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El esoterismo "es una patraña": ¿hay un 'boom' feminista y 'millennial' del horóscopo y el tarot?

El Gobierno se planta contra las pseudociencias y pseudoterapias mientras asistimos a un nuevo ‘boom’ del esoterismo.

El esoterismo «es una patraña»: ¿hay un ‘boom’ feminista y ‘millennial’ del horóscopo y el tarot?

La publicación de una guía creativa del tarot, la reivindicación de las brujas desde una perspectiva feminista y un renovado interés por el horóscopo entre los más jóvenes coinciden con la puesta en marcha de una campaña del Gobierno que persigue las pseudociencias y pseudoterapias.

 

Crees que la repentina obsesión de la gente de tu ‘timeline’ por el horóscopo es un ‘meme’ que habita únicamente en Twitter -y desde la ironía- hasta que conoces a una chica en un bar y lo primero que te pregunta, de forma solemne, es qué signo zodiacal eres, o hasta que te encuentras en la cafetería de la Facultad de Bellas Artes a estudiantes echándose un café de media mañana y también, de paso, las cartas del tarot. Es así, o lo parece (porque aquí entramos en el terreno de las creencias): el tarot y el horóscopo están volviendo, si es que alguna vez se fueron.

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Cartas del tarot inspiradas en la serie ‘Twin Peaks’ diseñadas por Benjamin Mackey. | Imagen vía Open Culture.

Hay motivos para pensarlo: la editorial Alpha Decay acaba de publicar El tarot creativo. Una guía moderna para una vida inspirada, de la ensayista y escritora Jessa Crispin, muy conocida por su manifiesto feminista Por qué no soy feminista (Editorial Lince) y por su novela El complot de las damas muertas (Alpha Decay); VICE, revista que apunta al público millennial, publica su propio horóscopo desde hace unos meses, adaptándolo a un nuevo lenguaje, acaso librándolo de una pátina que recuerda a cabeceras más superficiales o rosas, donde muchos han seguido las predicciones en secreto durante años y años; la bruja, como figura históricamente maltratada y hasta asesinada, se está reivindicando desde una perspectiva feminista en los últimos años -por citar algunos ejemplos: Brujas (Ediciones B), de Mona Chollet, editora de Le Monde Diplomatique, o W.I.T.C.H. Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno (La Felguera); en lo audiovisual, el ‘remake’ de la serie Sabrina o las películas Suspiria o La Bruja– y hasta las marcas de moda han sabido ver el tirón, desde las más independientes como Ganga Shop o Morgana Sanderson hasta Christian Dior o Givenchy.

A finales de febrero, el Gobierno, desde el Ministerio de Sanidad y desde el de Ciencia, puso en marcha una campaña llamada #coNprueba, enfocada a la lucha contra las pseudoterapias y las pseudociencias con el fin de “invitar a una reflexión sobre el pensamiento crítico y racional”, según reza la nota de prensa difundida cuando la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo, y el ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, presentaron la iniciativa.

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Imagen vía Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Las referencias a este tipo de prácticas esotéricas son directas: en un spot de la campaña un técnico trata de arreglar la pantalla de un móvil mediante una suerte de conjuro; en una imagen promocional -que puede encontrarse, por ejemplo, en marquesinas- puede leerse: “Solo hay una manera de entender los astros”, junto a dos imágenes que contrastan entre sí: la de una chica que “ve” el futuro a través de una bola de cristal y la de un astrónomo que contempla a través de un telescopio un cielo repleto de estrellas. El Gobierno relaciona así la creencia en estas prácticas no comprobadas científicamente con una falta de cultura y pensamiento crítico que podría enmarcarse en el actual tiempo de desinformación, populismo y fake news que denuncia la filósofa Marina Garcés en su libro Nueva ilustración radical (Anagrama).

“¿Cree el gobierno que es importante cuestionar la espiritualidad? Adelante con sus prioridades, cuando quieran les paso un listado de problemas más urgentes”, opina tajantemente Andrea Gumes. “Leer tu signo una vez al mes no creo que haga daño a nadie, lo que sí puedo entender es que haya cierta preocupación ante anuncios, tiendas o servicios de chamanes que te limpian el aura, de cartas astrales para tu nieto recién nacido en media hora o un ritual con piedras. Pero tampoco quiero entrar porque desconozco qué tipo de prácticas se están llevando a cabo en la calle y si realmente se producen engaños”, continúa.

