THE OBJECTIVE
Fuera de microfóno

Rafael Revert: «Las casas discográficas intentaron comprarme»

Se inventó ‘Los 40 Principales’ en 1966 y es una de las leyendas vivas de la radio musical española.

En el centenario del nacimiento de la radio en España, conviene recordar que Rafael Revert ha sido el fundador de Los 40 Principales (1966) y el creador de Cadena 100 (1992). Tampoco hay que olvidar que al padre de estas dos criaturas –un viejo roquero, admirador de Little Richard y Elvis Presley— le deben buena parte del éxito muchos cantantes y grupos musicales españoles. Las casas discográficas, conscientes de su poder e influencia, le llegaron a ofrecer –infructuosamente– importantes sumas de dinero a cambio de que sus novedades encabezaran la lista de éxitos.

Este hombre, historia viva de la radio musical, cuenta en Fuera de Micrófono el encargo que recibió del director de la FM de la Ser para que hiciera «un programa para los yeyés», que sería la génesis de lo que ahora conocemos como Los 40. También recuerda las primeras reuniones en su despacho para seleccionar las listas de éxito del nuevo espacio musical o la visita de Paul McCartney a Madrid para inaugurar unos nuevos estudios de radio, cuando no estaban todavía terminados.

Al lado de Ángel Álvarez, Tomás Martín Blanco, Joaquín Luqui, José Antonio Abellán o Fernandisco, fue marcando los pasos de uno de los grandes inventos de la radio española, inspirado en las listas que hacía la revista Billboard en EEUU. La trayectoria de Rafael Revert, que mantiene la perilla de toda la vida, aunque algo más blanca, está salpicada de hitos importantes, como su presencia exclusiva (era el único periodista español) en el entierro de Elvis en Memphis, o un curioso viaje con el grupo Mecano a Australia.

En este recorrido sin pausa, subraya un mensaje que ha prevalecido sobre el resto y que conocen mejor que nadie los disc-jockeys que tuvo a sus órdenes durante más de 25 años: «Estamos en la radio para hacer feliz a la gente».

Aunque empezó a trabajar en la radio sin cobrar un duro –«Vivía de los discos que me regalaba Tomás Martín Blanco»–, reconoce que ganó luego mucho dinero como responsable de la programación musical de la Ser, en unos momentos en que Los 40 Principales superaba los cinco millones de oyentes diarios. Por lo tanto, podía permitirse el lujo de renunciar a rentables negocios paralelos, en los que sí cayó uno de sus disc-jockeys más admirado.  

«El director de la FM, Andrés Moret, me pidió que le hiciera un programa para los yeyés»

PREGUNTA.- Haber sido el creador de Los 40 Principales en 1966 debe de ser un orgullo por todo lo que significa ese nombre en la radio musical española.

RESPUESTA.- Estoy muy feliz de haberlo hecho. No pensaba, en la vida, que iba a pasar esto. En aquella época, la FM de Radio Madrid era una emisora que no se oía. Solo emitía música clásica y de grandes orquestas. Entonces, el director de la FM, Andrés Moret, me encontró por un pasillo y me dijo: «Chaval, ven para acá». Como yo ya hacía allí El Gran Musical, me pidió que le hiciera un programa «para los yeyés». Dije, vale. «Pero házmelo ahora mismo. Siéntate en la máquina de escribir y hazme un guion, que lo tengo que mandar a la censura». Me senté y se me ocurrió hacer una lista. Yo, en aquel momento, era corresponsal de Billboard en España. Quise traducir su lista de éxitos en EEUU al español y me salió Los 40 Principales. Me quedé tan tranquilo. Dije: «Bueno, ya lo cambiaré», porque a mí no me gustaba ese nombre.

P.- Te inventaste un título que se mantiene desde hace casi sesenta años. Ahora le han quitado lo de «Principales».

R.- Se han equivocado. Pero, cada uno puede hacer lo que quiera. El nombre a la gente le gustó, y ahí empezamos. De dos horitas en Radio Madrid, pasamos a 24 horas por toda la cadena, y cinco millones y medio de oyentes mayores de 16 años. Porque los menores de 16 no se contaban. Estoy feliz y orgulloso de que haya salido tan bien. De que esté aún ahí dando guerra.

