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Stefan Zweig cuento a cuento: cuatro décadas de historia europea

Páginas de Espuma reúne por primera vez en castellano en un único volumen todos los cuentos del escritor austríaco, cuatro décadas de narrativa breve traducida al completo por Alberto Gordo

Stefan Zweig cuento a cuento: cuatro décadas de historia europea

Portada de Cuentos Completos. Stefan Sweig (Páginas de Espuma) Portada de Cuentos Completos. | Stefan Zweig (Páginas de Espuma)

Poco más de cuarenta años condensan la extensa obra de Stefan Zweig. El escritor, que se quitó la vida junto a su esposa un 22 de febrero de 1942, aterrorizado por la, a su juicio, imparable expansión del nazismo, dejaba tras de sí una prolífera producción literaria. Célebre por sus novelas cortas, sus relatos y sus biografías de figuras históricas, donde diseminaba la realidad con un espíritu crítico, e influenciado por las freudianas teorías del psicoanálisis, Zweig fue olvidado primero y recuperado después como gran escritor y profeta visionario. Ahora que su obra ha pasado a ser de dominio público, la editorial Página de Espumas reúne por primera vez en castellano toda su narrativa breve en un solo volumen: más de 1.300 páginas y 42 relatos –43, si contamos el último título, Wondrak, que quedó inconcluso y terminó en su lugar el editor Knut Beck a partir de los apuntes del propio autor– en una hermosa edición, que incluye algunas ilustraciones de Arturo Garrido.

«En Zweig lo más complicado es lograr que sus textos estén tan bien escritos en español como lo están en alemán. No hay dificultades de sentido, su prosa no plantea excesivos problemas de comprensión, como en otros autores, pero en su caso hay que prestar mucha atención para que el texto español «suene» como el original alemán –comparte Alberto Gordo, la persona que se encuentra detrás de esta titánica y compleja traducción–. Para intentar lograrlo, como he hecho con otros autores, leía mucho en voz alta. Me obsesionaba que la traducción no fuese farragosa en ningún momento, porque la prosa de Zweig es muy fluida».

Ordenados cronológicamente, estos Cuentos completos recorren la ecléctica obra del escritor austríaco con títulos como Novela de ajedrez, Mendel, el de los libros, Amok o Sueños olvidados. Precisamente este último, el que abre el volumen, donde el intelectual narraba el reencuentro entre dos personajes y sus sueños de juventud, fue el que más se le resistió al traductor. «Creo que fue porque era el primero que traducía –se confiesa–. Aunque es cierto que tiene descripciones exigentes. Los primeros párrafos, sin ir más lejos, están llenos de bellísimas comparaciones que hay que traducir con mucho cuidado. Fue el primer cuento que le envié a Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, a modo de prueba. Recuerdo que mientras lo traducía pensé que si eran todos así no me iba a dar tiempo a terminar en plazo».

Stefan Zweig. Páginas de Espuma

Una prosa más grata y llena de matices

Pero llegó a tiempo y, a lo largo de estas más de mil páginas, el lector se enfrenta a las obsesiones de los personajes de estos cuentos –que derivan entre lo racional y lo irrefrenable–, enmarcados en esos paisajes abiertos que les devuelven una mirada sobre sí mismos. «Hay varias constantes a lo largo de los años –analiza Gordo sobre los intereses del propio Zweig–. Sus personajes suelen aspirar a un ideal y a menudo fracasan. Está el influjo del psicoanálisis, por ejemplo a través de una sexualidad reprimida. La espiritualidad entendida ampliamente, del judaísmo a cierto misticismo oriental. Las injusticias, la lucha del individuo contra estructuras inclementes como los Estados, o la imposibilidad de escapar al destino. El humanitarismo como aspiración imposible. Son temas que se van colando en sus relatos a lo largo de los años, que aparecen y desaparecen, sin llegar nunca a dejar de interesarle».  

