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El criptoarte es un nuevo soporte para los artistas

Camerún participa por primera vez como país invitado en La Bienal de Venecia de arte y lo hace de la mano de los artistas españoles Marina Nuñez y Miguel Soler-Roig

El criptoarte es un nuevo soporte para los artistas

Miguel Soler-Roig. | Cortesía del artista

El artista Miguel Soler- Roig exhibirá en la 59ª edición de la Bienal de arte de Venecia. Su obra será expuesta en el pabellón de Camerún, presentando una propuesta de NFT’s. El público podrá visitar este arte de vanguardia del 23 de abril al 27 de noviembre de 2022 en el Palazzo Ca’ Bernardo.

La Bienal de Venecia se inaugura este sábado 23 de abril, con la exposición central The Milk of Dreams. El tema elegido por la comisaria Cecilia Alemani conmemora la obra homónima de la escritora Leonora Carrington, la cual narra la posibilidad de un mundo mágico, donde la vida se revisualiza constantemente desde la imaginación. A partir de esta premisa el pabellón de Camerún pidió a sus artistas que trabajaran sus propuestas bajo el título «El tiempo de las quimeras».

Foto cortesía Pabellón de Camerún, Bienal de Venecia

P: ¿Cómo desarrolló su obra bajo estos postulados?

R: Una quimera es un sueño, una propuesta inalcanzable que proviene de la imaginación. El tema era muy sugerente y era la primera vez que trabajaba con la tecnología NFT (Non-Fungible Token). Nuestro comisario Sandro Orlandi, quiso unir el tema principal de la Bienal con el de las quimeras, que tienen unas connotaciones simbólicas bastante fuertes. Un tiempo antes había estado en Grecia, en el Palacio de Cnosos, que alberga el laberinto del minotauro. De esa serie de fotografías creé la obra La distorsión de las quimeras, que presento en el pabellón.

¿Cómo fue el proceso de crear un NFT?

Las fotografías las convertí en video para trabajar el aspecto digital, yo generalmente realizo mis obras impresas en papel. Decidí hacer un video a partir de una foto y combinar ambos elementos. Es un nuevo soporte, una nueva tecnología encriptada en la nube, una obra de arte considerada con todas sus garantías, en su contexto de valor y coleccionismo.

Foto cortesía Pabellón de Camerún, Bienal de Venecia

Además de artista colecciona arte…

Soy la tercera generación en mi familia de coleccionistas. A diferencia de mis padres y abuelos, quienes formaron la colección con obras del s. XX, yo me enfoco en arte del s. XXI —Miguel hace alusión a su abuelo Josep Soler-Roig, el reconocido médico catalán—. Tuvo entre sus pacientes a personajes como Picasso, Dalí o Miró, tenía una gran pasión por la medicina y por el arte y tuvo la suerte de conocerlos de cerca. De mi abuelo conservo un dibujo de Picasso, un ‘picador’, me parece muy simbólico porque el mundo taurino fue la gran conexión del artista con España, cuando dejó el país por sus diferencias con Franco.

Foto cortesía del artista

¿Su padre también continuó con el coleccionismo?

Mi padre, Alex Soler-Roig, también estudió medicina pero su verdadera pasión eran las carreras. Fue el primer piloto que compitió en la F1 de España, cuando se retiró en el año 72, decidió junto a mi madre empezar a coleccionar arte. Se centraron en pintura española del S.XX. Fue con ellos que empecé a visitar galerías y ferias desde muy temprana edad y por quienes probablemente decidí estudiar bellas artes.

¿Porqué eligió Basilea para estudiar arte?

Ahí llegó el legado de la Bauhaus que tuvo que huir de Alemania por la guerra. Crearon la Escuela de arte y diseño de Basel, mis profesores fueron alumnos de los fundadores del movimiento, por eso me formé en pintura, dibujo, tipografía, escultura y fotografía, en todas las bases de las fine arts.

Se dice que la tipografía suiza influencia mucho su obra…

La tipografía suiza marcó el antes y el después del diseño gráfico. Tuve como profesor a Wolfgang Weingart, considerado el reinventor de la tipógrafa moderna. Después de Suiza me fui a vivir Estados Unidos, a estudiar en Rhode Island School of Design, tuve la suerte pertenecer al grupo de estudiantes que trabajó junto a Steve Jobs para desarrollar los primeros programas de MAC, aún en blanco y negro.

Foto cortesía del artista

¿ Y cuándo opta por la fotografía como medio artístico?

Mi primera cámara me la regaló mi abuelo a los siete años, era una Kodak, con la que seguía a mi padre en sus competiciones. De estudiante en Basilea empecé a desarrollar la fotografía como forma de expresión técnica, utilizando cámaras muy sofisticadas. Hacíamos bodegones interiores, para diseñar poster o libros, siempre combinando las fotografías con tipografías. Luego empecé a investigar la foto como elemento aislado, como imagen. Cuando me voy a vivir a Nueva York y empiezo a trabajar en Saatchi&Saatchi, desarrollo plenamente la fotografía de artista. En los años noventa regresé a España a seguir formándome, conocí a profesores de la escuela de Düsseldorf​  y a artistas como Candida Hoffer o Thomas Struth, que fueron fundamentales en mi forma de entender la fotografía. 

Lo representan galerías en España, México, Francia, China y Estados Unidos ¿Qué nivel injerencia tienen sus galeristas con su obra?

Mi trabajo es muy introspectivo, muy conceptual, investigo mucho antes de hacer cada serie, me gusta involucrarme desde la concepción de una manera muy personal. Mis galeristas suelen aceptar mis propuestas, pero también me gusta investigar lo que le interesa a cada mercado. La comunicación con ellos es constante. De una conversación sobre budismo con uno de ellos, por ejemplo,  surgió la serie que hice en el Tibet, donde registre las primeras palabras que pronunció un Lama, luego de haber estado tres años en voto de silencio.

¿Cuáles fueron esas primeras palabras?

Dijo un mantra tibetano, una bendición, le pedí que las escriba en caligrafía China y lo documenté en vídeo. Fueron cinco palabras, significados conceptuales de toda la filosofía del budismo simplificada al mínimo. Estuve un mes en el monasterio, cada vez que hago un proyecto me involucro mucho.

Foto cortesía del artista.

¿Cómo ha sido el aprendizaje ahora con los NFTs?

Muy enriquecedora, he participado en Lisboa en la primera conferencia mundial sobre el tema. Es impresionante la velocidad con la que se está desarrollando todo en el contexto del metaverso. Estuve con artistas, programadores y desarrolladores que son quienes hacen que esto funcione.  

¿Quienes siguen siendo sus referentes?

A nivel visual sigue influenciándome la obra pictórica del  modernismo. Siempre he sentido una gran admiración por la geometría de Fernand Léger, por la abstracción de los años cincuenta, y toda la corriente de la Black Mountain College. A nivel fotográfico me interesa mucho la fotografía en blanco y negro de principios siglo XX porque llevó la tecnología a otro nivel, a la profundidad de campo. Sus grandes maestros, Ansel Adams y Edward Weston, realizaron las primeras abstracciones. Ese saber pintar con la luz lo sigo tratando de plasmar en mi obra.

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