P.- Estamos celebrando el centenario de la radio en España y la mitad de esos años los has pasado en ella.

R.- Claro. Son muchos años de radio, que han servido para hacer feliz a la gente. Cuando hacíamos El Gran Musical fuera del estudio, daba gusto ver a 100.000 o 200.000 personas cantando, saltando y bailando. Yo decía: toda esta gente está feliz gracias a nuestro trabajo.

P.- ¿Tu lema era hacer feliz a la gente?

R.- Absolutamente. Yo le decía siempre a mis disc-jockeys: «Tenéis que hacer feliz a la gente. Pensar en cómo hacer feliz a esa chica de 16 años que vive en Castellón, sola en casa, con un transistor. Conseguir que esté contenta y satisfecha, que se alegre de la vida». Eso es lo que tenemos que hacer. Ese es nuestro trabajo. Y eso se lo metí en la cabeza a todos los DJ. Siempre, desde el primer día. ¿Qué otra cosa íbamos a hacer mejor? No puedes hacer nada mejor en tu vida.

P.- ¿Cómo seleccionabais los éxitos en los inicios de Los 40 Principales?

R.- Me reunía todos los martes con los directores de emisoras. Y en esa reunión había dos partes. Primero venían las compañías de discos a presentarnos las novedades. Escuchábamos los discos y los sometíamos a votación. Cada uno daba su opinión. Así conseguíamos que lo que saliera de allí fuera algo que la gente sentía en el corazón. Era una reunión de treinta personas, discutiendo de música, discutiendo sobre lo que más iba a gustar. Esos directores se iban luego a su ciudad y defendían eso con amor. Como lo habían seleccionado ellos, lo apoyaban, lo vendían y se entusiasmaban contándolo. Eso es lo que ahora se ha muerto.

Rafael Revert. | Carmen Suárez

«Estuve cuatro años en la radio sin cobrar un duro»

P.- Ahora las listas se confeccionan a través de encuestas.

R.- Encuestas que hacen unos suecos a los que no conocemos y que no sabemos cómo las harán o como dejarán de hacerlas. A quién preguntarán y a quién no. A mí me hubiera gustado tener esas encuestas en mi época para disponer de un dato más. ¿Qué ocurre? Pues que los DJ ponen los discos que les mandan, no los que ellos quieren. Entonces, no los van a poner con el corazón. Los van a poner con el cerebrito, de una manera más fría.

P.- La canción elegida no siempre funciona. Alguna vez has contado que eso ocurrió con la canción de Mecano «Hoy no me puedo levantar».

R.- Cierto. Estuvo dos semanas y la quitamos. A la tercera semana, llegó el director de Valencia y nos dijo que cómo la habíamos quitado, si allí estaba sonando a todas horas en las discotecas. Nos hizo replantearnos la retirada. La volvimos a poner y funcionó. Te puedes equivocar.

P.- Cuando te incorporaste a la radio, trabajabas en una empresa de contabilidad.

R.- Yo estuve cuatro años en la radio sin cobrar un duro. Nada de nada, de nada. En la Ser vivía de los discos y de las cajas de Rex que me regalaba Tomás Martín Blanco. Esa era mi retribución. Soy profesor mercantil y trabajaba en una empresa de contabilidad y en una compañía de seguros. Por la mañana en los seguros, por la tarde en la contabilidad, y, entre medias, Radio Madrid.

P.- Antes, estuviste con Ángel Álvarez en La Voz de Madrid, haciendo Caravana musical.

R.- Empecé con Ángel Álvarez, gracias a un amigo. Un tío importante en la radio: Wenceslao Pérez Gómez, de Radio Nacional. Él me dijo: «Hay un programa que se llama Caravana musical y que hace directos en la Plaza de España con grupos musicales. Yo tenía entonces 13 años y allí que me fui, con Wenceslao. Y, claro, me enamoré del tema. Con Ángel empecé a hacer los guiones, pero por la satisfacción de trabajar.