Todo ello envuelto en un estilo muy personal y estudiado. El intelectual, opina el traductor, «cuidaba mucho la prosa, por lo general de frase larga pero nunca confusa ni de difícil lectura, una prosa que parece surgir de forma natural, aunque no es nada sencilla. Es grata de leer y está llena de matices. Esto lo aprende de Kleist, que es el gran genio de la prosa alemana, con una influencia decisiva en todos los escritores que vinieron después».

En este sentido, añade Gordo, «me sorprendió la versatilidad de su estilo, su capacidad para cambiar de tono, del relato de resonancias bíblicas, como La leyenda de la tercera paloma o La caminata, al thriller psicológico, como Miedo, o al relato ligero, como Primavera en el Prater o La institutriz». 

Además de sus obras maestras como Mendel, de los libros o Novela de ajedrez, el traductor cita otros grandes títulos como Ardiente secreto, Confusión de sentimientos o La deuda pagada con retraso. Mientras que entre los menos conocidos, considera que podrían ser los más breves en comparación de las grandes novelas cortas como Veinticuatro horas en la vida de una mujer o Carta de una desconocida. «Podría citar relatos como En la nieve, Novelita de verano o Una boda en Lyon, en los que esboza los temas que luego desarrolla en sus piezas más largas», señala. 

Ilustración por la obra. Páginas de Espuma

El compromiso intelectual

Nacido en el seno de una rica familia judía, doctorado en Filosofía y con estudios en Literatura, a lo largo de su vida Zweig  se codeó con  poetas, escritores y artistas como Auguste Rodin, Rainer Maria Rilke, Romain Rolland, W.B. Yeats o Pirandello. Como recuerda el propio Gordo, «se carteó y se relacionó con todas las figuras importantes de su tiempo, tanto en Austria como en el exilio. Klaus Mann decía que, para Zweig, la amistad era como una religión. Y hay sobrados testimonios de sus generosidad con los escritores que lo pasaron mal cuando tuvieron que exiliarse, como Joseph Roth o Karl Zuckmayer. Esa compasión con el débil, con el que lo pasa mal, se corresponde a la perfección con la ternura con que trata a muchos de sus personajes».

Testigo de los horrores de la Primera Guerra Mundial, como intelectual comprometido tomó una postura abiertamente antibelicista y se enfrentó a las doctrinas nacionalistas. De este periodo es una de sus obras de teatro, Jeremías, género que se le resistió durante toda su vida. Prohibido durante el nazismo por Hitler y exiliado en Londres, el derrumbe de Europa y la pesadilla totalitarista permearon de algún modo en su literatura. «Es difícil saberlo, pero me parece que Novela de ajedrez, el único en el que trata de forma explícita el nazismo, se ha leído así: lo escribe en el exilio, le pone punto final poco antes de suicidarse –comparte Gordo–. Por otro lado, solía escribir sobre temas que le importaban, que le tocaban de cerca. Creo que La obligación, por ejemplo, sobre la insensatez de la guerra y los reclutamientos forzosos, puede considerarse también un relato muy personal, a la luz de su biografía». 

A Zweig y a su esposa los encontraron muertos y abrazados sobre la cama, con dos vasos con veneno y cuatro cartas. En el final una nota: «Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra». Hoy leído por aficionados e intelectuales, el interés que despierta su narrativa en perfiles muy distintos de lectores, reflexiona Gordo, se debe en parte a que es «grato de leer y a la vez te enseña algo». 

«Nos gusta leer a autores que de alguna manera anticiparon cosas hoy asentadas –continúa–, como una unión de países occidentales, por la que Zweig aboga tempranamente, o el rechazo del nacionalismo que, como dice su famosa frase, «envenena la flor de nuestra cultura europea». Esto pasa también con nuestro Chaves Nogales, me parece. Tenemos la percepción de que son autores a los que el tiempo ha dado la razón. Por otro lado, ciñéndonos a la ficción, Zweig escribe relatos muy perfectos estructuralmente, que absorben y conducen al lector hasta un final muy redondo. Y esto, además, sin hacer las concesiones a la simpleza que vemos tantas veces en los actuales best sellers», concluye el traductor. 

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