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¿Por qué la desesperación de Trump es una incoherencia política?

La desesperación de Donald Trump ha conseguido revertir sus promesas electorales. Los recientes ataques en Siria y el lanzamiento de “la madre de todas las bombas” en Afganistán y las amenazas a Corea todas con sus matices, ponen de manifiesto la incoherencia de un estado que favorece políticas nacionalistas, pero es incapaz de concebir su razón de ser sin las armas.

¿Por qué la desesperación de Trump es una incoherencia política?

La desesperación de Donald Trump ha conseguido revertir sus promesas electorales. Los recientes ataques en Siria, el lanzamiento de “la madre de todas las bombas” en Afganistán y las amenazas a Corea del Norte, con todos sus matices, ponen de manifiesto la incoherencia de un estado que favorece políticas nacionalistas, pero es incapaz de concebir su razón de ser sin las armas. La administración de Barack Obama intentó romper con tal premisa a través de la reducción militar en el exterior. Ahora, Donald Trump vuelve a acercase de manera inevitable al convencionalismo de Washington del que tanto ha renegado. Desde TheObjective contamos por qué.

Del pretendido cambio al convencionalismo

La elección de Trump como presidente de EEUU se hacía eco del sentimiento más nacionalista de muchos estadounidenses. Trump prometió a sus votantes un país independiente, desligado de compromisos con aliados y países en desarrollo, victorioso frente a sus enemigos ideológicos y digno de respeto, bajo la premisa de «America First» (América Primero). Es decir, Trump pretendía hacer más y menos. Quería apartarse de la responsabilidad del liderazgo global, pero sin perder el sentimiento de reivindicación nacionalista, aclara Stephen Sestanovich en un artículo para The Atlantic. Recordemos, por ejemplo, cómo increpaba a Obama por tan siquiera pensar en bombardear Siria.


Sin embargo, los reveses domésticos han conducido a Trump a romper sus promesas electorales para buscar el favor de la maquinaria más conservadora y belicista de Washington. “Los republicanos siguen anclados a un mundo pasado, decimonónico. Un mundo en el que EEUU se aísla en su maravilloso país y se enfrenta un mundo hostil en el que debe actuar de manera unilateral”, explica el catedrático en Derecho Internacional de la Universidad Carlos III, Félix Vacas. “Trump, por mucho que los medios quieran considerarle como algo único, continúa con las mismas tradiciones republicanas”.

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Donald Trump y Barack Obama en la Casa Blanca | Foto: REUTERS/Kevin Lamarque

Hasta ahora, tan solo Obama ha desobedecido esas reglas no escritas favoreciendo, con mayor o menor éxito, el diálogo y las sanciones por encima de las armas. Como concluye la analista en Oriente Próximo, Beatriz Yubero, “si con Barack Obama asistimos durante dos legislaturas a ‘la diplomacia por el todo’, con Trump esta dinámica no se cumple; ejemplo de ello es la relación con Irán. Trump necesita reposicionarse en Oriente Próximo”. Esa “nueva” vuelta a las viejas costumbres pasará de forma indudable por la restitución de la agresividad americana hacia ese mundo hostil.

Los intereses de Trump por encima de todo

Cuando Obama decidió contribuir al derrocamiento del régimen libio de Muamar Gadafi, Trump le acusó de estar desesperado. Ahora, la historia se repite, esta vez Trump es el que vuelve sobre sus pasos y sus motivos, por mucho que trate de maquillarlos detrás de la retórica de los derechos humanos, son de interés personal.

1.Las políticas domésticas se derrumban

Que EEUU domina el marketing político está más que asumido. Usar a las víctimas del pasado ataque químico en Siria, cuya autoría se desconoce, para sacar beneficios políticos es una verdad fea, pero no es una verdad a medias. Trump apela a la dificultad de no responder ante las imágenes de niños cubiertos de polvo y sangre, y, sin embargo, cabe preguntarse ¿por qué EEUU actúa ahora?, ¿qué diferencia hay entre la muerte de un niño por gas sarín de la de uno asesinado por una bomba o un disparo hace dos meses? Ninguna.