Rafael Revert en un momento de la entrevista. | Carmen Suárez

«Olimpia Torres fue la primera y la más importante disc-jockey de ‘Los 40 Principales’»

P.- Ángel, piloto de aviación, se traía los discos de Londres y Nueva York.

R.- Teníamos discos nuevos cada semana. Eso nos servía para hacer la programación de Caravana musical. Hasta que un día me dijeron que en Radio Madrid había un concurso sobre música, en el que podía ganar un tocadiscos. Eso para mí era demasié, y me presenté. Gané en las dos primeras semanas y estaba ya como una moto. Pero, en la tercera semana, me pusieron enfrente a una chica que se llamaba Isa Bruna y sabía un huevo. Quedamos empatados. Entonces, Tomás Martín Blanco, que era el presentador del programa, dijo: «Os haré una pregunta y ganará el concurso el que más se acerque a la respuesta». Me pregunta a mí que cuántas películas había hecho Elvis Presley. Y yo, que soy fan de Elvis, aunque odio sus películas porque son bobadas, no tenía ni idea. Dije cinco y ella seis. Son 32 películas, pero me ganó la chica porque fue la que más se había acercado. ¡Joder! Me cogí un globo de aquí te espero. Fue entonces cuando Martín Blanco me dijo si podía trabajar con él de ayudante. A cambio, me regalaría discos. Dije: «Aquí que me vengo». Empecé colaborando en La hora 13 y luego en El Gran Musical y Olimpiada Musical.

Rafael Revert, en su despacho de la Ser, años 80. | Foto: Archivo Javier del Castillo

P.- ¿A quién destacarías entre los primeros DJ de Los 40 Principales?

R.- La más importante fue Olimpia Torres, ya fallecida. Fue la primera DJ. Llegó con 20 años y hacía todo lo que yo le decía perfectamente; con entusiasmo y con ganas. Y se divertía. Allí empezó una serie de gente, como José Andrés García o Manolo González. Pero la primera piedra la puso Olimpia, cuando sólo teníamos cuatro horas diarias de emisión.

«Paul McCartney daba la mano a los obreros que hacían los nuevos estudios de la Ser»

P.- ¿Por qué no has hecho nunca micrófono?

R.- Con Fernando Salaverri hice un programa sobre rock and roll para pasárnoslo bien nosotros. Hicimos Rock alrededor de FM. Una semana grabamos el programa, porque yo me iba de viaje a EEUU, y a la vuelta me encontré la cinta en mi mesa. Y, yo, que no me había oído nunca, la puse e inmediatamente dije: a la calle. Ni un programa más. ¡Qué malo soy! Tengo una voz asquerosa. No puedo estar hablando yo ahí, regañándole a la gente, y luego yo haciéndolo tan mal. Me eché. Ya no volví.

P.- Fuiste el único periodista español que estuvo presente en el funeral de tu admirado Elvis Presley.

R.- Casualmente, estaba yo de vacaciones en Miami. Al levantarme, escuché la noticia de su muerte, en inglés, y llamé a la radio para que me lo confirmaran. ¡Qué disgusto! A mí me habían invitado tres veces a ir a verle cantar en Las Vegas y no pude ir porque tenía mucho trabajo. Pensaba, ya iré otra vez. En cuanto me confirmaron la noticia, cogí un avión en Miami con destino a Memphis. Fui a su casa, a Graceland, me presenté como periodista español y me dejaron pasar al jardín. Era vibrante, emocionante, ver desde allí la calle por la que pasaban lentamente miles de coches con las luces encendidas. Desfilaban uno detrás de otro por la puerta de Graceland. Y la gente llorando, agarrada a las vallas. Así, desde las dos o las tres de la tarde, en que llegué yo, hasta que se hizo de noche. Y aún seguían. Al día siguiente, nos metieron a los periodistas en dos autocares y nos llevaron al cementerio.

P.- Todo aquello que veías lo fuiste contando en la Ser.

