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La resurrección del vinilo se queda a medias

A pesar de que en los últimos años este formato ha tenido un crecimiento espectacular, las estadísticas anuncian el posible agotamiento del modelo

La resurrección del vinilo se queda a medias

Discos de vinilo. | Unsplash

El vinilo vive desde hace tiempo una especie de segunda juventud. A pesar de que, con la llegada del CD primero y la música en streaming después, este formato parecía condenado a quedarse en el baúl de los recuerdos, ​​hace aproximadamente una década la venta de LP comenzó a subir debido en gran parte a su popularidad entre los minoristas y los artistas independientes. Poco a poco, se fue creando un auténtico tsunami que empujó a cada vez más discográficas a producir más vinilos para responder a la creciente demanda: de 2010 a 2022 se ha pasado de vender apenas 3 millones de discos en este formato a nivel mundial a un total de 43,5 millones de unidades, un crecimiento brutal. 

De hecho, en una suerte de vuelta al pasado, el vinilo parece destinado a convertirse de nuevo en el medio físico por excelencia para escuchar discos completos. A comienzos de enero, Luminate Data -conocido durante años como Nielsen Music y principal fuente de datos sobre el estado de la industria musical- publicó su informe de 2022, un completo resumen de cómo fue el año pasado en cuanto a consumo de música. Y una cosa está clara: aunque las ventas totales de álbumes continúan cayendo -disminuyeron un 8,2% entre 2021 y 2022-, el vinilo se sigue manteniendo fuerte. 

Las ventas de álbumes se dividen en cuatro formatos: descargas digitales, CD, LP de vinilo y casetes. Sin contar estos últimos, que son casi un error de redondeo en el total, todas las categorías de ventas de álbumes están cayendo, excepto las de vinilo, que es la mayor de las cuatro y sigue apuntando hacia arriba. El vinilo representa ya el 43% de todas las ventas de álbumes por volumen y representa más de la mitad (54%) de las ventas de álbumes físicos. Teniendo en cuenta que el consumo de álbumes digitales sigue cayendo en picado, porque las clásicas compras en iTunes se han visto casi completamente sustituidas por el streaming, es probable que al menos la mitad de todas las ventas de álbumes sean en vinilo para el próximo año. 

Esto, en principio, es bueno para la industria: debido a que los precios de los LP de vinilo suelen ser mucho más altos que los CD y las descargas digitales, es probable que la participación del vinilo en los ingresos de casi cualquier álbum ya supere el 50%. De hecho, el vinilo ahora es un negocio de más de mil millones de dólares solo en los EEUU, una cifra que podría alcanzar según las estimaciones los 2.000 millones si se cuentan los pequeños lanzamientos independientes y los vinilos usados.

En España, las cifras son similares, aunque a escala, por supuesto. Según el último informe de Promusicae, que analizaba la primera mitad de 2022, las ventas de vinilos han continuado su auge también en nuestro país, subiendo un 25,6% y representan ya unos ingresos de 13,6 millones de euros. Además, actualmente un 54% de los discos físicos que se venden en las tiendas son ya vinilos, quedando por primera vez desde 1991 por encima del CD (44%), cuyas ventas caen un 20,8% hasta los 11,1 millones de euros.

Pero, ¿de dónde viene este alza en popularidad? ¿Es por la mejor calidad de sonido que, según los audiófilos, ofrece este formato? ¿O es una simple moda?

Relevo generacional

Quizás esta última palabra sea la clave: moda. El vinilo ha pasado de ser algo para entendidos y personas de cierta edad que se negaban a prescindir de su imponente colección a algo para (casi) todo el mundo, especialmente los jóvenes. Los discos que se venden ahora son la principal pista de este cambio de tendencia: si a comienzos de la década los LP más vendidos eran reediciones de clásicos del pop y el rock como The Beatles o Led Zeppelin, el panorama en 2022 ha sido muy distinto, con discos actuales copando los primeros puestos de la lista. 

En concreto, Midnights, de Taylor Swift, fue el vinilo más vendido del año, con 945.000 copias vendidas, seguido (a bastante distancia, eso sí) de otros dos álbumes pop de estrellas actuales: Harry Styles y Olivia Rodrigo. Además, discos de hip-hop como Good Kid, M.A.A.D City de Kendrick Lamar, o Call Me If You Get Lost e Igor de Tyler, se ubicaron en los puestos 4, 6 y 8, respectivamente. Y también aparecen en el top 10 referentes de la música latina o el r&b, como Bad Bunny y The Weeknd. 

Esta prevalencia de las grandes novedades tiene una explicación. Según el informe de Luminate, los miembros de la Generación Z, gastan, de media, un 18% más de dinero en música que el oyente promedio y tienen un 27% de probabilidades de comprarse un LP, lo que explica en parte el impulso a las ventas de vinilo. Pero lo más interesante es que estas compras no se deben tanto a un deseo de escuchar la música en ese formato sino otras cuestiones, ya que, tal y como revela el mismo informe, el 50% de los compradores de vinilo no posee un tocadiscos. 