La desesperación de Donald Trump revierte sus promesas electorales
Nikki Haley, embajadora de EEUU ante la ONU muestra las fotografías de las vícitmas del ataque químico en Siria ante el Consejo de Seguridad | Foto: AP /Bebeto Matthews

“La impresión que dan los estados occidentales es que las víctimas civiles producidas por ataques químicos son víctimas de una calidad o cualidad superior a aquellas que se producen por el ataque de armas convencionales. Según parece se nos quiere hacer ver que hay diferentes tipos de víctimas”, explica Vacas. Esta premisa es, sin embargo, una estrategia por la que justificar un acto ilegal cuyo fin último es reforzar la posición de Trump en Washington después de las consecutivas derrotas políticas sufridas en sus primeros meses de gobierno y entre las que se encuentra precisamente la prohibición de acoger refugiados sirios.

2.El nuevo John Wayne de la sociedad internacional

“La Carta de Naciones Unidas prohíbe el uso de la fuerza en las relaciones internacionales. Se permite sólo en caso de legítima defensa y mediante la autorización del Consejo de Seguridad. Como esto no ha sucedido, el bombardeo en Siria es ilegal. No es de recibo que un solo estado se arrogue la posibilidad de determinar cuándo está en interés de todos usar la fuerza”, explica Vacas. Beatriz Yubero también matiza que lanzar un ataque sobre bases del Ejército sirio cuando se desconoce la autoría del ataque “no solo es inapropiado, es imprudente e insensato. Viola la soberanía sobre las fronteras del estado de Siria, que nos guste o no, sigue en manos del gobierno de Assad”. Vacas también advierte que, frente a la posición firme de Francia y Alemania contra la agresión de Bush en Irak en marzo del 2003, «hoy es muy lamentable ver cómo en Europa, en parte por nuestro ensimismamiento y crisis de autoestima, no tenemos la fuerza de levantar la voz”.

«Quería apartarse de la responsabilidad del liderazgo global, pero sin perder el sentimiento de reivindicación nacionalista»

Que EEUU se salte las leyes internacionales es también un hecho. Usar las armas para proteger los intereses del país es la política más nacionalista y más antigua de todas. Y Trump necesita congraciarse con la cúspide republicana, por eso “se pretende volver hacia finales de la Guerra Fría en la que EEUU es el sheriff y se encarga de establecer la paz porque es un país bueno por naturaleza. Internacionalmente, se vuelve a la posición ya vivida con otros presidentes, que pretende situarse por encima de la ley”, explica Vacas.

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Los autobuses que evacuaban a miles de personas ardiendo tras un atentado bomba | Foto: Reuters/ Sana Sana

3. No nos olvidemos de los rusos

Cabe pensar entonces que Trump solo quería bombardear la base siria para demostrar que podía. “La acción fue como un tuit light porque desde el punto de vista puramente militar Trump se decantó por la opción claramente menos dañina”, puntualiza Vacas. Cuando The Objective pregunta a Yubero si los ataques han servido para algo, la respuesta es un tajante “realmente, no”. Entonces ¿qué se perseguía? ¿tan solo mostrar músculo? Sí y no.

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El presidente ruso Vladirmir Putin estrecha la mano con el presidente sirio Bashar al-Assad | Foto: Reuters / Mia Novosta

La comisión de investigación sobre posible injerencia rusa en la campaña electoral de Estados Unidos es una complicación con la que el gobierno de Trump no contaba. El mensaje que lanza el ataque es claro. “Quiere demostrar que es capaz de atacar y tomar acciones contra Al Assad, que es íntimo aliado de Putin y que no le tiembla el pulso. Así, los servicios de inteligencia y la comisión toman nota”, apunta el catedrático. De nuevo, es necesario recalcar que Trump escogió la acción menos dañina, no vaya a ser que Putin se enfade de verdad.

La incertidumbre del futuro

Es muy probable que Trump no vuelva a atacar de la forma que lo hizo en Siria, más que nada porque como aclara Yubero “aunque el avance es lento, los acuerdos de reconciliación nacional están funcionando. Sin embargo, una transición es un proceso complejo y largo. Además, los actores involucrados empiezan a estar cansados del escenario sirio. Prestemos atención a Yemen, y su repentina ‘entrada’ en los mass media”. Por el momento, Trump se limitará a “afianzar su nuevo eje en Oriente Próximo: Erdogan, Al Sisi en Egipto -con quien ha retomado las buenas relaciones- y Netanyanhu en Israel, por no olvidar a Arabia Saudí”.

Si esto implica mostrar los dientes, Trump no puede mostrarse débil, por el simple hecho de que su posición en la Casa Blanca no estaría asegurada. Por eso la bravuconería de la política de Corea del Norte, por ejemplo. Ser impredecible es parte de su política y él lo sabe, la exprimirá y la recubrirá de valores que para él no significan nada. A Trump no hay que tomarlo por lo que no es.

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