R.- Claro, claro. Cada dos o tres horas, llamaba y contaba algo en los informativos de Onda Media.

P.- Has conocido a las grandes estrellas de la música. ¿Cuál te ha impresionado más?

R.- Para mí, como cantante, Little Richard. Es el mejor roquero que ha habido. Luego, como personas, Paul McCartney y Elton John. Cuando la Ser se trasladó a la planta novena de Gran Vía 32, se hizo un gran estudio de cristal y yo quería que viniera a inaugurarlo Paul McCartney. Insistí a su casa de discos, pero me decían que no iba a poder. Hasta que un día me llaman para decirme que venía a Madrid al día siguiente. Dije: «No puede ser». No se había acabado la obra y la planta novena estaba todavía vacía. Hablé con los técnicos para que, al menos, estuviera instalado el estudio. Y así se hizo. Vino McCartney con Linda, su mujer, pusimos unos aperitivos españoles (chorizo, tortilla, boquerones en vinagre…), le hizo una entrevista José Antonio Abellán y, cuando acabó, me pidió que le enseñara la emisora. Dije: «Si no hay nada que ver». Le iba diciendo: «Aquí va a instalarse el estudio 1, aquí irá el 3». Se paraba y le daba la mano a los obreros que andaban por allí. Encantador. Yo ya no podía más y le dije: «Quiero preguntarte una cosa. Llevamos tres meses pidiéndote que vengas y nos has dicho que no y que no. Y ahora, de repente, vienes, y te haces fotos con todos los DJ, firmas autógrafos a todo el mundo… Cuéntame por qué». Me confesó: «No quería venir, porque esto es un coñazo, pero, si yo vengo, tengo que ser un tío cojonudo y agradable para que al menos me lo agradezcáis». ¡Chapeau!

P.- En la visita de Elton John hubo que repetir la entrevista.

R.- Le grabamos un disco de oro. Vinieron al acto un DJ de cada emisora y Fernandisco le hizo la entrevista. Al terminar, nos fuimos a comer con él y, nada más sentarnos en la mesa, alguien se acerca y me dice que la entrevista no se ha grabado. Elton John me vio maldiciendo en hebreo. Cuando le conté lo que pasaba, me dijo que hacíamos de nuevo la entrevista y que ya comería más tarde. La repitió y se fue corriendo al aeropuerto.

«Julio Iglesias, Raphael y Alejandro Sanz son nuestros cantantes más internacionales»

P.- ¿Quién es para ti el mejor cantante español?

R.- Eso es muy difícil, porque hay estilos diferentes. No es lo mismo Miguel Ríos que Joan Manuel Serrat. No los puedes comparar. Hay algunos que a mí me gustan más. A nivel internacional, los más importantes son Julio Iglesias, Raphael, Camilo Sesto y Alejandro Sanz. El grupo Mecano también ha funcionado muy bien. Un día me dicen: ¿quieres ir a la Expo de Brisbane (Australia) con Mecano? Y me fui. Estuve cuatro o cinco días con ellos y me di cuenta que son unos espíritus especiales. Pero, uno por uno, son estupendos. A pesar de que no se llevaban bien y de que son muy raros, conseguí llevarlos a un zoológico lleno de koalas. Lo pasamos muy bien. ¡Ah!, y lo que yo quería decir. En la actuación que hicieron en Brisbane habría unas 30.000 personas que no sabían nada de Mecano. Sin embargo, a mitad de la actuación, ya estaba la gente dando palmas. Y, al acabar, se subían por las paredes. Les entusiasmaron. 

P.- Tu poder e influencia, como director de Los 40 Principales, ha sido muy grande para las casas discográficas. ¿Alguna vez intentaron comprarte?

R.- Sí. Yo siempre tenía una respuesta, que se la recomiendo a quien la quiera comprar. Yo les decía: «Vete a administración, pregunta lo que gano y multiplícalo por los meses que me quedan hasta la jubilación. Si tú me das todo el dinero que voy a perder si me echan, me pongo a trabajar para ti». Claro, era imposible. Son muchos meses y es mucho dinero. También es verdad que yo ganaba entonces mucha pasta en la Ser. No como cuando empecé. Me sobraba el dinero. Hubo dos o tres tentativas y nunca más.

