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Pistorius, un atleta que vence la ley

La condena reducida a Oscar Pistorius por el asesinato de su novia reabre el debate sobre el trato que reciben de la justicia las estrellas deportivas que delinquen. Caso tras caso, los castigos suelen ser muy breves.

Pistorius, un atleta que vence la ley

Una mujer muere arrollada por un coche. El autor del crimen es un niño millonario. ¿Cuánto está dispuesta a pagar la familia por encubrir el suceso? Ese es el argumento de uno de los “Relatos Salvajes”, la laureada película de Damián Szifron, que produjo el cineasta español Pedro Almódovar. El filme argentino de 2014 advierte que todo es ficción. Sin embargo, en 2010, en la costa del país sureño, el hecho sucedió.

No se trataba de un mozuelo desconocido de buena familia, como en el largometraje. Quien manejaba el coche por Mar del Plata era el excampeón de peso pluma Jorge Rodrigo ‘Hiena’ Barrios. Impactó a la víctima y huyó. Luego, por consejo de sus abogados, se entregó a la justicia y fue dejado en libertad. En 2012, no obstante, lo condenaron a cuatro años de cárcel. Solo estuvo cuatro meses, después de pagar 200 mil pesos argentinos. El caso no es el único en su país. Tampoco en el mundo.

6.877 kilómetros, aproximadamente, separan a Buenos Aires de Sudáfrica. Pero hace muchos años atrás, 300 millones para ser exactos, eran una misma tierra. Así lo explica la teoría de la Pangea. La fractura de la placa tectónica separaría el “vínculo”. Como consecuencia, hoy existen idiomas y constituciones diferentes. En 2014, sin embargo, una coincidencia legal hermana a las dos ciudades: Oscar Leonard Carl Pistorius, tan culpable como la “Hiena” Barrios, saldrá de la cárcel rápidamente a entrenar. Los dos fueron amparados por sistemas legales flexibles.

La noche del 13 de febrero de 2013, Pistorius, según la juez Thokozile Masipa, disparó cuatro veces contra Reeva Steenkam, su novia, “sin intención de asesinarla”. El veredicto generó confusión entre los abogados locales. Uno de los más críticos fue el penalista Martin Hood. “El sistema legal sudafricano ha presentado una imagen de transparencia, una imagen de que nuestras leyes son muy fuertes, pero este caso ha terminado con una percepción negativa, porque se le ha absuelto de cargo de asesinato”, dijo Hood a la agencia de noticias EFE, opinión compartida en la prensa sudafricana.

Un héroe nacional

Es difícil encontrar una historia tan dramática como la de Pistorius (Sandton, 22 de noviembre de 1986), un niño que nació con heminelia perona. Debido al trastorno, a los 11 meses le amputaron las piernas. A los 15 años perdió a su madre, Sheila, quien falleció por una reacción alérgica y un año después, una lesión en una rodilla lo jubiló del rugby (primer deporte en Sudáfrica). El accidente, sin embargo, lo catapultó a la pista donde –con unas prótesis de fibra de carbono- impuso récords mundiales en las pruebas de 100, 200 y 400 metros. Era el rey indiscutible de los Juegos Paralímpicos.

Caían los rivales y Pistorius no paraba de correr, como un Forrest Gump profesional. Se concentró entonces en una meta mayor: participar en los Juegos Olímpicos. No solo lo logró, sino que consiguió clasificar a las semifinales de los 400 metros. Fue así como se convirtió en un héroe nacional. “Para nosotros, los sudafricanos, es casi imposible ver correr a Oscar Pistorius, sin querer llorar y gritar de alegría”, dice Justice Malala, un analista político negro, fundador del periódico This Day en Sudáfrica y corresponsal del Sunday Times.

Antes de conocerse el veredicto final, Martin Hood analizaba la actuación de la juez Masipa: “Aceptó que Pistorius sentía muchísimo lo que pasó y todas las emociones que expresó durante el juicio. Mostró simpatía por él. Es habitual y no es ningún problema, la cuestión es si mostró demasiada simpatía y eso puede suponer un argumento para la apelación”.

