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Pastiches y homenajes: Sherlock Holmes, más allá de Arthur Conan Doyle

Cientos de escritores se han aproximado al mundo del famoso detective para prolongar sus aventuras

Pastiches y homenajes: Sherlock Holmes, más allá de Arthur Conan Doyle

Póster de 'Las aventuras de Sherlock Holmes (Sherlock Holmes contra Moriarty)' (1939)

¿Qué tienen en común John Lennon, Juan Benet, Stephen King, Neil Gaiman o Arturo Pérez- Reverte? Muy sencillo: todos ellos han escrito obras protagonizadas por Sherlock Holmes. Es decir, pastiches sherlockianos.

La RAE define pastiche como «imitación o plagio que consiste en tomar determinados elementos característicos de la obra de un artista y combinarlos, de forma que den la impresión de ser una creación independiente». Investigadores como Ronald de Waal o Philip K. Jones llegaron a catalogar, hace una década, más de 10.000 pastiches de Holmes. Se trata de unas cifras que, probablemente, hoy en día se hayan duplicado o triplicado. Hablamos de parodias, imitaciones y, mayoritariamente, obras surgidas a partir del cariño y la fascinación por el legendario detective. Y esto sólo en lo que respecta a la parte literaria, ya que cualquier guion teatral, de cine, radio, TV, cómic o manifestación creativa que parta de una fuente ajena a los textos originales de Arthur Conan Doyle cabe ser calificada como pastiche.

Estudio en escarlata (1887) y El signo de los cuatro (1890), las dos primeras novelas protagonizadas por Holmes, pasaron desapercibidas. El éxito le llegó a Doyle con la publicación de la primera tanda de cuentos del detective en la revista The Strand Magazine en 1891: Un escándalo en Bohemia, La liga de los pelirrojos, Un caso de identidad… Había nacido la Sherlockmanía y, casi al mismo tiempo, llegaban los primeros pastiches.

Una tarde con Sherlock Holmes, aparecido en noviembre de 1891, tiene el honor de ser el primero. Se trata de una pieza breve donde J. M. Barrie, amigo de Doyle y creador de Peter Pan, se burla de la capacidad deductiva del detective.

Hay dos series de relatos apócrifos, que en el momento de su aparición pretendían de ser genuinas narraciones del sabueso de Baker Street. Por un lado, las historias del detective se tradujeron en China en 1896, donde Holmes fue bautizado como Fu-erh-mo-hsi. Cuando se agotó el material original, continuaron apareciendo nuevos relatos en los que el personaje se enfrentaba a amenazas sobrenaturales como fantasmas o mujeres zorro.

El pastiche alemán de Sherlock Holmes

De China saltamos a Alemania, donde se publicaron 230 entregas del folletín titulado El detective Sherlock Holmes y sus mundialmente famosas aventuras de 1907 a 1911.  Cuando el representante de Doyle demandó al editor por usar a Holmes sin permiso, la sentencia le obligó a cambiar el título por De los archivos secretos del mejor detective del mundo. Fue modificado desde la duodécima entrega, aunque la sentencia sí autorizaba el uso del detective en el interior.

En 1899 se estrenó una versión teatral de las aventuras del personaje. Su autor y protagonista, William Gillette, a la hora de escribir el libreto, pidió permiso a Doyle para casar a Holmes: «Puede casarle, asesinarle o hacer con él lo que le plazca», fue su respuesta. Esta frase sintetiza gran parte de la deriva temática del pastiche sherlockiano: junto a los textos respetuosos en forma y fondo con los originales hay parodias, aproximaciones revisionistas que cuestionan hechos narrados por Doyle, tramas ambientadas en épocas diferentes al periodo victoriano/eduardiano, crossovers con personajes reales y de ficción o mutaciones de los avatares de Holmes y Watson cambiando su orientación sexual, tornándolos mujeres, vampiros, extraterrestres, etc.

Portada de ‘The Misadventures of Sherlock Holmes’

Señalemos algunos hitos importantes, como la aparición en 1944 de la antología The Misadventures of Sherlock Holmes, editada por Ellery Queen, que reúne a talentos de la talla de Agatha Christie, Mark Twain y legendarios sherlockianos como Vincent Starrett o Anthony Boucher, con una selección de las parodias y pastiches más notables aparecidos a lo largo de los 50 años posteriores a la creación del detective.

Otro título destacable es la biografía Sherlock Holmes de Baker Street (1961) de W.S. Baring Gould, en la que el autor va más allá de la mera compilación de datos del canon (para entendernos, las obras firmadas por Doyle), y el material de cosecha propia le confiere entidad de pastiche.

Portada de ‘Shadows of Baker Street’ (2003)

En la década de 1970 llegó un boom sherlockiano, iniciado por la exitosa novela Elemental, Dr. Freud (1974) de Nicholas Meyer, llevada al cine en 1976. En este caso, Holmes acude a desintoxicarse de su adicción a la cocaína con Sigmund Freud, en Viena, y ambos se ven mezclados en una trama criminal. Meyer escribió varios pastiches más, de calidad irregular.

Del mismo periodo también destacan la entretenidísima Sherlock Holmes vs Dracula (1978) de Loren D. Estleman, que abrió la veda de los lances entre el detective y el rey de los vampiros; o Adiós, Sherlock Holmes (1977) de Robert Lee Hall, que lleva la acción al terreno de la ciencia ficción, aunque en este campo es imprescindible mencionar la antología The sciencie fictional Sherlock Holmes (1960), que incluye relatos de gigantes del género como Poul Anderson o el ya mencionado Anthony Boucher.

El colofón de este boyante periodo será la película Asesinato por decreto (1979), una de las mejores plasmaciones del enfrentamiento entre Holmes y Jack el Destripador.

Póster de ‘Asesinato por decreto’

Detengámonos ahora en lo que el escritor e investigador sherlockiano Alberto López Aroca ha denominado «el ineludible duelo eludido». ¿Qué puede ser más sugerente que el enfrentamiento entre el Gran Detective y el legendario asesino de la época victoriana? El primer lance se remonta a los apócrifos alemanes de 1907-1911 y en 2016, el desaparecido investigador José Goas contabilizaba 140 ejemplos en distintos medios. Por supuesto, acabamos conociendo la identidad de Jack el Destripador y las hay para todos los gustos: desde personajes reales a otros del canon sherlockiano, incluyendo al doctor Watson y al mismísimo Holmes.

Portada de ‘Charlie Marlow y la rata gigante de Sumatra’, de Alberto López Aroca

En lo que respecta a España, hay una tradición pastichera nada desdeñable. Especial mención merecen Enrique Jardiel Poncela, con una serie de relatos humorísticos en los que el autor se convierte en el nuevo ayudante de Holmes; Javier Casis, con varias novelas cuya ortodoxia remite a los relatos originales de Doyle; o el ya mencionado Alberto López Aroca, uno de los mayores expertos nacionales en Sherlock Holmes y autor de diversos ensayos y obras de ficción imprescindibles. Cabe mencionar de pasada a Néstor Luján, Joan Perucho o Rodolfo Martínez.

Sin embargo, todo esto no es más que la punta del iceberg, ya que, en palabras del propio López Aroca, «el Planeta Sherlock Holmes es inabarcable».

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