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Economía

«Viva el rey» y «Sánchez dimisión»: las víctimas, olvidadas a las puertas de su propio homenaje

Un puñado de simpatizantes de Vox se concentran en los aledaños del Palacio Real de Madrid durante el homenaje a las víctimas del COVID-19 para apoyar al Rey

«Viva el rey» y «Sánchez dimisión»: las víctimas, olvidadas a las puertas de su propio homenaje

Lidia Ramirez | EFE

Martín Sagrera tiene 84 años. En las puertas del Palacio Real de Madrid, donde se celebra el homenaje a las víctimas de la COVID-19 (más de 28.400 fallecidos a fecha de 16 de julio), reparte hojitas plastificadas con el dibujo de un crespón y una laña. Las ha hecho él, «una a una», y las ha impreso en su casa –nos cuenta– para repartirlas de forma gratuita al puñado de asistentes que se concentran fuera mientras la ceremonia transcurre en su interior. Ha impreso unas 100. «No voy a hacer negocio con esto. Yo vengo aquí porque me dan lástima los fallecidos, es una pena», nos cuenta este pensionista profesor de Ciencias Políticas y doctorado en Sociología por la Universidad de París. «Yo he pasado el coronavirus[contexto id=»460724″], estuve muy malito, pero aquí sigo», relata emocionado. «No tengo miedo, hay que seguir luchando, por eso estoy aquí».

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Martín Sagrera. | Imagen: Lidia Ramírez | The Objective
Pero lo que no esperaba Martín es que sólo los periodistas y un par de señoras cogiésemos su crespón. La mayoría de presentes en el exterior del Palacio Real son simpatizantes de Vox que aseguran estar «sólo y únicamente» en apoyo al rey. «Estoy aquí porque quiero apoyar al rey, es lo menos que podemos hacer por él. Este homenaje es una mentira y una pantomima, yo estuve en la ceremonia que se celebró en La Almudena la semana pasada, ese fue el verdadero funeral, esto de ahora es una cortina de humo», opina Mariano en referencia al acto que está teniendo lugar en la Plaza de la Armería del Palacio, a solo unos metros de donde nos encontramos. El homenaje ha estado presidido por la Familia Real y a él han asistido los presidentes de las 17 comunidades autónomas y Ceuta y Melilla (hecho insólito en los actos oficiales celebrados en los últimos años en Madrid), además de los titulares de las más altas instituciones del Estado y todos los expresidentes del Gobierno vivos, salvo Felipe González, que se ha excusado. Tampoco ha asistido ningún miembro de Vox al considerar que se trata de «una ceremonia de exculpación al Gobierno».
«Hay una campaña de acoso y derribo contra el rey, a pesar de los problemas que estamos teniendo con el emérito, él lo está haciendo muy bien, está súper bien preparado y el Gobierno lo está dejando de lado. Si el rey no hubiese venido aquí yo hoy no hubiese estado apoyando a las víctimas, porque el acto por los caídos se tenía que haber hecho antes», se queja José, que porta una bandera de España atada al cuello y recuerda que hace casi un mes del levantamiento del estado de alarma.
El otro homenaje a las víctimas por el COVID-19 a las puertas del Palacio Real
Simpatizantes de Vox en las puertas del Palacio Real. | Imagen: Lidia Ramírez | The Objective

Mientras, un par de helicópteros sobrevolando la zona, la policía ecuestre y canina merodeando por los alrededores y decenas de miembros de seguridad privada y nacional inspeccionando el terreno y controlando «que no se líe mucho». Fuera, más periodistas y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que asistentes al homenaje.
«Qué vergüenza, estamos cuatro personas. Esto es inaudito, una mierda, el país se va al carajo», se queja Carmen, que regenta un local comercial cerca de la Plaza de Oriente. «Me voy porque me enfado», agrega mientras un par de hombres pasan vendiendo banderas de España. «La bandera, la bandera, la banderita», gritan los señores mientras se pasean entre el puñado de simpatizantes de Vox que agitan banderas en las que en algunas se puede leer: «VIVA EL REY». También portan camisetas con la insignia «Gobierno dimisión» o «Vete ya Sánchez». Escuchan el discurso del rey con una radio en absoluto silencio. «Cuando hable Sánchez pitamos», dice uno. Pero Sánchez no va a hablar, porque en el homenaje solo tendrán la palabra el rey, Hernando Calleja, hermano del periodista José María Calleja fallecido durante la pandemia, y Aroa López, enfermera supervisora del hospital de la Vall d’Ebron de Barcelona.

En ese momento me recuerda el sentido del acto Alfonso, un madrileño que pide justicia por la muerte de su tío. Con una pancarta con la imagen de su familiar, a la que acompaña una bandera de España y un crespón negro. Alfonso lamenta que su tío muriese «solo y abandonado» en una residencia, «donde se le negó el derecho a ser asistido en un hospital y a cualquier tipo de tratamiento». «Ni siquiera me enteré que se había contagiado, me llamaron para decirme directamente que había fallecido», se lamenta.
El otro 'homenaje' a las víctimas por el COVID-19 a las puertas del Palacio Real
Imagen: Lidia Ramírez | The Objective
En la misma línea se pronuncia Alicia, ella ha perdido a una tía y se ha desplazado de Fuenlabrada a Madrid «solo» para homenajear a los fallecidos. «La política la dejo a parte, ni banderas, ni reyes, ni monarquía, ni república. Esto es un homenaje a las víctimas. No es lugar ni momento para esto», comenta en referencia a la concentración que han llevado a cabo los simpatizantes de Vox. «Cada cosa tiene su lugar y su hora. No veo normal lo que están haciendo».

Mientras, en el interior, el rey da el pésame a todos los afectados: «Hoy es un día que quedará grabado en nuestros corazones porque hoy rendimos homenaje a los miles de ciudadanos que han perdido su vida como consecuencia de la pandemia. Su duelo es nuestro». Y en ese mismo momento, fuera, una mujer reprende a un hombre con bandera y mascarilla a modo de bufanda que se fuma un cigarro y se pasea entre el grupo de periodistas y asistentes: «¡Póngase la mascarilla señor, y no fume. Está con más gente!», le dice la señora con educación. «Fumo porque me da la gana y no me voy a poner la mascarilla», le contesta irascible. El inapropiado desencuentro es interrumpido por aplausos y vítores de «¡Viva el rey!». Felipe VI ha terminado su discurso.

Las caceroladas y los pitidos pidiendo la dimisión de Pedro Sánchez retumban ahora en la Plaza de Oriente. De la sociedad que iba a salir mejor persona, empática y solidaria y de la compasión que Hernando Calleja hablaba minutos antes en la Plaza de la Armería del Palacio Real, ni rastro.

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