El periodista John Carlin viajó a Pretoria para investigar in situ uno de los ángulos del caso. Tituló el trabajo “Por qué la Sudafrica negra perdona a Pistorius”. Una de sus conclusiones fue: “La capacidad de perdón de los sudafricanos negros es legendaria. Tras casi 50 años de apartheid y tres siglos y medio de discriminación racial a manos de la minoría blanca llegaron al poder en 1994, con Nelson Mandela en la presidencia, y en vez de buscar represalias optaron por la reconciliación. Es curioso y contradictorio, ya que Sudáfrica es un país muy violento”.

En agosto de 2010, Jacobux Roux, jugador de rugby de los Blue Bulls, asesinó a golpes a un policía. Hubo juicio, pero no fue a la cárcel. Rudi Krauze, abogado del atleta le dijo a Carlin: “Roux explicó que temía que el policía le quería robar, que no quiso matarle, que intentó reanimarlo, que sentía un enorme remordimiento por lo que había hecho. Con los ojos llenos de lágrimas le pidió a la familia un sentido perdón”.

Concluye Carlin: “Lo que vemos con el caso de Bees Roux, y ahora con el de otro deportista, Oscar Pistorius, es que en la cultura negra sudafricana la predisposición al perdón vence al impulso vengativo más allá del mero ámbito político”.

Masipa es la segunda jueza negra en la historia de Suráfrica y durante su intervención realizó dos advertencias que resumen su filosofía: “No es lo mismo el castigo que la venganza” y “El interés público no es lo mismo que lo que la sociedad quiere”.

¿Marcas defectuosas?

“Lo sucedido esta semana suena acaso demasiado generoso para una persona que el marketing deportivo, antes del desastre, presentaba como un hombre modelo, ejemplo de superación y atleta formidable. Pero que, en los meses del juicio, quedó al desnudo por sus antecedentes violentos, arrogancia y celos. Y que, esto es lo más importante, disparó cuatro balazos contra la puerta de un baño, sabiendo, dijo la jueza, que de ese modo seguramente mataría a quien estaba allí adentro”, responde desde su esquina el columnista deportivo Ezequiel Fernández Moores.¿Cuáles eran esos antecedentes de los que habla Moores? Manejo irresponsable de las armas y un supuesto carácter violento.

“Soy la bala en la recámara”, decía Pistorius en el anuncio que la marca Nike tuvo que retirar de su sitio web cuando empezaron los problemas legales. No es la única “cara” que ha puesto en aprietos a la firma mundial. Lance Armstrong (dopaje); Kobe Bryant (agresión sexual); Tiger Woods (adicción al sexo); Marion Jones (consumo de sustancias prohibidas); Michael Vick (apuestas ilegales); Joe Paterno (abuso sexual a menores); Justin Gatlin (positivo en testosterona) están en la alineación.

Después del vendaval, de esa lista, solo Woods y Bryant siguieron con el patrocinio. El primero es el deportista de mayor rentabilidad para Nike, de hecho la marca nunca lo abandonó mientras estuvo en un centro de rehabilitación. El segundo, volvió a ser imagen principal luego de dos años de silencio y actualmente es de los mejores pagados, a pesar de su avanzada edad: 36 años.

“Incluso si Pistorius es declarado inocente, se ha convertido en una mercancía defectuosa”, reflexionaba John Taylor, director de una compañía de patrocinio deportivo a la BBC, antes de conocerse el fallo final.  “Las marcas tienen que actuar rápidamente y distanciarse de él. No pueden esperar hasta que se resuelva el caso. No es como las ratas que dejan un barco que se hunde. Simplemente es la decisión sensata”.

¿Son los deportistas víctimas de un sistema que los trata como mercancía desechable? O ¿es el atleta millonario un malcriado, víctima de sus excesos? “¿Por qué todavía se permiten que tantos atletas profesionales acusados de violencia doméstica puedan jugar?”. La pregunta la hace USA Today y viene a lugar luego del “caso Ryce”.

