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Así quedan los objetivos a los que se dispara con un láser de grado militar

El láser británico DragonFire es capaz de hacer blanco sobre una moneda a un kilómetro de distancia

Así quedan los objetivos a los que se dispara con un láser de grado militar

Efectos del láser Dragonfire en las pruebas

Todos estaban extrañados. Un equipo de Fórmula 1 suele recibir decenas de visitas una semana cualquiera, pero aquella era distinta. Por norma general suelen ser comerciales de compañías proveedoras, futuros pilotos, periodistas o grupos de patrocinadores. Pero en la escudería Red Bull nunca habían abierto la puerta a militares de alta graduación, perfectamente uniformados, de la Royal Navy británica… hasta aquella mañana.

Lo que aquel grupo de militares buscaban era la ayuda de un equipo de carreras, y la escudería de Max Verstappen podía echarles una mano. Sabían en el interior de sus monoplazas disponían de una tecnología que les resultaría útil. Y esa tecnología ha visto la luz en el ejército británico de manera efectiva durante las pruebas en enero de su sistema DragonFire: un cañón de rayos láser.

El láser DragonFire.

Ha sido dos meses después cuando han dejado ver el resultado, y resulta impactante. Los blancos contra los que han disparado sus haces de luz concentrada se han visto agujereados, rasgados, o directamente incinerados en vuelo, como es el caso de los drones. Es contra esta última amenaza contra la que piensan disparar en más ocasiones su nuevo armamento, que esperan entre en servicio antes de 2030.

Varios ejércitos y compañías privadas de todo el mundo llevan años haciendo pruebas y experimentos con lo que ellos llaman «energía concentrada». No es otra cosa que aquello que vemos en películas de ciencia ficción desde hace años: haces de luz láser, capaces de causar un efecto contra los bancos a los que golpea.

¿Fórmula 1?

Un láser de alta potencia, o al menos uno capaz de ser usado como arma militar, requiere de mucha energía. Montados en un navío de propulsión nuclear sería un problema menor, sin embargo, en barcos más pequeños, aviones, o en vehículos de tierra esto plantearía un problema técnico: de donde obtener tanta energía de golpe. La respuesta está en la Fórmula 1, o al menos ellos tienen parte de la solución.

Generar un láser lo suficientemente potente requiere de mucha potencia eléctrica que se utiliza durante un muy corto espacio de tiempo, y los coches de carreras tienen algo parecido. Su sistema KERS (Kinetic Energy Recovering System) regenera energía cinética que recaudada durante los periodos de frenado y lo revierte en baterías o supercapacitadores.

Estas baterías funcionan justo al revés que las de los coches eléctricos que vemos por las calles. En una casa, un Tesla podría tardar toda una noche en cargarse, pero un F1 lo haría en media vuelta a un circuito, lo que suponen apenas treinta o cuarenta segundos. De forma análoga, toda esa energía recuperada se devolvería a su eje trasero en el resto de la vuelta sumada a la potencia desarrollada por el motor térmico.

El mecanismo se carga en segundos y se descarga de la misma forma. Esta es la tecnología que los militares buscaban y al parecer han aplicado en su sistema DragonFire.

Nuevos peligros en el aire

Los drones han cambiado el lenguaje de la guerra. Los conflictos bélicos se han hecho más complejos y con ello sus estrategias, tecnología y armamento. Ucrania es un gigantesco laboratorio donde se están observando nuevas formas de ataque y defensa. En la lucha de la espada contra el escudo, el dron armado, en especial dotado de Inteligencia Artificial y en enjambre, es uno de los grandes temores de los ejércitos modernos.

Efectos del láser Dragonfire en las pruebas

Esta arma está evolucionando a una velocidad masiva y una de sus claves de uso es lo barato de su utilización. Ante un avión no tripulado del tamaño que sea, la primera respuesta lógica es la de aplicarle energía cinética, ya sea en forma de proyectil inerte o explosivo. Si con el primero es muy difícil de hacer blanco y casi impensable, el segundo puede resultar carísimo de operar y de costes desproporcionados con respecto a la amenaza recibida.

Muestra de este último ejemplo es el derribo de los globos chinos que sobrevolaron los Estados Unidos el año pasado. Sin un arma adecuada disponible en el arsenal de la US Air Forces, los artefactos orientales recibieron los impactos de misiles que costaban medio millón de dólares. Dos docenas de drones de unos pocos miles de euros arruinarían a la armada de un país en una mañana, y lo que es peor, acabarían con toda su munición antes de acabar el día.

Efectos del láser en un dron.

Mar Rojo, mar costoso

Sin ir más lejos, varios buques ingleses, alemanes o estadounidenses han derribado drones hutíes en fechas recientes en el Mar Rojo, pero la disparidad de costes es abrumadora. El destructor británico HMS Diamond, el USS Eisenhower, y cazas F/A-18 americanos repelieron una andanada de 18 drones hace poco. El navío británico utilizó misiles Sea Viper, cuyo coste se estima en alrededor de 1,2 millones de euros por unidad. Funcionaron bien y alcanzaron sus objetivos, pero es un dislate defenderse de drones sencillos, casi comerciales, con este procedimiento.

Los militares británicos afirman que un disparo de su DragonFire puede costar unos diez euros. Y esta es una de las claves de su llegada, en principio, a buques de su armada aunque no son los únicos. Los estadounidenses andan desarrollando sus propios sistemas, y se habla de un tiempo a esta parte que las futuras fragatas españolas de la clase F-110 también podría estar equipadas con esta solución defensiva.

Éxito inglés, solución global

Los técnicos británicos dispararon por primera vez su cañón láser contra objetivos aéreos en un campo de pruebas del noroeste de Escocia, y todos quedaron satisfechos. Desarrollado por el Laboratorio de Ciencia y Tecnología de la Defensa (DSTL, por sus siglas en inglés), en colaboración con Leonardo, MBDA y QinetiQ, no reveló qué objetivos fueron alcanzados específicamente durante las pruebas.

Lo que si se sabe es que los científicos afirman que una de sus capacidades más llamativas es su enorme precisión. Se dice que serían capaces de acertar —y derretir— una moneda a más de un kilómetro de distancia. Hablan menos de las condiciones de uso con niebla, nubes, polvo, o malas condiciones meteorológicas, y sería lógico que fuesen peores.

El programa DragonFire, cuenta con un presupuesto de 100 millones de libras y fue lanzado en 2017. MBDA proporciona los sistemas de mando, control y seguimiento de objetivos del arma láser, Leonardo hace el director de haz avanzado y la óptica es de QinetiQ.

De momento, el DragonFire está basado en un aparatoso sistema de tamaño equiparable al de un cañón naval de mediano calibre. Se espera que con el tiempo se vayan miniaturizando sus mecanismos y pueda acabar montado en, al menos, vehículos blindados. Por otra parte, su potencia debería ir aumentando según la tecnología relacionada madure. Queda muy lejos lo de disparar con un láser a un tanque y hacerlo estallar como en Star Wars, pero con el tiempo, ese día puede que esté más cerca.

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