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Histórica visita de Angela Merkel al campo de exterminio de Auschwitz

La memoria de los crímenes nazis es «inseparable» de la identidad alemana, dice la canciller en el antiguo campo nazi

Histórica visita de Angela Merkel al campo de exterminio de Auschwitz

La memoria de los crímenes nazis es «inseparable» de la identidad alemana, ha declarado viernes la canciller alemana, Angela Merkel, durante su histórica primera visita al antiguo campo de exterminio nazi de Auschwitz. La visita a este lugar, símbolo del Holocausto, se produce en un momento en el que la extrema derecha alemana aboga por acabar con esta cultura del arrepentimiento. Antes que Merkel, sus predecesores en el cargo Helmut Schmidt, en 1977, y Helmut Kohl, en 1989 y 1995, visitaron también Auschwitz.

«Recordar los crímenes, nombrar a sus autores y rendir un homenaje digno a las víctimas es una responsabilidad que no acaba nunca. No es negociable. Y es inseparable de nuestro país. Ser consciente de esta responsabilidad es una parte de nuestra identidad nacional», ha aseverado la dirigente, primera jefa de un gobierno alemán que visita este campo desde 1995.

Con la voz quebrada, tras haber escuchado el testimonio de un superviviente que llegó a los 12 años a Auschwitz, la canciller ha admitido que era «de todo menos fácil» acudir a un lugar donde los crímenes de los alemanes «superaron todo lo imaginable» Merkel ha insistido en que era «importante» devolver a Auschwitz su nombre completo. Aunque situado en la actual Polonia, el campo estaba en una región «anexionada en octubre de 1939 por el Reich» y que fue «administrada por los alemanes».

«Es importante nombrar claramente a los criminales. Nosotros, los alemanes, se lo debemos a las víctimas y a nosotros mismos», ha dicho Merkel. Pese a la «profunda vergüenza» que le generan los crímenes nazis, Merkel ha asegurado que «el silencio no debe ser la única respuesta».

Un nombre, una dignidad

Merkel ha insistido en que cada una de las 1,1 millones de personas muertas en Auschwitz tenía «un nombre, una dignidad inalterable, un origen y una historia», por lo que les ha rendido homenaje y ha aludido a la culpabilidad y el dolor que sienten los supervivientes. «Me inclino profundamente» ante cada uno de ellos, ha concluido.

A primera hora de la mañana, Merkel había atravesado el portón del antiguo campo, en el que se lee aún la siniestra consigna nazi «Arbeit macht frei» («El trabajo nos hace libres»).

El jueves, Merkel anunció la concesión de 60 millones de euros a la Fundación Auschwitz-Birkenau para el mantenimiento del sitio donde fueron asesinados más de 1,1 millones de personas entre 1940 y 1945. La mayoría murieron al poco de llegar al campo de concentración y extermino nazi, situado en la actual Polonia.

La visita de la canciller, que nació nueve años después de la Segunda Guerra Mundial, tiene lugar poco antes de la conmemoración del 75º aniversario de la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo ruso, el 27 de enero de 1945.

Identidad de posguerra

En Alemania, el recuerdo del Holocausto está en el centro de la reconstrucción de su identidad de posguerra, pero las autoridades están preocupadas por el aumento de actos antisemitas. El jueves Merkel reiteró que la «lucha contra el antisemitismo y contra toda forma de odio» es una de las prioridades de su Gobierno.

En 14 años en el poder, la canciller ha multiplicado los gestos fuertes al visitar Ravensbrück, Dachau, Buchenwald y el museo del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén. En 2008, fue la primera jefa de un Gobierno alemán que pronunció un discurso en la Knéset, el Parlamento israelí. Entonces recordó «la vergüenza» que mancha a los alemanes.

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