 10 euros –uno normalito, nada especialmente lujoso– han protagonizado una primera jornada caótica de un festival que había colocado unas expectativas superiores.

El Mad Cool comienza a medio camino entre el caos total y el éxtasis de Justice y Pearl Jam

La música en directo merece ser mimada, y con esa premisa fue creado el festival Mad Cool que se lleva celebrando en Madrid desde 2016, logrando colocar a la capital en el mapa de los grandes festivales europeos. Lo que a los organizadores de este evento de la promotora Live Nation parece habérseles olvidado es que el público también merece ser mimado. Las enormes colas para absolutamente todo, desde entrar en el recinto hasta comprar un bocadillo de hasta 10 euros –uno normalito, nada especialmente lujoso– han protagonizado una primera jornada caótica de un festival que había colocado unas expectativas superiores.

Caos de entrada e incertidumbre

Para aquellos que entraban desde la zona de parking de IFEMA, incluidos parking VIP y prensa, la espera bajo el sol y sin agua se hacía eterna. El más afortunado tuvo que esperar una media de dos horas para poder llegar a la zona de conciertos. Sin explicaciones de ningún tipo por parte de los responsables, los chicos que se encargaban (sin éxito) de asegurarse que nadie se colara se mostraban desbordados: “solo han puesto a dos pavos a revisar mochilas, así es imposible que la cola avance”, se quejaba uno de ellos.

 

 

En el resto de accesos, el problema era muy similar. Los controles fallaban –la organización ha explicado que se trataba de un problema técnico con el control de pulseras de acceso y ha asegurado que no se volverá a repetir–, por lo que las colas se eternizaban, provocando que la mayoría de asistentes que quería disfrutar de los primeros conciertos de la tarde –como Eels o Iván Ferreiro–, no pudieran hacerlo a pesar de haber pagado más de 190 euros por un abono, en el peor de los casos.

Uno de los accesos al festival es a través de un túnel que atraviesa la carretera M11 desde IFEMA hasta el recinto en Valdebebas. Ese túnel estrecho recordaba a muchos al angosto pasillo de la tragedia en el Madrid Arena. Conscientes de ello, desde la organización del Mad Cool quisieron curarse en salud y dejar pasar a la gente a cuentagotas. Una intención loable, pero que provocaba la incertidumbre y la indignación, en algunos casos, de los que hacían la cola para ese cuentagotas, y es que pretender introducir aproximadamente a 40.000 personas por un túnel para acceder al recinto no parece la mejor de las ideas. En definitiva, un fallo logístico y de planificación que, unido a los problemas técnicos con la red móvil, retrasaron la entrada más de la cuenta e hicieron que muchos fans se quedaran huérfanos de los artistas y grupos que querían ver y que no pudieron disfrutar.

Además de colas para entrar, había colas para absolutamente todo lo demás: entrar en los baños –más limpios de lo que una acostumbra en un evento de estas características–, colas para pedir una bebida –son pocas las barras disponibles para 80.000 asistentes diarios, y muchos los problemas para pagar, por ejemplo, con tarjeta– y colas hasta para pedir un bocadillo de 10 euros.

 

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Algunos de los asistentes, hartos de las colas, rompen una de las vallas de seguridad para acceder al recinto. | Foto: Ana Laya | The Objective

Otro que se ha llevado enormes críticas ha sido Uber, por ofrecer servicios que no funcionan –UberEats tardaba de media hora y cuarto en entregar una comida que ya estaba fría–, y por ofrecer servicios engañosos –prometían a sus usuarios que se saltarían las colas por su acuerdo con Mad Cool, pero éstos tuvieron que esperar exactamente igual que los demás–.

 

Pearl Jam, Justice y otros destacados como bálsamo

Si el Mad Cool ha logrado este éxito de convocatoria es indudablemente por disponer de un cartel de excepción y competitivo ante la amplia oferta de festivales en España. Quienes pudieron llegar a primera hora por algún casual disfrutaron de unos conciertos evidentemente vacíos de público. Toundra, Eels, Iván Ferreiro o Fleet Foxes eran algunos de los nombres más repetidos entre los que se quejaban en las colas por no poder llegar a ver, y de cuyos conciertos no podemos dejar una crónica escrita precisamente por esa razón.

 

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Kevin Parker, de Tame Impala, durante su actuación en el Mad Cool. | Foto: Victor Lerena | EFE

 

Más tarde, cuando las colas y las dudas fueron disipándose, empezaron a llegar los platos fuertes para alivio del personal. La banda de rock psicodélico Tame Impala acompañó a los recién llegados en un atardecer raro en Valdebebas. Su propuesta, siempre genial y con unos visuales de admirar, solo se vio empañada por el peor sonido de la primera jornada del festival, el del escenario Madrid te abraza.

Pearl Jam era el gran plato de la noche. Tras arrasar dos días antes en Barcelona, los chicos –señores, pero chicos– de Seattle volvían a Madrid 11 años después y la expectación era máxima. Grunge de los 90 que sonaba perfecto en este 2018. Pearl Jam regaló a su público un buen número de éxitos de sus 10 álbumes, así como otras perlas condensadas en algo más de hora y media de música. Un Eddie Vedder etílico y contento recordó a los niños de la década de los 90 que el grunge no muere, sino que solo se transforma.

 

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Vista aérea del público del concierto de Pearl Jam. | Foto: Mad Cool

 

Quienes estaban hartos de grandes aglomeraciones se alejaban del Mad Cool Stage, santuario de Pearl Jam durante su actuación, para lanzarse a otras propuestas menos aclamadas. El rapero Post Malone, con auténticos superventas de los últimos tiempos como White Inverson, Congratulations o Rockstar, fue uno de esos acertados escapes al público masivo de Pearl Jam.

Washed Out fue otros de los destacados de la primera jornada, con un directo contundente de la mano de Ernest Weatherly Greene Jr., una referencia muy actual del chillwave. Para deleite de su público, Washed Out ofreció una hora completa de éxitos para evadirse del caos y de nuevos temas de Mister Mellow, su último disco. Por horario también coincidía con el gran nombre de la noche, pero no decepcionó.

La guinda la pusieron dos promesas de la noche: Justice y MGMT. Los primeros ofrecieron un set apoteósico con sus mejores éxitos remixados y otras sorpresas bajo una de las carpas del recinto, que definitivamente se quedó pequeña. Los segundos, que ya habían actuado en la fiesta de presentación un día antes del comienzo del festival, dieron los últimos coletazos a una jornada caótica que solo pudo ser salvada por la buena música en directo. Esperemos que la música no tenga que salvar nada más en los dos días que le quedan al Mad Cool en esta edición.

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