 

 

Gumes se encarga desde noviembre del año pasado de redactar los horóscopos de la revista VICE y, contra lo que algunos puedan pensar, lo hace completamente en serio. No hay broma en su método, sino bastante trabajo: “me baso en el movimiento de los astros, las cuadraturas y conjunciones. Y cómo estos astros influyen en cada uno de los signos, cómo de predecible será la reacción de ese signo si lo ponen a prueba en determinadas situaciones. El proceso es mucho, mucho más largo de lo que yo misma me esperaba”. Lo que diferencia a sus horóscopos de los que tradicionalmente se han leído a hurtadillas -ella misma admite que siempre lo ha hecho, incluso “rebuscando en mil páginas ‘online’ de origen dudoso”, pero sin embargo nunca ha alardeado de ello, como si le diera “vergüenza” reconocerlo- es una traducción, digamos, generacional: “en vez de decir ‘vigila con tu planeta regente que entra en conflicto con el elemento del agua cuyas dinámicas son idóneas para venideras asociaciones’, yo prefiero decir: ‘ábrete Tinder que este mes habrá fuegote’”.

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Imagen vía Ganga Shop.

¿Están estas prácticas, por lo tanto, viviendo un nuevo auge, sobre todo entre los más jóvenes? Gumes no cree “que haya cambiado tanto el creer o no creer. Ha cambiado la estética, la interpretación, un lenguaje más cercano; ya no es Sandro Rey detrás de una cámara con una espada en la mesa y un mantel de terciopelo. Ya no da vergüenza, ahora es lo más ir con las amigas al tarot y llevar una camiseta de «I’m a scorpio». Esto es puro capitalismo, y un poco welcome to the jungle. Pero también debería haberse adaptado la religión a los tiempos modernos y no lo ha hecho. Así que bien por los astros”.

Una perspectiva feminista y “psicológica” del esoterismo

De lo que sí está segura es que este ‘boom’ está unido a la reivindicación de la bruja como figura feminista, algo que también secunda Crispin, pues “la brujería siempre ha estado asociada con el feminismo. La primera ola de feminismo salió de hecho del movimiento espiritualista”, tal y como apunta esta última. Sin embargo, Gumes no se “atrevería a decir que el horóscopo sea cosa de mujeres”, ya que le escriben tanto chicas como chicos interesados en sus predicciones. En cambio, si le preguntas a Isabel López, que lleva quince años leyendo las cartas del Tarot Rider -aunque en el mundo 1.0: ¿radicará ahí la diferencia?-, te responderá con claridad que tan solo el 5% de sus clientes son hombres, y eso que cuenta con una amplia horquilla de clientes que van desde los 20 hasta los 70 años. “Es la mujer la que siempre viene”, afirma. No obstante, señala que “el hombre que sabe que la mujer viene, le dice ‘a ver qué te dice Isabel’ y luego se lo tiene que contar, pero ellos no son capaces de venir”. Cree que “por pudor, por vergüenza”, porque “no es que no crean”, sino que el hombre ha de dar una apariencia “más valiente”, como si no necesitase ayuda. “Y no es cierto”, apunta López. Ellas acuden, en palabras de López, porque necesitan hablar, que las escuchen y, sobre todo, que las entiendan. “Yo intento darles una herramienta de ayuda, un as en la manga para que puedan entender mucho mejor lo que les pasa. Vienen mucho porque no tienen con quién hablarlo, necesitan respuestas. Vienen pidiendo ayuda”, explica.

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Para Jessa Crispin la lectura del tarot es parte de un ritual personal de autoconocimiento. | Imagen vía Alpha decay.

En esta interpretación “psicológica” del oficio coinciden tanto López como Gumes: “sobre si es una creencia real o no, yo siempre digo que la astrología es una interpretación psicológica de cada uno. A la gente le gusta reconocerse y que le digan un poco cómo resolver ciertas situaciones”, responde Gumes. “Es una cuestión de fe, de creencias”, suscribe López. “Esto no es una ciencia exacta, pero los misterios están ahí. Yo conozco a gente de ciencia que cree que hay algo más; muchísima gente importante que acude a los tarotistas y a las personas como yo”, asegura.

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Las plazas del taller de ‘Tarot Creativo’ de Jessa Crispin en La Casa Encendida de Madrid se agotaron en apenas un par de días. | Foto: Carola Melguizo | The Objective.

Sabemos de algunos casos: Jessa Crispin cuenta que Ronald Reagan y Elizabeth I, por ejemplo, tenían un astrólogo personal. “Es una forma de entender tu lugar en el mundo”, resume Crispin, que recientemente ha impartido un par de talleres de lectura de tarot creativo en Madrid y en Barcelona y que cree que ahora “la gente está siendo un poco más abierta al respecto”, aunque va por “oleadas”. “La cultura del horóscopo no se trata de astrología, se trata de autoayuda. La mayoría de las mujeres que he conocido -y he conocido a muchas de ellas- que escriben estas columnas de astrología para revistas, no saben de astrología. Quiero decir, saben algunos conceptos básicos y luego solo escriben. Eso es esencialmente lo que son los horóscopos: están destinados a que digas: «oh, sí, puedo pedir ese aumento”, o lo que sea. Es el mismo tipo de autoempoderamiento, de autoayuda, ya sabes, de una especie de cultura feminista”, reflexiona Crispin.