¿Por qué compran vinilos entonces? Según el informe Engaging with Music 2022, publicado el pasado noviembre por la Federación Internacional de la Industria Discográfica (IFPI) y basado en encuestas a más de 44.000 personas en 22 países, los motivos son múltiples. Por un lado, el estudio asegura que la principal razón por la que las personas dicen que les gusta el vinilo es porque les gusta «poseer físicamente mi música». La razón número dos fue «me gusta tener los discos físicos para mirar», y la tercera justificación más común fue «quiero apoyar a mis artistas favoritos comprando el álbum físico». Esto explica en parte por qué tantos compradores de vinilos no tienen tocadiscos: para estas personas, los LP son como una forma de demostrar su admiración por un artista o su pertenencia a un grupo de fans.

El disco más vendido del año ayuda a explicar esta forma de ver las cosas: Midnights, de Taylor Swift, se comercializó en cuatro colores diferentes, animando a los numerosos fans de la artista norteamericana a comprarlos todos como si de cromos se tratase. De hecho, el anterior álbum de Swift, Folklore, fue el séptimo disco más vendido en 2022, y su catálogo completo generó 1.695 millones de discos de vinilo vendidos solo en los EEUU. Sin embargo, este gigantesco éxito individual también ha servido para ilustrar el principal problema que se otea en el horizonte del vinilo: la forma en la que está diseñada la industria puede traducirse en que este formato esté a punto de tocar techo. 

¿Alcanzando el «pico» del vinilo?

Y es que el lanzamiento de Midnight tuvo un efecto inmediato en el resto de la industria: miles de lanzamientos en vinilo se tuvieron que retrasar meses porque no había capacidad para producir nada más que las diferentes ediciones del disco de Swift. Algo similar ocurrió poco antes con el último disco de Adele, que también llevó a muchas discográficas independientes a quejarse por ser imposible fabricar sus lanzamientos. ¿El motivo? A pesar de los 17 años sostenidos de crecimiento de la venta de vinilos, la industria no ha visto necesario ampliar la capacidad de fabricación.

De acuerdo con hypebot.com, la capacidad global para la producción de álbumes de vinilo es de 160 millones, pero la cantidad de personas que hacen pedidos supera en más del doble esa cifra. Esto ha resultado en una acumulación considerable y tiempos de espera que a menudo tardan de 10 a 12 meses en cumplirse. Y, aunque cada vez hay más países que están construyendo nuevas plantas de fabricación, estos proyectos llevan tiempo y no pueden solucionar el problema a corto plazo. Además, los problemas comerciales y de materias primas originados en la pandemia todavía no se han disipado del todo, por lo que el precio del PVC sigue disparado.

Esto puede estarse notando ya en el mercado: las ventas de vinilo en 2022 aumentaron solo un 4,2% con respecto al año anterior. Cuando se compara esa cifra con las de los dos años anteriores, con aumentos interanuales del 46,2 % y el 51,4 % en 2020 y 2021, respectivamente, está claro que el renacimiento de los discos de vinilo no solo ha pisado el freno, sino que se ha parado casi en seco. Un síntoma nada halagüeño para este sector.

¿Por qué seguimos escuchando vinilos? 3
Un disco de la banda sonora de ‘2001, una odisea en el espacio’.

Para el analista de la industria musical Ted Gioia, esta situación era previsible porque, en vez de optar por aumentar rápidamente las capacidades de fabricación y bajar los precios para que el vinilo sea una opción de consumo para las masas, las grandes discográficas han preferido no tocar nada. «Debido a que es tan difícil ganar dinero con la música hoy en día, las discográficas han decidido exprimir tanto como puedan de los fanáticos del vinilo. Esta es un área donde Spotify y Apple no toman las decisiones, entonces, ¿por qué no cobrar veinte dólares por el vinilo? O tal vez treinta dólares es mejor. Demonios, pidamos cuarenta y veamos quién compra», denuncia Gioia en su newsletter, The Honest Broker.

«Si hubieran seguido el libro básico de negocios para las industrias en crecimiento, podrían haber logrado que el vinilo volviera a ser una opción de consumo masivo. Podrían haber convencido fácilmente a 40-50 millones de consumidores de comprar una docena de álbumes de vinilo al año, lo que crearía un mercado total más de 10 veces mayor que el actual», lamenta. «Tal vez esto todavía puede suceder. Pero una vez que desperdicias una oportunidad como esta, rara vez tienes una segunda», remata.

Sin embargo, todavía quedan motivos para el optimismo: según otros analistas, esta situación podría cambiar a lo largo de 2022 con la puesta en marcha de más plantas, ya que hay incluso estados de EEUU como Tennessee que están planeando en ofrecer todo tipo de ventajas fiscales y comerciales para convertirse en un centro de producción de vinilo. Es decir, la industria aún puede cambiar. Una vez que eso suceda, podremos saber mejor de si la desaceleración actual en las ventas de vinilos está relacionada con los cuellos de botella y los problemas de fabricación, o si el nuevo coleccionismo de vinilos es una moda pasajera que ya ha alcanzado su pico, con Taylor Swift encargándose de darle la última vuelta al disco.

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