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Cultura

El arte inclusivo o el arte donde se ve al artista y no a la persona y su diversidad

Coruña acoge una nueva edición de DiversidArte, Festival Das Artes Inclusivas, una cita cultural protagonizada por artistas con diferentes diversidades y distintas disciplinas artísticas. El arte inclusivo también es arte

El arte inclusivo o el arte donde se ve al artista y no a la persona y su diversidad

Orquestas Inclusivas

Que haya una sociedad entera representada en una orquesta. Así define Pedro Vázquez su proyecto de Orquestas Inclusivas que participará en la sexta edición de DiversidArte, Festival das Artes Inclusivas. Coruña acoge entre el 3 y el 18 de septiembre esta cita cultural organizada por la asociación Potenc100mos.

«La sociedad tiene que aceptar que hay que incluir en las actividades culturales a artistas diferentes aceptándolos por su arte tal como es y no dándoles un valor por su diferencia, por su diversidad», explica Cristina de la Puente, directora de proyectos y coordinadora del festival. Cristina defiende no hacer cajones de diversidad en el festival como no se deberían hacer en la sociedad. DiversidArte trata de reunir a las distintas diversidades. «Por eso participan personas con diversidad sensorial, sexual, étnica. El festival nació con esta idea y todavía estamos en ese punto porque la sociedad tiene que entender que hay que ampliar el concepto de diversidad. Lo ideal para nosotros es ampliar el concepto hasta el punto de que todo el mundo se incluya». Para el festival es clave aceptar todas las diversidades y no solo algunas porque de nada sirve aceptar la diversidad funcional si luego rechazas a los migrantes. 

Juan Manuel Montilla «El Langui» es otro de los protagonistas del festival. Actor, escritor, rapero, «El Langui» es ya lo suficientemente famoso como para que la gente no vea su discapacidad, cree Cristina, que tiene claro que así como el público va dejando de ver la diversidad funcional física en lo que a arte se refiere, todavía tiene fuertes reticencias ante la diversidad intelectual: «Se piensa que estas personas no pueden llegar, no se conoce su potencial».

Un arte inclusivo implica riqueza. Cuantas más diferencias, más tipos de expresiones, de procesos, de creaciones. «Es la forma de tener una auténtica oferta cultural más amplia y rica», defiende Cristina. 

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Distintos miembros de las Orquestas Inclusivas durante un ensayo. | Foto vía Orquestas Inclusivas.

Una piedra deforme danzando

Desde la primera edición de DiversidArte han pasado por allí más de trescientos artistas pertenecientes a distintos grupos sociales. Sucede lo mismo con las disciplinas artísticas. Este año el festival incluye música, danza, cine, mientras que en otras ediciones ha habido artes plásticas o teatro. En esta edición participan personas con diversidad física, intelectual, sexual y étnica. Siempre en la línea de romper cajones el requisito es que haya distintas diversidades en cada edición. Un buen ejemplo de esto es la actuación de las Orquestas Inclusivas junto a La Sociedad Polifónica El Eco, donde se juntarán «personas con distintas diversidades con personas que se consideran que no tienen una diversidad, aunque nosotros entendemos que todos tenemos nuestra diversidad», explica Cristina. 

Yanel Barbeito es una de las artistas que participará en esta edición. Hará una performance de danza-teatro con su Proyecto Barbeito. Esta bailarina cubana tuvo hipoxia al nacer y le dejó como secuela una parálisis cerebral. Yanel tiene dificultad para andar y para hablar. De niña vivió en una cama. «Yo era un vegetal: no caminaba, no hablaba», explica. Con 7 años viajó a la antigua República Democrática Alemana donde la trataron con diversas técnicas y con la danzaterapia la vida de Yanel cambió. «Gracias a la danzaterapia pude caminar. Llevo bailando desde entonces».

Yanel estudió en la Universidad de las Artes de La Habana. Junto a su pareja, Omar González, han creado una performance que interpretará en el festival inspirada en los últimos minutos de vida de George Floyd y su tristemente famosa frase: no puedo respirar. «Qué pudo sentir él en esos momentos sin nadie que lo acompañara, qué pensó», comenta Yanel sobre su performance.

Yanel está acostumbrada a que le digan desde pequeña todo lo que no puede hacer por sus parálisis cerebral. «Si no me dejan me tengo que buscar la vida por otro lado, en Alemania aprendí que si no puedes brincar el muro, dale la vuelta». No se considera una artista inclusiva porque la mayor parte de su carrera la ha pasado trabajando como lo hace un bailarín “normal”. Lo que para ella es fundamental es que el arte tenga en cuenta las distintas diversidades a la hora de preparar al artista. «En el caso de la danza, en función de las habilidades que tenga esa persona tienes que buscarle una técnica específica para trabajar su corporalidad». Para esta bailarina lo diferente es una herramienta en la construcción del arte. 

«¡Una piedra deforme danzando en el camino!», reza la frase de presentación del WhatsApp de Yanel Barbeito.  

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La bailarina Yanel Barbeito en un momento de su performance. | Foto: Raquel Álvarez | Cedida.

Un cambio de mirada

Asistir como público a un festival como DiversidArte implica realizar un cambio en la mirada. «Tienes que pensar que vas a ver arte y un arte diferente. Es una mirada de dejarse sorprender por lo que vas a ver», explica Cristina. Hay que abandonar el paternalismo, alejarse del “pobrecito” para pasar al reconocimiento. «Es importante tener ganas de conocer cosas nuevas. Pensar: voy a ir a ver lo que hacen estas personas porque igual me estoy equivocando y los estoy menospreciando de entrada».

Lo deseable es ver este festival como una opción más dentro de la oferta cultural. Una oferta más y diferente a lo que se suele programar. Y luego ya que cada uno decida si lo que experimenta le gusta o no. Como bien explica Cris, esto es como cuando valoras un cuadro sin saber si quien lo pintó es ciego o no. 

En el mundo de la diversidad tendemos a valorar sobremanera la superación personal, pero, como dice Cristina, cualquier artista tiene que superarse a sí mismo para tratar de llegar lo más lejos posible. «Yanel, por ejemplo, para vocalizar, para caminar, todo eso le exige un trabajo, pero gracias a que tiene esa diversidad funcional expresa lo que expresa en sus performances, si no la tuviera no sería lo mismo y el fin de cualquier artista es que se aprecie su arte».

Por un lado tenemos el paternalismo y por otro el rechazo a las personas diversas, en el arte y en la sociedad. Por eso uno de los objetivos del festival es corregir, a través del arte, la percepción de lo que es normal y lo que no. «Qué es ser normal», se pregunta Cristina. «Para mí es un tema de conocimiento o de ignorancia. Si te quedas en la ignorancia vas a ver las cosas anormales. Esta comida no es normal, por ejemplo. ¿Y por qué no lo es? Porque no la has probado nunca, pero si la comieras todas las semanas sería normal. Por eso si la gente se diera la oportunidad de tener esta experiencia artística, la normalizaría y empezaría a ver el arte». 

Para Cristina la situación ideal, de la que todavía estamos lejos, es no hablar de inclusión, que la diversidad se diera por hecha y solo se viera al artista y su arte. Llegados a este punto este festival carecería de sentido y pasaría a titularse festival de las artes, sin necesidad de tener ningún apellido. «Viviríamos entonces en un mundo donde nadie sufriría un delito de odio por su diferencia ni sería discriminado por sus capacidades, raza, sexo». 

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