El tarot y los horóscopos, ¿una oda a lo irracional?

“Lo irracional existe, lo queramos admitir o no”, dice Crispin. En este sentido, la escritora, ensayista y activista feminista opina que “el pensamiento racional y los procesos irracionales -porque no es necesariamente el pensamiento- tienen que trabajar en conjunto. Tienen que ser una especie de conversación entre ellos o uno supera al otro”. Y profundiza: “quiero decir, si hablas con los antivacunas, está absolutamente seguros de que son racionales, absolutamente seguros de que están interpretando la ciencia correctamente por primera vez. Lo mismo ocurre con los que piensan que la tierra es plana, que usan las técnicas de la ciencia y del pensamiento racional para llegar a estas conclusiones completamente irracionales”.

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Tarot diseñado por Adam J. Kurtz: «A diferencia de muchos mazos clásicos donde aparecen muchos tipos blancos y símbolos religiosos, este mazo te deja toda la interpretación a ti». | Imagen vía Adam J. Kurtz Big Cartel.

Dentro de este debate, Brigitte Vasallo, escritora, profesora y activista antirracista, feminista y LGTBI que ha participado recientemente en el libro coral Humanidades en acción (Rayo Verde), cree que hay que distinguir entre el “esoterismo acrítico” y “la práctica real de este auge”. “El tarot, por ejemplo, puede ser una forma como cualquier otra de pensarnos desde lugares que no pasen solamente por una racionalidad que ya no nos representa de esa manera cerrada. Hay movimientos muy interesantes, por ejemplo, de tarot ‘queer’ que reflexionan a través de las cartas sobre el imaginario patriarcal en el que se asientan nuestras formas de relación, de pensarnos y sentirnos dentro del mundo”, reflexiona, y continúa: “decir, como decimos, que somos las nietas de las brujas tiene sus consecuencias, y una de ellas es poder jugar con nuestros subconscientes, hacerlos presentes a través de mecanismos que no pasen por la psicología clásica y que puedan hacerse de manera autogestionada y comunitaria”.

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Imágenes vía Rayo Verde y Anagrama.

Por su parte, Albert Lladó, editor de Revista de Letras que recientemente ha publicado en Anagrama el ensayo La mirada lúcida sobre los grandes retos del periodismo actual, aprecia “la idea de oráculo” como “lectura utilizada por la cultura en diferentes contextos”: “desde el uso del tarot (y los arquetipos) por Jung, pasando por la lectura del I Ching, como hace Borges” hasta “como hace Breton en Nadja, consultando a una vidente para hacer avanzar el relato narrativo” o en “Edmon, la obra de Mamet” que “empieza con una vidente -no es otra cosa que una relectura de Macbeth y sus brujas-”. “El problema -dice- es que esa lectura -del tarot o de cualquier ‘juego’ interpretativo similar- se convirtiera en una nueva forma de creencia y, por lo tanto, de religión”.

“La postura de la ciencia siempre ha sido muy clara: los horóscopos son una auténtica patraña”. Habla Luis Miguel Ariza, periodista especializado en ciencia y licenciado en Ciencias Biológicas. “Una completa patraña, una completa memez, una completa estupidez. Es una tontería, pero que a la gente le engancha, porque ya sabemos lo que pasa con las pseudociencias: que venden mucho más que las ciencias, pero no hay ninguna base científica detrás de los horóscopos”: ¿Cuáles son las pruebas? “Puedo ponerte miles de ellas. Una es que la influencia gravitatoria que pueda tener por ejemplo Jupiter, Saturno o determinada estrella en conjunción en el momento de nacimiento es absolutamente nimia en comparación con la influencia gravitatoria que tiene, por ejemplo, el radiador que está al lado de la casa donde nazco, o la montaña que tengo más cercana. Estamos muchísimo más influenciados por la propia masa de la tierra, a la que de hecho estamos atados, porque es la gravedad la que nos une a la superficie de la tierra”.

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Eclipse lunar de 2018. | Foto: Farzad Mohsenvand | Unsplash.