P.- Pero sí intentarían influir de otra manera…

R.- Te invitaban a los viajes. Invitaciones varias. Eso sí.

«Joaquín Luqui se enfadó mucho por no darle los horarios de misa en Nueva York»

P.- ¿Cómo era Joaquín Luqui, uno de tus mejores amigos?

R.- Era un hombre entrañable, cariñoso, enamorado de la música, aunque un poco maniático. Yo siempre me llevé muy bien con él. Nunca protestaba por nada. Lo hacía todo sin rechistar. Para trabajar, era un encanto. El único problema es que su mesa estaba siempre llena de discos y de sobres que ni abría. Yo le decía: «No puedes tener la mesa así, tío». Llamaba al ordenanza y le decía: «Coge todo lo que hay encima de la mesa de Luqui y tíralo o llévaselo a su casa». Era muy desordenado, un poco rarito y le gustaba estar con sus amigos.

P.- Creo que también era muy religioso.

R.- Sólo se enfadó conmigo una vez, en Nueva York. Me dice un día: «Oye, Rafael, podrías mirarme los horarios de las misas en la catedral«. Bueno, yo te lo miro. Pero se me olvidó hacerlo. Cuando me preguntó, para salir del paso, le dije que había misa a todas las horas. Se fue y resulta que no había. Cuando volvió, me acusó de haberle hecho pecar: «Por tu culpa no he oído misa, esto no te lo perdono». La que me lió. Para qué te voy a contar.

P.- ¿Cómo recuerdas a Pepe Domingo Castaño?

R.- Estuvo haciendo El Gran Musical unos años. Él quería hacer más cosas, La hora 13, deportes, y entonces fichamos a Pepe Cañaveras. Y, después de Cañaveras, dio mucho juego José Antonio Abellán.

«Abellán es un gran locutor, pero se metió en el dinero y la jodimos»

P.- Con José Antonio Abellán trabajaste después en Cadena 100, y creo que la cosa terminó mal.

R.- Se le ocurrió montar una compañía de discos y solo ponía los suyos. Yo le decía: «No puedes estar todo el día con tus discos». Hacía fiestas en Alicante con sus artistas y el dinero era para él, pero la promoción la hacía la Cope. No me parecía bien. Abellán es un gran locutor, un gran DJ, pero se metió en el dinero y ya la jodimos. Yo me fui de la Cope por eso. Hablé con el consejero delegado y le dije: «Pasa esto, y no me parece ni medio bien que esta persona se esté llevando el dinero malamente». Y me dijo: «Mira Rafael, en la vida hay que ser comprensivos y aceptar estas cosas». ¿Cómo que aceptar?  Me recordó que no era el primero que lo hacía.  «Hemos tenido otros locutores que han hecho lo mismo: se lo han llevado malamente». Dije: «Pues yo no lo acepto. Así que mañana me das la liquidación, que me voy».

P.- ¿Estás al tanto de lo que se está haciendo hoy en la radio?

R.- La gente joven no oye la radio que conocemos. Escucha algún podcast —pocos—, en YouTube, en Spotify, pero no oyen la radio. Faltan prescriptores para gente joven. Sigue oyendo la radio la gente mayor. Cada vez que se muere alguien, un oyente menos que tiene la radio, porque los nuevos no la siguen. Yo tengo un hijo de 17 años y no oye la radio nunca. Y sus amigos, cuando les pregunto, me dicen: «Mi padre la pone en el coche». Pero ellos no la oyen. Como no haya un revulsivo que atraiga a la gente joven, dentro de veinte años no quedarán oyentes.

R.- ¿Cómo se dan a conocer ahora los cantantes y grupos musicales, sin programas de radio que descubrían a nuevos valores?

R.- Por las redes sociales. Hay grupos a los que nunca se les ha escuchado en la radio y tienen mucho éxito. Lo que se vende ahora es Spotify. Supone el 80% de los ingresos de los artistas.

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