En febrero de este año, Raymell Mourice “Ray” Rice noqueó a su prometida, Janay Palmer, en el ascensor de un casino. El incidente, en principio, fue tomado como uno de los tantos de violencia machista que existen en Estados Unidos. Al jugador lo suspendieron por dos partidos hasta que el sitio web de noticias TMZ publicó el video de la agresión, el 8 de septiembre.

Después de hacerse público, la Liga Nacional de Fútbol Americano suspendió indefinidamente al corredor de los Ravens. El impacto del video fue tal que la Casa Blanca se pronunció: “Golpear a una mujer no es algo que un hombre de verdad haga, y eso es así sin importar si el acto de violencia ocurre en público o a puerta cerrada. Frenar la violencia doméstica es más importante que el fútbol. Todos tenemos la responsabilidad de impedirla”.

El caso tuvo un giro sorprendente cuando la víctima no sólo se casó con su agresor, sino que publicó una carta defendiéndolo.

La NFL, la National Basketball Asociation y la Major League Baseball tienen reglas y códigos diferentes para sancionar a sus jugadores. Solo la primera se ha dedicado a revisar sus reglamentos en vista del aumento de casos violentos y la percepción de que sus atletas son propensos a golpear mujeres, un target importante de sus ventas. 

Las reglas de asociaciones que rigen al deporte son laxas, al punto que Pistorius puede volver a correr después de cumplir su condena, si así lo desea.

Del terreno de juego a los reality show

Sin embargo, si se trata de absolver y percepciones negativas sobre la justicia, ningún caso ha dejado precedentes tan dramáticos como el de la muerte de Nicole Brown, exesposa de  Orenthal James Simpson. El 12 de junio de 1994, la policía encontró dos cadáveres (el segundo era Ronald Goldman, amigo de Nicole), acuchillados y degollados. Este hecho derivaría en una de persecución en vivo,  que sería el germen de los reality shows policiales.

El caso de O.J. Simpson, al igual que el de Pistorius, tuvo una gran carga racial, aunque de balance inverso. En las encuestas, la mayoría blanca pedía una condena ejemplarizante mientras que los negros solicitaban su liberación.

El historiador Gabriel Jackson, después de un juicio que duró más de 100 días, y que dejó en libertad al coprotagonista de “The Naked Gun”, escribió para El País: “Lo que más me preocupa como viejo defensor de la integración es el daño causado a las relaciones raciales por un veredicto que deja convencido a todo el mundo de que las emociones raciales, y no las pruebas, fueron las que decidieron en un caso tan importante. No cabe duda de que el racismo es el peor cáncer de la vida estadounidense, y también de parte de la vida europea, africana y asiática”.

O.J. Simpson, antes de ser una estrella de cine y televisión, fue, como Rice, jugador de fútbol americano. De hecho, en 1985 llegó al Salón de la Fama. Es, precisamente este deporte, rey de las audiencias en Estados Unidos, el que ha enfrentado la mayor crisis de popularidad luego de una serie de hechos asociados a la violencia doméstica.

“La NFL no tiene un problema con Rice; tiene un problema en contra de la mujer”, sintetizó Terry O’Neill, director de la Organización Mundial de la Mujer para Estados Unidos.

El peso de la justicia

Veinte años tenía Yamila González, y un bebé en su vientre, cuando José Rodrigo “Hiena” Barrios la atropelló. Treinta años tenía Reeva Steenkamp cuando Oscar Pistorius le disparó. Cuatro meses estuvo el boxeador privado de libertad, diez se calcula que podría pagar el corredor. “¿La vida de los seres humanos no vale nada?”, se preguntaba Graciela Morales, madre de la joven argentina. June Steenkamp, progenitora de la modelo se resignaba sobre el tiempo de la condena: “No importa, va a pagar algo”. En el aire queda una reflexión de la jueza Thokozile Masipa: “Sería muy triste que hubiera una ley para los pobres y otra para los ricos y famosos”. 

Jován Pulgarín

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