Y sigue: “si realmente la conjunción de los astros fuera determinante para nuestra personalidad y para saber qué es lo que va a ser de nuestra vida, ¿entonces por qué la astrología falla miserablemente a la hora de explicar el hecho de que algunos gemelos, que son idénticos y que nacen en el mismo sitio, después se dan cuenta de que tienen vidas totalmente distintas? Es decir, que aquí obviamente de lo que tenemos que hablar no son de los astros sino de los genes, de la herencia genética, y de cómo el ambiente puede moldear la educación de gemelos que son idénticos al 100% pero que fueron separados al nacer y educados en distintas religiones”. Según Ariza, si lees algo en el horóscopo que se asemeja remotamente a lo que te ha ocurrido el día anterior, “no quiere decir que tenga validez científica: simplemente lanzas al ruedo una serie de cosas y la gente ve o interpreta lo que quiera. Esto, de hecho, es lo que ocurre con todas las pseudociencias que te confunden de esta manera: te ofrecen muchas alternativas para que alguna de ellas te encaje”.

Una posible relación entre el populismo y las pseudociencias

Ariza está convencido de que hay, efectivamente, “una relación entre el populismo y las pseudociencias”. “Lo que trata el populismo es hacerle llegar a la población un mensaje sencillo que pueda llegar a creerse y presentarle una alternativa que es completamente inviable. La gente cree en algo que no se puede realizar y entonces gana su atención. El populismo y las fake news son las responsables, entre otras cosas, de haber alargado y dispersado el bulo de que las vacunas son peligrosas para la salud y, de hecho, esto está causando muchas muertes; en Rumanía, por ejemplo, el sarampión está causando muchos problemas; incluso en Estados Unidos, porque los padres deciden no vacunar a sus hijos y eso propicia el resurgir de enfermedades infecciosas que se creían practicamente controladas”, explica. “En definitiva, curiosamente en la era de la información, de WhatsApp, de Facebook, de Twitter, la era en la que estamos todos conectados nos hace más ignorantes porque la información que circula no es de calidad, hay que filtrarla y contrastarla y eso no se hace en internet, con lo cual cualquier opinión vale lo mismo”, concluye.

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Imagen: Capturing the Human Heart. | Unsplash.

Aunque #coNprueba hace hincapié en aquellas pseudoterapias y pseudociencias que puedan perjudicar a nuestra salud -han listado ya 73 técnicas que se consideran pseudoterapias y tienen otras 66 aún en evaluación-, la campaña también se ocupa de la astrología, como ya se ha mencionado. Como Ariza, el Ministerio de Sanidad y el de Ciencia relaciona estas prácticas con la desinformación: “hay que tener en cuenta que los datos del reciente Eurobarómetro sobre noticias falsas de 2018 señalan que los españoles somos los europeos que nos sentimos menos capaces de identificar un bulo o una noticia falsa (el 55%). Además, el 52 % de los españoles cree que casi cada día recibe una noticia falsa y 25% que al menos una vez por semana, el mayor porcentaje en la Unión Europea.

Otro factor que juega en contra de la información rigurosa es la persistencia de los bulos y las noticias falsas ya que, según un estudio publicado en 2018 en la revista Science, una noticia falsa tiene un 70% más de posibilidades de ser compartida que una noticia real. Además, los datos de la encuesta Percepción Social de la Ciencia que elabora la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) “demuestran la necesidad de mejorar la cultura científica de los ciudadanos, ya que la mayoría (51%) cree que es difícil entender la ciencia por ser muy especializada y un 40% considera bajo o muy bajo su nivel de educación científica. Además, los estudios sociológicos encuentran algunos focos de desconfianza y desconocimiento científicos, algunos vinculados con la sospecha de que intereses privados (como la financiación de las empresas) pueden influir en los resultados de los científicos”.

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El 55% de los españoles se siente poco capaz de identificar un bulo o una noticia falsa. | Imagen: Marten Bjork | Unsplash

Sobre esta campaña opina el periodista, biólogo y doctor en Bioquímica y Biología Molecular Javier Yanes en “Ciencias M1xtas”, su blog en el diario 20 minutos: “toda persona [independientemente de su nivel de estudios – este añadido es de la que escribe] tiene el libre derecho a creer que la posición de Júpiter en la semana del 8 de abril va a determinar el éxito de su entrevista de trabajo, el resultado de la cita con esa persona o el diagnóstico de su enfermedad. Por delirante que sea creer esto. Porque al reconocimiento de este carácter delirante no se llega por real decreto ni porque lo diga un cartel, sino por el conocimiento profundo de cómo funciona la realidad y cómo la ciencia, a diferencia de la magia, es capaz de explicar cómo funcionan las reglas de la realidad”. “Contra las pseudociencias es esencial explicar cómo se hace la ciencia, no solo sus resultados”, añade. Se supone que el Gobierno está en ello, pero no podemos ofrecer más datos porque, pese a nuestra insistencia, lamentablemente ha sido imposible que nos contesten a unas preguntas sobre tarots y horóscopos.

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